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Los 3 mundos del lenguaje


Enviado por   •  21 de Octubre de 2018  •  Resúmenes  •  1.125 Palabras (5 Páginas)  •  113 Visitas

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LOS 3 MUNDOS

El lenguaje no solo muestra actos de comunicación, sino múltiples procesos de construcción social de la realidad. Intercambiamos información con otros seres humanos y establecemos relaciones de coexistencia. Somos parte de un sistema y para que un sistema funcione bien, la interacción entre sus partes requiere de una comunicación adecuada y bien coordinada.

Pensamos: “el problema aquí es que a mí no me comprenden y si me comprendieran a mí, todo se resolvería del mejor modo”, esta actitud es nociva para los seres humanos.

Siempre hacemos suposiciones acerca de lo que al otro le ocurre, es la única forma de poder comprender y coordinarse con el otro. Tenemos nuestro propio esquema para interpretar a los demás, el cual se basa en todas las experiencias anteriores que hemos tenido, pero hace que creemos suposiciones erradas acerca de los motivos de la conducta y las palabras de los demás, y actuemos de forma defensiva y atacando.

La empatía es la capacidad para ponerse en el lugar de la otra persona. Para que la empatía suceda, es necesario que podamos hacer las suposiciones correctas. La empatía es el modo en que podemos generar bienestar en otras personas y esto tiene un efecto inmediato sobre nosotros mismos.

La buena comunicación necesariamente implica que dos personas se entiendan y comprendan mutuamente: expresarse bien implica saber ponerse en el lugar de los demás y saber hacer que los demás sean empáticos con uno mismo. No podemos ver directamente lo que mueve a los demás a actuar, pero si al expresarnos mostrásemos de modo explícito aquello que el otro no puede ver, ayudaríamos bastante en el proceso de comunicación.

Para expresarse de este modo es necesario desarrollar la capacidad de diferenciar con mucha claridad y precisión tres ámbitos diferentes: lo que pensamos, lo que sentimos y lo que percibimos a través de los cinco sentidos. Diremos que tenemos una zona interna, una zona intermedia y una zona externa.

En la zona externa se encuentra todo aquello que podemos percibir a través de nuestros cinco sentidos. En la zona interna, está todo aquello que podemos percibir de forma directa “dentro” de nosotros mismos, de la piel hacía dentro. Es decir, todas nuestras sensaciones corporales nuestras emociones y sentimientos. Y por último, en la zona intermedia estarían todos aquellos procesos cognitivos superiores entre los cuales se incluyen los supuestos, recuerdos, imágenes, intenciones, explicaciones, valoraciones y juicios, visiones de mundo, creencias, etc.

Cuando llevamos nuestra atención a nuestra zona externa, nos encontramos con percepciones directas que suceden en el presente, aquí y ahora. Obvias.

Cuando llevamos nuestra atención a nuestra zona intermedia, encontramos nuestras ideas acerca del mundo, de los demás y de nosotros mismos. El contenido de los pensamientos no son obvios, son siempre interpretaciones y suposiciones respecto de la realidad, nunca son la realidad. Confundimos constantemente ambos mundos y creemos que sabemos algo acerca de las cosas y de las personas en base a las ideas que tenemos de éstas.

Lo mismo que ocurre en relación a la zona intermedia y externa, sucede entre la zona interna (las emociones y sensaciones) y la zona intermedia. Es decir, podemos creer que sabemos, por ejemplo, lo que es un sentimiento, pero una cosa muy distinta es sentirlo darse cuenta de modo directo.

Muchas veces cuando estamos tristes tenemos la idea de que eso es un problema, cuando en realidad estar triste no es un problema, estar triste es una experiencia más, una sensación corporal, ni buena ni mala, sólo una sensación. Al enjuiciar nuestras experiencias internas, lo que ocurre es que en vez de ponerle atención a ellas, nuestra atención se queda en la zona intermedia y así, imaginamos cómo son las cosas en vez de ver cómo son. Pensamos sobre lo que sentimos en vez de simplemente sentir y permanecer en contacto con nuestra zona interna hasta que se agudice lo suficiente la percepción para saber qué es lo que sucede.

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