Notas Introductorias Al Análisis Del Proceso De Comunicacion
valesu259422 de Septiembre de 2013
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NOTAS INTRODUCTORIAS AL ANALISIS DEL PROCESO DE COMUNICACIÓN
DANIEL PRIETO CASTILLO
Un primer acercamiento a los elementos fundamentales de un proceso de comunicación implica el riesgo de caer en el esquema tradicional de emisor, mensaje, receptor, esquema que si bien a servido para simplificar la cuestión y hacerla accesible a un primer análisis, ha llevado a una comprensión demasiado superficial. Y no nos referimos tanto al ámbito universitario, donde de alguna manera esa simplificación ha sido superada, sino a otros campos en los que son precisos utilizar la comunicación para resolver problemas de amplios sectores de la población. En una encuesta realizada por CIESPAL en 1980, pudo comprobarse que una gran mayoría de organismos dedicados a cuestiones de desarrollo utilizaba un esquema de comunicación de tipo difusionista, basado en una presentación a menudo elemental de emisor, mensaje, receptor. Cuando fallan los conceptos básicos, sea por un error o por un uso parcial de los mismos, puede fallar la interpretación de los hechos y, lo, que es peor, las acciones derivadas de dicha interpretación.
El esquema elemental conduce directamente a una reducción de la riqueza de un proceso de comunicación. La consecuencia más inmediata en la lectura del proceso desde el emisor, incluso por la manera de graficar el esquema: siempre aquel aparece a la izquierda, como si él se originara todo, como si fuera el fundamente de partir del cual es necesario analizar y evaluar el proceso. Si bien esa superficialidad ha intentado ser corregida mediante algunas preguntas destinadas a especificar las cosas. ¿Quién?, ¿Para qué?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, etc., esto no aclara demasiado el problema, porque lo fundamental es replantear el esquema, pensarlo desde un horizonte más general, desde el contexto que funda el proceso mismo que determina su orientación, la intencionalidad puesta en juego. Nosotros no pretendemos eliminar el esquema, sino presentarlo de otra manera, a partir de los conceptos de formación social y marco de referencia o contexto inmediato.
LA FORMACION SOCIAL
Mediante este concepto se alude a la manera en que en un determinado país se articulan las instancias económicas, políticas e ideológicas dentro de un modo de producción dominante y de las relaciones sociales de él derivadas. Dicha articulación no es ninguna manera homogénea para todo el país. No es igual el modo en que viven lo económico, político e ideológico los campesinos de América Latina, que la forma en que lo hacen sectores sociales postergados a las grandes ciudades.
Estas instancias inciden directamente en los procesos de comunicación de una determinada formación social, y no solo en lo relativo a los grandes medios de comunicación. Inciden también en las relaciones más inmediatas, grupales e interpersonales.
Damos algunos ejemplos: no es difícil señalar las implicaciones económicas, políticas e ideológicas que tienen los grandes medios de comunicación. Piense en el papel de la televisión, tanto en la difusión de estereotipos como en la propaganda destinada a mantener la población dentro de muy pobres esquemas de interpretación de la realidad.
Una formación social tiene su historia, dentro de ella es posible analizar y entender la manera en que se consolidan las tradiciones, formas de valores y enfrentar la realidad, formas de relacionarse. Nos referimos a la cultura en general, pero ella se especifica en cada caso, según los sectores sociales en cuestión. No es posible pensar que cultura al margen de la influencia institucional (la Iglesia, el Estado, entre otras) de la manera en que se determinan los códigos de relación de la población de la forma en que dichos códigos fijan precisos límites a la conducta cotidiana. Todo esto es capital para entender el esquema tradicional de comunicación. Uno no es simplemente emisor, uno es emisor en situación, dentro de tensiones sociales, dentro de ciertas relaciones de poder, dentro de un grupo y no de otro. En otras palabras, lo que fundan al emisor no está en lo esencial, en el sino en las relaciones sociales dentro de las cuales se inserta y vive, según los límites fijadas por la formación social a cada sector de la población. Esto no quiere decir de ninguna manera que tales límites sean de hierro, que la conducta diaria esté determinada totalmente por las condiciones económicas, políticas e ideológicas vigentes. Precisamente el proceso de formación social permite reconocer relaciones sociales contradictorias, espacios de autonomía relativa, presencia simultánea de distintas formas de producción social... Pero siempre se es emisor en una determinada situación, aún cuando la misma contradiga, o busque contradecir de alguna manera las instancias dominantes. Sartre, en su prólogo a EL Idiota de la Familia afirma que Flaubert fue un pequeño burgués hijo de una familia pequeña burguesa del siglo XIX. “Esto no implica, señala, por qué escribió Madame Bovary”. Y para explicarse el origen de esa obra el autor inicia un estudio a partir de una inmensa cantidad de información (estética, psicoanalítica, histórica, sociológica...) Sin embargo, sus límites máximos están en la Francia de la segunda mitad del siglo XIX. El momento histórico de esa formación social es el horizonte último de comprensión. Sin duda hay mucha información que no se agota en la consideración de lo macro, de lo general. El error ha sido confiar toda la interpretación a un análisis de ese horizonte. Es preciso pasar a otros planos para poder comprender lo que ocurre realmente dentro de un proceso de comunicación. Por último, una formación social nunca está sola, sufre las influencias de otra.
EL MARCO DE REFERENCIA
Difícilmente uno vive con una consciencia clara de lo que ocurre en el límite de la formación social. La vida de cada uno, como señala Henry Lefebvre, transcurre sobre una gran complejidad, sobre una historia, sobre relaciones sociales que no resultan claras en el diario acontecer. En otras palabras, lo más inmediato constituye un horizonte que se superpone al otro que menudo lo oculta en la consciencia y la conducta diarias. Este ámbito marco de referencia inmediato, es el de la vida cotidiana. Las orientaciones económicas, políticas e ideológicas dominantes en una determinada formación social tienen éxito (sobre todo las dos últimas) si y solo si se cristalizan, se concentran, en lo que la mayoría de la población hace, piensa, espera, cree, recuerda, sueña, cada día. Esto, como señalamos antes no es así mecánicamente, ni tampoco lo es hasta en los más mínimos detalles, pero no cabe duda que la continuidad de un sistema social, su funcionabilidad, su coherencia interna, depende de la reproducción en las relaciones sociales más inmediatas de las grandes líneas que fija el dominante en una formación social.
Y, nos guste o no, se es emisor, se es receptor, dentro de esos parámetros lo sepan o no quienes emiten y perciben. Es posible señalar con ciertas precisiones las relaciones esenciales de una determinada sociedad, por ejemplo a través de las clases sociales, de las contradictorias, de cuestiones políticas e ideológicas, pero si no se las especifica en ejemplos concretos, si no se las reconoce en la vida de todos los días, la información queda en un plano de excesiva abstracción como para resultar de alguna utilidad. Para fijar dos opuestos, dentro de los cuales habrá que reconocer algunos matices intermedios, señalemos que se es emisor, al menos en los grandes medios de difusión (pero no solo en ellos) para consolidar la vida cotidiana vigente o para intentar cambiarla en lo que tiene negativo. Y esto, lo sepa o no el emisor, supone una toma de posición dentro de las relaciones sociales de una determinada formación social.
Algunos ejemplos: emite para reforzar lo vigente quien difunde mensajes repletos de estereotipos sobre la sumisión necesaria de la mujer, sobre actitudes puerilmente magiscistas, sobre le valor de la superstición. Todo esto es vivido cotidianamente por amplios sectores de la población. Tal emisor no hace más que aprovechar lo que la gente ya es para reforzarlo. Pero la vida cotidiana es mucho más rica que eso, y un emisor, a partir de ella, puede orientar su acción hacia una transformación, hacia el abandono de lo negativo o bien hacia la promoción de lo positivo. Piénsese, por ejemplo, en el fomento de lazos de solidaridad, en el impulso a la organización en el aporte de recursos para ampliar participación en la búsqueda de información... El papel reforzador o transformador de la vida cotidiana lo ejercen no sólo quienes trabajan en los grandes medios de difusión.
También les cabe a quienes participan en relaciones más inmediatas, grupales o interpersonales. Piénsese en las relaciones autoritarias padre - hijo, en la violencia que puede ejercer un grupo cuando alguien intenta violar sus normas. Insistimos: se emite, se percibe siempre dentro de relaciones sociales caracterizadas por un fuerte inmediatismo. Si hay un sitio donde debe buscarse la clave del éxito en los medios de difusión es precisamente éste: el de las relaciones inmediatas.
Se es emisor, pues, de un determinado contexto, dentro de una determinada manera de emitir y percibir, dentro de sucesivos horizontes culturales, en suma. Quien pasa de un horizonte a otro sin tomar en cuenta el suelo donde pisa corre el riesgo de emitir mal o de percibir peor.
Un proceso de comunicación no puede ser entendido sin los conceptos de formación social y de marco de referencia. Todos sus elementos están insertos en ellos, sin el contexto es imposible comprender el texto, aún cuando éste tenga algún grado de especificidad.
LOS ELEMENTOS
Un proceso
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