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Lenguaje inclusivo v/s la norma lingüística

Belén CepedaMonografía20 de Diciembre de 2019

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Universidad Finis Terrae

Facultad de humanidades y comunicaciones/ Escuela de Literatura

Lingüística I



Lenguaje inclusivo v/s la norma lingüística


                                                   

                                                Nombre: Belén Vives Cepeda

Profesor: Fredy Nuñez

Ayudante: Aybiana Rodriguez


Santiago, 9 de diciembre de 2019

Introducción

La comunicación es un proceso innato del hombre, es una necesidad básica que se ha ido desarrollando a través del tiempo de manera biológica. A su vez, la comunicación es un acto de relación humana, la cual se efectúa entre dos o más participantes que intercambian mensajes, lo que permite que el lenguaje sea un proceso interactivo y social. En este sentido, la comunicación permite conocer el mundo, organizar nuestro pensamiento y, por consecuencia, permite organizar nuestra manera de ver la realidad. A sí mismo, el lenguaje cambia tanto como lo permitan los hablantes de ella, pues, una de sus características es que no es estático, tal como lo plantea el lingüista Edward Sapir en su texto El lenguaje: introducción al estudio del habla: “(...) una actividad humana que varía sin límites precisos en los distintos grupos sociales, porque es una herencia puramente histórica del grupo (...). Varía del mismo modo que varía todo esfuerzo creador (...)” (10). En otras palabras, el lenguaje está en constante cambio y evolución, que se produce por transformaciones acumulativas en el habla cotidiana de las personas. 

Sin embargo, durante los últimos años apareció en algunos países hispanohablantes un fenómeno en el lenguaje que dejó a lingüistas y especialistas consternados, porque el cambio pasaba a llenar las normas y leyes del lenguaje que defienden los académicos. Se trata del lenguaje inclusivo, el cual trata de abolir el género gramatical y reemplazarlo por un género neutro, por ejemplo, se reemplaza la última vocal de la palabra “compañero” por los grafemas /e/, /x/ o el símbolo @, de esta manera la palabra queda como “compañere”, “compañerx” o “compañer@”. La diferencia que tiene el lenguaje inclusivo respecto a todos los cambios que se han hecho en la lengua a lo largo de la historia, es que no fue un cambio que los hablantes hayan adoptado e implementado a su forma de hablar, sino que se impuso por colectivos feministas, con el objetivo de, en primer lugar, incluir minorías (LGBTIQ+), y en segundo lugar, suprimir la superioridad masculina dentro de la lengua. 

En este sentido, al ser el lenguaje inclusivo impuesto por colectivos feministas y diversidades sexuales, no es ciertamente amable con las demás personas, pues, se adopta un pensamiento normativista por parte de las personas que quieren implementar el lenguaje inclusivo a la lengua española. Es decir, se quiere imponer esta nueva forma de lenguaje por la fuerza y no por el conducto regular, el cual es simplemente no ponerse de acuerdo para cambiar las normas de la lengua. Entonces, sería imposible poder hablar con un lenguaje inclusivo, ya que la forma en la que se quiere implementar no es natural, por el contrario, la ejecución se vuelve forzosa. Por lo tanto, en el siguiente trabajo se explicará porqué el lenguaje inclusivo no puede implementarse a la norma lingüística, para ello se explicará, en primer lugar, el concepto de norma lingüística y cómo afecta el lenguaje inclusivo en ella, y en segundo lugar, se expondrá el significado de “lengua sexista” y cómo afecta a la sociedad hispanohablante. 

Concepto de norma lingüística

En principio, para comprender el concepto de norma lingüística hay que definir el concepto de norma en un sentido amplio, la cual según el académico Ignacio Bosque en su texto El concepto de norma lingüística y la tarea de las academias la define como: “(...) instrucciones o directrices que regulan los comportamientos humanos. (...) El incumplimiento de las normas jurídicas da lugar a faltas o a delitos, cada uno con su correspondiente pena (...)” (8). Sin embargo, cuando el concepto de norma se utiliza dentro del campo de la lingüística, la norma ya no condena comportamientos humanos, sino que el uso correcto de la lengua. De esta manera, quienes regulan que estas normas se cumplan son los lingüistas, quienes estudian el idioma en función de las interpretaciones a través de estas reglas. Por otro lado, el órgano regulador de la lengua, y quienes además se adaptan a las demandas sociales en cuanto a la lengua española, son la Real Academia Española, los que funcionan como poder legislador. 

Dentro de este contexto, la RAE legisla la lengua de manera, por una parte, normativista, la cual se entiende según Bosque como: “[que] juzga los fenómenos lingüísticos en relación con una norma de privilegio” (Bosque 2011), es decir, vela por el buen uso técnico de la lengua, tal como el Diccionario panhispánico de dudas; y por otra parte, descriptivista, la cual se define según Ignacio Bosque como: “enfoque para el análisis de los fenómenos lingüísticos que describe y explica” (Bosque 2011), en otras palabras, el descriptivismo explica la variabilidad lingüística, que son socialmente estabilizados y son de uso corriente en la lengua, además, no hace juicios de valor ni tampoco de mandato. Sin embargo, la RAE se define a ella misma como una institución normativista, pues busca el buen funcionamiento de la lengua, imponiendo en los hablantes el uso de la lengua culta.

En este sentido, el lenguaje inclusivo carece de propiedades para ser aceptado por la Real Academia Española, pues, según la visión normativista de la lengua, hace falta de muchas leyes y normas, tal como el ejemplo anteriormente señalado. En cierto sentido, la RAE cumple bien su trabajo como regulador y legislador, especialmente desde su vereda normativa, ya que las normas son necesarias para poder analizar una lengua, de esta manera se puede enseñar a todos los hablantes por igual. Además, los hablantes (nuevamente desde el normativismo) no pueden hacer un cambio tan radical dentro de la lengua, cambiando de esta manera la gramática, debido a que la lengua se desordena y los hablantes no pueden lograr entenderse, no es así como han sido enseñados, teniendo en cuenta que la comprensión entre los participantes del circuito del habla es fundamental. 

Otro punto importante a considerar es que el castellano no puede entenderse sin una categoría de sujeto, porque simplemente así fue evolucionando y no hay manera de cambiarla. Por lo tanto, los únicos cambios que debe recibir la lengua es aquel que hacen los hablantes de manera espontánea, de esta manera todos se adaptan al cambio. Pero, por otro lado, el lenguaje inclusivo obliga a todos los hablantes a cambiar por completo la forma de hablar, por lo que los hablantes no pueden adaptarse al cambio. Tal es el caso de las alumnas de la Universidad Católica en el contexto de la toma de dicha institución, en donde una de las alumnas dio información para canales de televisión nacional y trató de hablar inclusivamente, pero se corregía constantemente, se confundía y no hablaba con naturalidad. 

Ante esta problemática el doctor en lingüística Carlos Vergara para el medio digital independiente El Desconcierto afirma que: “(...) el discurso se vuelve pesado y si uno quiere hacerlo fuera de un discurso oficial o burocrático se vuelve imposible. Uno tiene que estar constantemente repensando cómo reformulo lo que voy a decir para que no ofenda” (). En otras palabras, el discurso de inclusión de disidencias se vuelve normativista y poco simpático no solo para los hispanohablantes, sino que también para personas extranjeras que aprenden el idioma español, pues el uso del lenguaje inclusivo no queda completamente claro, especialmente dentro de una academia normativista.

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