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NOTA INTRODUCTORIA


Enviado por   •  29 de Enero de 2014  •  Prácticas o problemas  •  3.697 Palabras (15 Páginas)  •  414 Visitas

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¿CÓMO ELABORAR UN ENSAYO?

Documento elaborado por

RAFAEL SUÁREZ RONDÓN

NOTA INTRODUCTORIA

El Ensayo es mucho más de lo que ligeramente podamos creer. Su trascendencia y exquisitez no sólo quedarán meridianamente establecidas en apartes posteriores de este documento, si no que las registra en testimonio vivo de eminente intelectuales, entre los que nos anticipamos a citar en esta nota introductoria al escritor español José Antonio Mariana, premios “Anograma de Ensayo“ y “Nacional de Ensayo” en el año de 1992, quien después de afirmar que “no hay otra creación humana que tenga tanta importancia como el lenguaje”, se refiere al ensayo como la composición literaria de doble valor sentimental y conceptual que “no está más acá de la ciencia sino más allá”, y que, además, es un tipo de literatura fascinante que le merece su entera dedicación como ensayista.

Se ofrecen a continuación los conceptos en los que se fundamenta la modalidad del ensayo, su reseña histórica y criterios metodológicos, seguidos de las ventajas que reporta su realización.

1. CONCEPTOS BÁSICOS ACERCA DEL ENSAYO

La semántica del término ensayo ofrece muy variadas acepciones. Examinemos brevemente algunas de ellas, consignadas en los diccionarios para luego penetrar al fondo del significado que nos interesa y ocupa:

 La Academia de la Lengua Española entre muchas de las acepciones que nos proporciona, se refiere al verbo ensayar como “probar – como reconocer una cosa antes de usarla”; a la palabra ensayo como procedente del latín “exagium, peso” y agrega: “escrito generalmente breve, constituido por pensamientos del autor sobre un tema, sin el aparato ni la extensión que requiere un tratado completo sobre la misma materia"; así mismo, define el ensayismo como el “genero literario constituido por el ensayo – escrito generalmente breve” (D.L.E)

 Otra fuente, como lo es el Diccionario de Sinónimos y Antónimos, asocia el término ensayo con otros como: examen – probatura- razonamiento – catadura – prueba – tanteo – intento- experimentación – simulacro- tentativa- averiguación- experiencia; y el segundo grupo de acepciones con los términos : exposición – tesis- explicación- bosquejo - proyecto.

 En este caso de sinonimia resulta interesante subrayar las nociones de “razonamiento” , “averiguación”, “exposición” y , con especialidad, las de “tesis” y “explicación” que nos aproximan a la connotación de mayor interés; en tanto que la equivalencia “intento” es cuestionada por Manuel Seco en su diccionario de dudas de la lengua española, al considerarla como una relación “anticuada”, quizá porque la evolución semántica del término así lo impone, dados los importantes desarrollos que en forma y contenido ha alcanzado la noción ensayo.

 Ya en otros diccionarios –como ocurre en el Enciclopédico Planeta- el término ensayo, más allá de su inmediata connotación de “prueba”, se proyecta a la significación de “género literario, en prosa, de carácter didáctico, que trata de temas filosóficos, artísticos, históricos, etc”.

 Procede rescatar en esta última definición atributos tan importantes como el carácter didáctico que se otorga al género de ensayo, así mismo como su formalidad en prosa y cobertura temática extendida a los amplios terrenos de la filosofía, el arte y la historia, sin desconocer que la expresión “etc.” deja el espacio abierto para la aplicación en otros campos del conocimiento humano.

Modernamente, los textos que se ocupan de la comprensión y del estilo, con intención eminentemente didáctica frente al delicado y apasionante arte de escribir, privilegian dentro de su contenido al género del ensayo ¡Por qué no hacerlo, si al fin y al cabo se trata de una técnica formalmente elemental y con amplias licencias para la expresión de las ideas, pero con profundidad, rigor y capacidad creadora!

Tal preferencia tiene lugar –por ejemplo- en una de las publicaciones de la Editorial Americana S.A., bajo la dirección general de la Doctora María Eloísa Alvarez del Real, titulada “Aprenda a redactar correctamente”, en cuyas páginas se consagra la definición de ensayo como “género literario moderno que trata en forma crítica , breve y didáctica, aunque no sistemática, de un tema cualquiera de la artes, la ciencia, la filosofía y la cultura en general”. A renglón seguido, se hace memoria de Montaigne, el gran moralista y pensador francés, nacido en 1533 y muerto en 1592, quien con sus ensayos, tras su viaje por Europa en 1580, realizó la auténtica consagración de este género literario.

La palabra ensayo derivada del latín exagium, pero con marcada influencia moderna de la voz francesa essayer, en su original significado era “acto de pensar”, y estaba relacionada con el análisis tendiente a descubrir la ley de las monedas y de los metales.

En su acepción más amplia, según hemos visto, se entiende el ensayo como desarrollar, acometer, tratar, probar o esforzarse en algo. Ya transferido el término al campo literario, es un escrito en prosa, del que se ha predicado que es “generalmente breve” y en el que se expone, analiza y comenta, con licencia para la espontaneidad pero con profundidad, madurez y responsabilidad intelectual –aunque con emoción- una interpretación personal sobre cualquier tema, que, a la luz de lo expuesto ya, puede ser literario, artístico, histórico, político, sicológico, filosófico, religioso, etc, pero con planteamientos de valor científico y por tanto, consistentes; esto es, bien fundamentados y sólidamente argumentados. La práctica de la reflexión y la meditación profunda son componentes esenciales en el comportamiento intelectual del ensayista.

Cuando el filósofo español Rafael Lapesa conceptúa que la misión del ensayo es “plantear cuestiones y señalar caminos, más que asentar soluciones firmes”, y que “por eso toma aspecto de amena divagación literaria”, debemos observar el especial cuidado de no interpretar esta idea como si una característica del ensayo fuese el vicio de la divagación; pues, más se quiere significar la apariencia de la especulación, siendo ésta un mejor y más justo recurso en el camino de la búsqueda que nos conduce al encuentro con la explicación.

Aunque en sus antecedentes más antiguos el ensayo se nos presenta como un género literario referido a estudios de carácter provisional o incompleto, moderadamente el concepto ha adquirido dimensiones de alto vuelo intelectual y científico, y su práctica de composición reposa en manos de grandes figuras del pensamiento, quienes –dada la humanidad que los asiste- se abstienen de calificar como tratados a la mayoría de sus obras y creen ennoblecerlas más si las dejan en la categoría de ensayos.

Algunos tratadistas del ensayo consideran que, desde el punto de vista formal, sus fronteras son difíciles de establecer. Por un lado colinda con el tratado, con el trabajo científico, con la crítica, con la didáctica y hasta con el periodismo –dado su carácter informativo -; pero se diferencia de ellos en que no sigue un orden estrictamente sistemático de exposición ni pretende agotar la materia, como tampoco dar soluciones determinantes . Quizás por ello, Ortega y Gasset definió el ensayo como “disertación científica sin prueba explicita”, y el periodista y crítico español Eduardo Gómez de Baquero, más conocido por su seudónimo de Andrenio (1986-1929) afirmaba que este “es la didáctica hecha literatura; es la estilización artística de lo didáctico que hace del ensayo una disertación amena en vez de una investigación severa y rigurosa. Está en la frontera de dos reinos: el de la didáctica y el de la poesía, y hace excursiones del uno al otro”.

En el ensayo, denominado también estudio o meditación, el punto de vista personal que asume el autor al tratar el tema adquiere primacía. Lo individual –sentimientos, vivencias, gustos, aversiones y postura intelectual – es lo que lo define y caracteriza, acercándolo muchas veces –no siempre- a la poesía, pero distanciándose de ella por el uso del lenguaje que –como afirman los críticos – suele ser más conceptual, racional y explosivo en el ensayo, en tanto que más intuitivo y lírico en la poesía. Pero lo que cuenta en definitiva para la realización exitosa del ensayo es que el ensayista posea vasta cultura, buen sentido de la observación, buen gusto, aptitud inteligente, imaginación creadora y dominio idiomático. Estas cualidades generan y fortalecen en el autor del ensayo su sentido crítico y lo conducen a sostener su tesis con criterio propio y consistentes argumentos, hasta la conclusión de sus planteamientos.

2. REFERENTE HISTORICO DEL ENSAYO.

Aunque el ensayo registra antecedentes en la antigüedad , adquirió su sentido como género literario en Francia durante el siglo XVI, donde, a partir de la obra de Miguel de Montaigne, se designó con el nombre de ensayo a todo estudio provisional de carácter histórico o científico . Sin embargo, fue ya en el siglo XVIII cuando dicho término se impuso con mayor importancia y reconocimiento en los círculos intelectuales, de la misma Francia e Inglaterra, entre los que sobresalen Locke, con su ensayo sobre el entendimiento humano; Condillac y Hume, sobre temas filosóficos; Voltaire, con su ensayo sobre las costumbres –abarcando la historia y la economía- y muchos otros filósofos y científicos de la época.

En los primeros años del siglo XX se multiplican las obras de reflexión crítica sobre la vida política, moral e intelectual de la época, que consolidan el aspecto moderno del ensayo en Francia y lo desarrollan frente a la novela como la forma más fecunda de la producción literaria contemporánea en este país, en el marco de la defensa de una idea liberal que venía en curso desde el siglo anterior: el libre pensamiento.

En España luego del precedente histórico dejado por la obra de Fray Antonio de Guevara entre los siglos XV y XVI, brillan ya en el siglo XVIII figuras del ensayismo tales como Feijoo, Cadalso y Jovellanos.

Durante el siglo XIX el ensayo sigue su impetuoso desarrollo hasta su consolidación en la “generación del 98”, destacando la figura del escritor de artículos periodísticos Mariano Jose de Larra quien con sus ensayos publicados se hizo comparable a los más ilustrados del siglo XVIII. A partir de entonces, los trabajos de investigación y crítica sobre el pasado literario español experimentaron un notable avance al adquirir un nuevo rigor científico, especialmente en los trabajos de Amador de Los Ríos y Menéndez y Pelayo. Ya en la generación del “98”, surgen figuras insignes como Angel Ganivet con su “ideario español” “granada la bella”, seguido de Unamuno, ensayista consumado y el más ilustre de la literatura contemporánea española; José Martínez Ruiz, “Azorín” con su estilo ágil y diáfano, en sus obras “los pueblos” “la ruta de don quijote” “castilla” “y la agonía del cristianismo”, hace del ensayo el vehículo de su inquietud religiosa y de sus ideas políticas y literarias enlazadas por un profundo sentido poético y singular dominio del recurso idiomático.

En esta reseña histórica traída a grandes pasos por la ruta que ha recorrido el género de ensayo sobresalen grandes representantes de la erudición como son Menéndez, Vidal y Asín Palacios, así como los llamados “novecentistas”, cuyas máximas figuras son José Ortega y Gasset y Eugenio Dörs. Ortega y Gasset es conocido como un ensayista por excelencia, cuyas interesantes disertaciones utilizan como vehículos las conferencias, los artículos y los libros. Su estilo muy personal se plasma en ensayos como “El espectador”, “España invertebrada”, “La rebelión de las masas”, “El tema de nuestro tiempo” y otros. Dörs, creador del novecentismo, asume una nueva aptitud en lo intelectual e histórico al tratar temas políticos, de arte, de ciencia, de filosofía y en general, todo lo que significa curiosidad intelectual y espiritual. Su labor de ensayista se centra principalmente en sus obras “glosario” y “nuevo glosario”. Posteriormente, a comienzos del siglo XX, se destacan Antonio Tovar (1911) y José Ferrater Mora (1912).

En Hispanoamérica, el ensayismo ha tenido un desarrollo relativamente tardío, paralelo al de España pero con una temática más amplia. A los temas comunes del contexto europeo se suman los temas americanos. Desde el siglo XIX predomina el ensayismo de ideas, tipificado en un debate acerca de la identidad misma del ser continental. La vasta obra de los precursores de las repúblicas como el ecuatoriano Juan Fontalvo, el peruano Manuel González Prada y los argentinos Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento, ha gozado de cabal continuidad. En México, sobresalieron Antonio Caso, José Vasconcelos, Alfonso Reyes y Otros como Samuel Ramos y Leopoldo Zea, quienes sirvieron de transición al ensayismo de O. Paz y de C. Fuentes. En Uruguay sobresale la obra de José Enrique Rodó, cuya línea de debate interesa a muchos otros ensayistas, entre ellos a José Ingenieros y Jorge Luis Borges en Argentina, Germán Arciniegas en Colombia, Arturo Uslar Pietri en Venezuela, Roberto Fernández Retamar en Cuba, así como al dominicano Pedro Henríquez Ureña, y al nicaragüense Santiago Arguello.

Como apreciación general de este recorrido histórico, podemos decir con Eloísa Alvarez que todos los ensayistas hispanoamericanos siguen una trayectoria nacionalista y están unidos por ideas comunes, en términos de expresión americana y de lucha por una sociedad ideal, sin perder de vista la identidad y autonomía cultural, pero en función de la unidad entre naciones.

3. CRITERIOS DE ORDEN METODOLOGICO PARA LA REALIZACION DE UN ENSAYO

Aunque ya hemos dicho que la metodología del ensayo no ofrece complicaciones mayores, veamos a continuación algunos aspectos cuya claridad es necesaria para facilitar su diseño y desarrollo; pues, por sencilla y libre que sea la forma estructural de este tipo de trabajo, no podemos desconocer algunas reglas, indicaciones y criterios que se han de seguir, en bien de la seriedad que debe caracterizar estos estudios.

3.1 TIPOS DE ENSAYO

Según la Dra. Eloísa Alvarez y su equipo de investigadores, existe una gran variedad de ensayos, pero no hay una clasificación satisfactoria y absoluta; por lo que se pueden agrupar en tres grandes tipos, con el único propósito de facilitar la identidad del contenido, ya que es en este aspecto en el que radican las diferencias.

 Primer Tipo: Ensayo puro o de exposición de ideas. Tiene como finalidad primordial comunicar ideas, reflexiones o pensamientos de índole política, filosófica, religiosa, económica, entre otras, con cierta intensidad, pero sin rigor metodológico. En realidad, se trata de textos escritos con espontaneidad pero con gran autonomía personal y autoridad intelectual. Tal es el caso de los ensayos de Unamuno y los de Ortega y Gasset.

 Segundo tipo: Ensayo poético. Es aquel en el que la sensibilidad y la fantasía crean mundos ficticios que sirven de envoltura poética a las ideas del autor. En estos ensayos se privilegia lo poético sobre lo conceptual. Transmiten la visión que, en este sentido, tiene el autor sobre su objeto de análisis o de reflexión. Se sitúan en esta clase, ensayos como los de Juan Ramón Jiménez y los de Azorín (José Martínez Ruiz).

 Tercer Tipo: Ensayo de crítica. Es una reflexión profunda sobre un determinado tema a través del cual el autor expone sus ideas. Generalmente tiene como propósito analizar y enjuiciar cualquier obre humana (política, artística, literaria, etc.). En este sentido, debemos tomar muy en cuenta el compromiso que supone hacer crítica, ya que con frecuencia se otorga el crédito de la crítica a las apreciaciones que solemos dar a manera de opinión y, en consecuencia, no siempre con fundamentos sólidos y consistentes. La crítica no puede ser dogmático - hedonista, como lo advierte Carmelo Bonet, justamente uno de sus mejores ensayos titulado “La Crítica Literaria” y el mismo autor plantea más adelante: “La crítica debe explicar - y es conquista definitivamente adquirirla - y además, enjuiciar, decir si una obra vale o no vale y por qué”. Aquí vendrían bien como ejemplo los ensayos del uruguayo modernista José Enrique Rodó, “Ariel” y “Motivos de Proteo”, y los del mexicano Octavio Paz.

Al exponer la clasificación anterior, debemos advertir el riesgo que corremos de “matricular” nuestro ensayo a uno u otro de los tipos enunciados y brevemente explicados. Si esto hiciésemos, probablemente se incurriría en una nueva forma de “encasillar” e inhibir nuestra imaginación y capacidad creadoras. No es pues, necesario que clasifiquemos formalmente nuestro ensayo. Basta con que en la nota introductoria hagamos las precisiones del caso acerca del enfoque que tendrá el trabajo, respondiendo a interrogantes como: ¿En qué consiste?, ¿Cuál es su propósito?, ¿Qué importancia reviste?, ¿Quién es su destinatario? ¿Cómo se ha concebido la orientación del estudio?, entre otras.

3.2 CARACTERISTICAS DEL ENSAYO

El ensayo, al igual que los demás géneros literarios, presenta numerosas características; pero haremos referencia a las principales, que la crítica literaria ha logrado concretar, más las acotaciones que en este documento se consideren procedentes:

 Estructura: Esta generalmente es libre. Cada autor determina la forma de exponer, disponer y ordenar su idea o tesis; no obstante, el esquema general de trabajo debe atender a tres grandes partes: la introducción o planteamiento de la idea fuerza; el desarrollo o cuerpo de argumentación; y la conclusión. Es al interior de cada una de estas partes donde se otorga la libertad a la que se ha hecho referencia; pero no podemos perder de vista la importancia de documentarnos con seriedad y de manejar con rigor la información, así como su análisis y deducciones a que haya lugar. Estas exigencias siguen estando emparentadas con la dinámica de la investigación porque jamás podemos escribir bien sobre lo que nada o muy poco sabemos.

 Extensión sobre este aspecto no hay consenso. Por lo general la narración en el ensayo es sintética y su extensión es relativamente breve; pero esta característica no autoriza para suponer que un trabajo tipo ensayo se asigna por el solo hecho de que se requieren en pocas páginas. Esta sería la peor manera de subestimar la noción de ensayo. Nótese que algunas veces los ensayos adquieren tal dimensión que llegan a convertirse en un libro y hasta en varios tomos. El hecho de que sea breve, tampoco significa que deba ser incompleto; simplemente que se impone la manera especial y original como el escritor ve el mundo, la vida, la naturaleza, cualquier sector de la realidad y a veces, así mismo. No nos preocupemos por la extensión sino por la calidad y riqueza de nuestros aportes intelectuales.

 Estilo: la prosa es la forma de composición más común en el género de ensayo, aunque algunos ensayistas arriesgan su presentación en verso. El estilo del ensayo debe ser cuidadoso y elegante sin llegar a la afectación. Un buen ensayo no necesariamente es el resultado de un estudio exhaustivo sino de una consideración general bien tratada. Esto depende, naturalmente del grado de generalidad o especificidad que tenga el objeto de estudio. En todo caso, es recomendable el esfuerzo de delimitar el tema con el fin de hacerlo más abordable.

El estilo, para algunos críticos es la manera propia que cada uno tiene de exponer su pensamiento por medio de la escritura o de la palabra. Para otros el concepto es más amplio y se enuncia como la manera que cada uno tiene de crear expresiones para comunicar el pensamiento. Algún pensador incluso considera que “el estilo es el ropaje del pensamiento”, y otro más emotivo afirma que “el estilo es la vida, la sangre misma del pensamiento”. Todos estos conceptos podrían agruparse coherentemente en el siguiente planteamiento de Albalat: “El estilo es el esfuerzo por medio del cual la inteligencia y la imaginación encuentran los matices, las relaciones de las expresiones y de las imágenes, en las ideas y en las palabras o en las relaciones entre unas y otras”. Claridad, concisión, coherencia, sencillez y naturalidad son las cualidades esenciales del estilo oral, pero ofrecen la posibilidad de transferirse al estilo escrito. A un estilo depurado y bien fortalecido con el adecuado manejo del idioma, solo le falta un ingrediente para generar un ensayo de gran calidad: La fuerza de la argumentación, reflejada en una cadena de razonamientos capaces de persuadir al lector frente a la aceptación o rechazo de una tesis, en el marco de una discusión rigurosa y orientada por el profundo conocimiento del tema.

 Amenidad: esta característica atribuible al ensayo, realmente es parte constitutiva de lo anterior, esto es del estilo. Separarla de allí obedece a la única intención de otorgarle mayor privilegio; pues, si la amenidad de una exposición oral o de una exposición escrita cae en el descuido, cualquier nivel de rigor y profundidad en el tratamiento del contenido- y aún de su claridad comunicativa- resulta en extremo frustrado. Preservar la amenidad en el estilo de composición es una formula que supone situarse en todo momento en el lugar de quien nos va a leer. Para ser ameno el autor también tiene libertad, pero ejercida ésta con entera responsabilidad intelectual.

3.3 PRESENTACION DEL ENSAYO

Ha quedado suficientemente claro que, en el aspecto estructural del trabajo, no hay razón para acogernos al clásico derrotero metodológico propio de los diseños de investigación científica, pero del mismo modo se interpone la advertencia de que el ensayo no puede carecer de mérito investigativo, si tenemos en cuenta que no podemos prescindir de la actividad de búsqueda cuando se aborda un problema en condición de estudio, aún bajo las perspectiva de sugerir propuestas de solución.

Lo que esperamos como aporte o contribución al estudio y solución de problemas propios son posiciones críticas, planteamientos novedosos, no necesariamente pretendiendo la originalidad pura, pero si procurando mejorar lo existente, de modo que se descubran nuevos horizontes para la institución policial, en el contexto de un país y un mundo moderno y frente a los nuevos lenguajes y desarrollos que impone esa modernidad y aún el fenómeno de la postmodernidad.

Requerimos de los alumnos que sumen sus muchos años de experiencia y sus propios saberes para emprender la búsqueda de nuevas alternativas a favor de quienes pisamos territorio colombiano; que pensemos todos en la manera de canalizar el lenguaje de lo estratégico hacia formas distintas y más efectivas de comprometer a la sociedad con la causa de su propia seguridad y a la vez, de ofrecer un servicio policial más calificado, que merezca el reconocimiento de la comunidad nacional y nuestra propia satisfacción como guardianes del orden y la convivencia ciudadana. Demandamos nuevas ideas que nos ayuden a ser mejores policías. Esas ideas deben aparecer en las páginas de sus ensayos, redactadas por ustedes y presentadas con argumentos sólidos que les den plena justificación, en términos de interés y utilidad.

4. VENTAJAS DEL ENSAYO

 Representa un inicio importante de contribución en un campo específico del saber.

 Ofrece mayor estímulo al trabajo personal y favorece un comportamiento intelectual más original.

 En virtud de su fácil conducción metodológica, privilegia la iniciativa., imaginación y creatividad de los autores.

 Constituye el ensayo, un espacio óptimo para el ejercicio de la reflexión y el análisis, que estimula la actitud crítica.

 Es una experiencia gratificante, desde el punto de vista de la composición escrita y del cultivo de un estilo propio.

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