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NORMAS ETICAS


Enviado por   •  21 de Mayo de 2014  •  1.055 Palabras (5 Páginas)  •  202 Visitas

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NORMAS ETICAS

A través de la historia de la humanidad y del historial ontogenético de cada uno de nosotros se han ido formando y estructurando diversos tipos de creencias entre las que se incluyen los valores y la ética, todo ello gracias a la cultura, sin embargo, considero que no hay que desconocer la existencia de diversas pautas de comportamiento que determinan algunos de estos valores y que vienen dados desde nuestra biología, desde lo innato. Así, reconozco al hombre como un ser formado tanto por la cultura como por su biología, sin la posibilidad de desligar una parte de la otra pues ambas esferas son inherentes a nosotros.

Pienso en primera medida que dentro de nuestras disposiciones innatas a los valores, hay algo fundamental y es que se rigen de manera preponderante por los lineamientos de la evolución, es decir, nuestros valores también están determinados por las ventajas o desventajas para la perpetuación y desarrollo de la especie y de igual forma, se seleccionan o se eliminan.

Así mismo, hemos visto a lo largo de nuestra historia como especie, que algunas de los comportamientos que hacen daño a otros congéneres, se justifican desde la biología sin un fundamento real, precisamente como dice el autor “el hecho de que una tendencia sea innata no la justifica”, por ello tenemos una

cultura, para regular nuestras tendencias innatas y procurar actuar en pro del bienestar común, situación que como sabemos no se da en la gran mayoría de los seres humanos y además no alcanza a cubrir en su totalidad la cultura.

Continuando con la idea anterior, me parece muy interesante el planteamiento del autor, que considero explica algunas de las situaciones por las cuales se presentan entre nosotros enfrentamiento tan fuertes como las guerra mundiales, en las cuales se mata y tortura de manera despiadada, e incluso, poniéndolo más en nuestros tiempos la guerra que vivimos en Colombia. Si bien es cierto que la cultura procura regular nuestra pulsión agresiva, no logra hacerlo del todo, como lo decía anteriormente, además el hombre usando su facultad para razonar, consiguió hacer artefactos tan maravillosamente abominables como las armas, que impiden que se presenten los mecanismos inhibidores de la agresión en seres humanos, sin contar el proceso de deshumanización que se ha venido viviendo e instituyendo, que de una u otra manera, permiten que se mate sin ningún tipo de resentimiento ni de compasión por el otro y mucho menos de concientización de que el otro al que se agrede también es un semejante.

De igual forma, sabemos que desde lo innato además de la agresión y del vinculo (que no he tratado

en esta disertación y también hace parte de nuestra formación en valores), se encuentran la obediencia y fidelidad al grupo, que son rasgos muy característicos de nuestra especie y que además compartimos con muchos mamíferos, que al igual que las demás pulsiones deben ser controlados en cierta medida por la cultura.

Finalmente, puedo afirmar que nuestro primer acercamiento hacia lo que se conoce como valor y ética lo encontramos en lo innato, para luego ser adoptado por la cultura y controlado, con el fin de que exista una convivencia armónica y de bienestar común, pienso que, posiblemente el secreto (nada fácil de realizar, por cierto) para que la humanidad consiga mucha de la paz que ha deseado consiste en tomar conciencia de lo innato aplicado a la cultura y complementado con la razón.

La universalidad de las normas éticas

Las normas éticas sirven para regular las acciones de los seres humanos, especialmente respecto a sus efectos sobre otras personas. Una de sus características fundamentales es que son universales, válidas para cualquier sujeto ético en cualquier instante y lugar. Algunas normas pueden referirse sólo al agente y a la acción (prohibido fumar), pero son mucho más completas e interesantes las normas que también explicitan a los sujetos receptores de los efectos de la acción.

Algunos intentos de universalización se refieren solamente a los agentes: que todo el mundo utilice las mismas normas de conducta. La universalidad es parcial o incompleta, ya que el contenido de las normas distingue y discrimina diversos grupos particulares de personas receptoras de las diversas acciones (todo el mundo está obligado a ayudar a los necesitados, está prohibido maltratar a las mujeres).

La universalidad completa se refiere no solamente a los agentes causantes de las acciones reguladas, sino también a los receptores (beneficiarios o perjudicados) de los efectos de dichas acciones. Las normas valen para todos respecto a todos, y esto implica que los enunciados de las normas sólo puedan referirse a cada ser humano en abstracto, independientemente de sus características particulares que le encuadrarían en algún grupo subconjunto de la humanidad (sea de forma más estable, como ser negro, o más circunstancial, como estar enfermo).

La universalidad también significa que la norma debe cumplirse en todo momento y lugar; si se ordena alguna acción esta no puede dejar de realizarse, y si se ordena respecto a una persona se ordena respecto a todas las personas. Por eso no tienen sentido los deberes naturales, el obligar a hacer algo, porque es imposible realizar acciones constantes sobre todo el mundo. Las

prohibiciones naturales sí tienen sentido y son posibles: es factible no agredir nunca a nadie, basta con no hacer nada.

Si las normas no son universales habrá beneficiados y perjudicados por las mismas. Históricamente los poderosos suelen imponerse sobre los débiles y exigir normas que los privilegien a costa de los demás. Pretender que las normas beneficien a los débiles a costa de los fuertes es muy ingenuo: ya resulta difícil conseguir que los poderosos acepten normas iguales para todos, y a menudo ocultan su depredación tras normas que presuntamente son por el bien común o en ayuda de los más necesitados.

Los contratos permiten construir normas particulares (no universales), y en concreto constituir grupos con reglas que distingan a los miembros de los no miembros. Pero en los grupos legítimos estas distinciones no otorgan privilegios a los miembros a costa de los no miembros, sino que los miembros negocian relaciones mutuamente beneficiosas entre sí que sólo les obligan a ellos mismos. Algunos grupos especialmente interesantes e importantes adoptan normas de conducta más estrictas para sus miembros no sólo respecto a otros miembros sino respecto a todo el mundo: su reputación de integridad y fiabilidad es una garantía de confianza que puede fomentar su éxito en las relaciones humanas.

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