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Literatura En La Edad Media


Enviado por   •  13 de Julio de 2015  •  3.447 Palabras (14 Páginas)  •  188 Visitas

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1. LITERATURA DE LA EDAD MEDIA HISTORIA Y SUS COMPONENTES.

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Se denomina literatura medieval a todos aquellos trabajos escritos principalmente en Europa durante la Edad Media, es decir, durante los aproximadamente mil años transcurridos desde la caída del Imperio Romano de Occidente hasta los inicios del Renacimiento a finales del siglo XV. La literatura de este tiempo estaba compuesta básicamente de escritos religiosos, concepto amplio y complejo, que abarca desde los escritos más sagrados hasta los más profanos. A causa de la gran amplitud espacial y temporal de este período se hace difícil hablar de la literatura medieval en términos generales sin caer en simplificaciones. Por ello, es más adecuado caracterizar las obras literarias por su lugar de origen, su lenguaje o su género.

Anonimato

Una gran cantidad de obras pertenecientes a la literatura medieval son anónimas. Esto no es debido únicamente a la falta de documentos de este período, sino también a que el papel que jugaban los autores en aquella época difiere considerablemente de la interpretación romántica del término en la actualidad. Los autores medievales estaban sometidos a menudo a los escritores clásicos y a los Padres de la Iglesia Católica, y tendían a rescribir historias, que habían oído o leído, de forma embellecida, más que a crear historias nuevas. E incluso cuando creaban una nueva historia no suele quedar claro quien era el autor, ya que atribuían ciertas ideas a otros libros de otros autores. Esto hace que el nombre de los autores individuales sea poco o nada importante y por ello, los grandes trabajos de la época nunca son atribuidos a una persona en concreto.

Literatura religiosa

Los trabajos relacionados con la teología fueron el tipo de literatura dominante a lo largo de la Edad Media; el clero católico era el centro intelectual de la sociedad en esta época, razón por la que su producción literaria fue, con diferencia, la más productiva. Numerosos himnos de esta época han sobrevivido al paso del tiempo, tanto litúrgicos como paralitúrgicos. La liturgia en sí misma no estaba establecida y numerosos misales competían y alegaban concepciones individuales de la misa. Ciertos estudiosos religiosos como Anselmo de Canterbury, Santo Tomás de Aquino y Pierre Abélard escribieron largos tratados sobre teología y filosofía, tratando de reconciliar las enseñanzas de los autores griegos y paganos romanos con las doctrinas de la Iglesia Católica. Las hagiografías, o las vidas de los Santos, también fueron escritas principalmente durante este período, a modo de estímulo para el devoto y de advertencia para el resto. La Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine alcanzó tal popularidad que, en su tiempo, fue probablemente leído más a menudo que la Biblia. San Francisco de Asís fue otro prolífico poeta y los seguidores de su orden, los franciscanos, solían escribir poemas como una expresión de su piedad. Las obras Diez Irae (Día de la Ira) y Stabat Mater (Estaba la Madre) son probablemente dos de los mejores poemas latinos en materia de religión. La poesía goliárdica (estrofas de cuatro líneas de versos satíricos) fue una forma de arte utilizada por algunos clérigos para expresar su desacuerdo en algún tema. El único escrito religioso ampliamente extendido y no escrito por clérigos fueron los juegos misteriosos: perdiendo con el tiempo promulgaciones simples del tableaux de una escena bíblica sola, cada auto religioso se convirtió en la expresión de su pueblo de los acontecimientos cruciales en la Biblia. El texto de estas obras teatrales normalmente era controlado por las cofradías locales, y los autos religiosos eran llevados a cabo regularmente en días festivos determinados, a menudo durando todo el día y parte de la noche. Durante la Edad Media, la población judía residente en Europa también produjo un cierto número de escritores destacados. Maimónides, nacido en Córdoba (España), y Rashi, nacido en Troyes (Francia), son dos de los más conocidos y que más influencia tuvieron de entre los autores judíos.

Literatura profana

La literatura laica en este período no fue tan productiva como la literatura religiosa aunque gran parte del material ha sobrevivido y poseemos hoy una gran cantidad de obras de la época, crítica con la corrupción del clero. El nacimiento de un nuevo tipo de literatura en la época medieval puede ejemplificarse en el cambio de sentido de la palabra “romance” (en francés Román). Si en un principio se trató de traducir a las lenguas romances (mettre en Román) textos latinos tanto clásicos (“materia antigua”, o rescrituras de la Eneida, de Ovidio, Estacio y otros) como hagiografías o crónicas históricas, al dejar de lado las fuentes clásicas e inspirarse en tradiciones orales, surgió la expresión emprender un Román, escribir, crear, un romance. El nuevo sentido de la palabra como sustantivo indica la creación de un nuevo género. Las tradiciones orales mencionadas hacen referencia a la llamada materia de Bretaña, surgida de un fondo de mitos relaborados por la cultura normanda de habla francesa que se extendía por Francia y las islas británicas. Aunque el concepto de historicidad era difuso en esa época, y se consideraba tan real a Edipo como a Carlomagno, las historias de los antiguos reyes bretones, junto con las leyendas que los rodeaban, no poseían la autoridad (autorictas) de la cultura clásica o la historia eclesiástica, y por tanto, los autores de la época pudieron apoderarse de esa materia y reinterpretarla más libremente. Es posible que la pequeña y mediana nobleza se adueñara de esta mitología como oposición a la cultura eclesiástica oficial, identificada con la alta nobleza. Le serviría para desarrollar los valores de la caballería, con la que se identificaba, y podría utilizarla más libremente, al no tener unos orígenes fijados. El tema del amor cortés cobró importancia en el siglo XI, especialmente en las lenguas romances, principalmente el francés, el Castellano, el provenzal, el gallego y el catalán, y en las lenguas griegas, dónde los cantantes ambulantes, los trovadores, se ganaban la vida con sus canciones. Los escritos de los trovadores suelen ir asociados al anhelo no correspondido, pero no siempre es así, como se puede ver en la Alborada. En Alemania, el Minnesänger continuó la tradición de los trovadores. Además de los poemas épicos típicos de la tradición anglo-germánica, como el Beowulf o el Cantar de los nibelungos, otros poemas épicos incluidos dentro de los cantares de gesta como el Cantar de Mío Cid, el Cantar de Roldán y el Digenis Acritas, que tratan sobre la Materia de Francia

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