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ORIGEN Y EVOLUCION DEL CASTELLANO Las investigaciones que se han realizado sobre la estructura


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2015  •  Ensayos  •  3.820 Palabras (16 Páginas)  •  241 Visitas

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ORIGEN Y EVOLUCION DEL CASTELLANO

Las investigaciones que se han realizado sobre la estructura y el funcionamiento de cada una de las lenguas han recibido comúnmente el nombre de gramática.                        Los estudios gramaticales se iniciaron en Grecia en el siglo V a. de C., aunque la primera gramática no fue escrita hasta el siglo II a. de C., por Dionisio de Tracia. Estos estudios se vinculaban con “el arte de escribir”, dado que en ese tiempo se consideraba el lenguaje escrito más importante que el lenguaje oral.                                                La gramática que los latinos crearon después fueron de aportes griegos, y las modificaciones realizadas fueron mínimas.                                                          Este dialecto románico es surgido en castilla y origen de la lengua española, nació en una franja montañosa, mal y tardíamente romanizada, inculta y con fuertes raíces prerromanas (Burgos, Iría Flavia, Oviedo, Amaya, Pamplona), en la cual surgieron los condados y reinos medievales españoles, y en torno a esos nuevos centros fueron desarrollándose las variedades dialectales. El castellano, dialecto de los montañeses y vascos encargados, en el siglo IX, de defender de los árabes (en la península desde el año 711) la frontera oriental del reino asturleonés, toma su nombre de castilla —del latín castilla, plural de castellum— que en periodo visigótico significó `pequeño campamento militar' (diminutivo de castrum) y luego `tierra de castillos'. Con respecto a los vascos, se sostiene que éstos, con su propia lengua, influyeron profundamente en esta nueva lengua románica.                                                                                                La modalidad idiomática navarro-aragonesa, utilizada en el lugar en donde confluían tres reinos, castilla, navarra y aragón, dio origen, en el siglo XI, a los primeros documentos peninsulares en una lengua romance: las glosas emilianenses (puede consultar un interesante artículo sobre ellas en la página de Ricardo soca)y las glosas silenses . En el año 1042, por otra parte, se escribieron las jarchas, primeros textos en castellano, pero con caracteres árabes o hebreos.                                        También es llamada castellano, por ser el nombre de la comunidad lingüística que habló esta modalidad románica en tiempos medievales: castilla. Existe alguna polémica en torno a la denominación del idioma; el término español es relativamente reciente y no es admitido por los muchos hablantes bilingües del estado español, pues entienden que español incluye los términos valenciano, gallego, catalán y vasco, idiomas a su vez de consideración oficial dentro del territorio de sus comunidades autónomas respectivas; son esos hablantes bilingües quienes proponen volver a la denominación más antigua que tuvo la lengua, castellano entendido como `lengua de castilla'.                                        En los países hispanoamericanos se ha conservado esta denominación y no plantean dificultad especial a la hora de entender como sinónimos los términos castellano y español. En los primeros documentos tras la fundación de la real academia española, sus miembros emplearon por acuerdo la denominación de lengua española. Quien mejor ha estudiado esta espinosa cuestión ha sido amado Alonso en un libro titulado castellano, español, idioma nacional. Historia espiritual de tres nombres (1943). Volver a llamar a este idioma castellano representa una vuelta a los orígenes y quién sabe si no sería dar satisfacción a los autores iberoamericanos que tanto esfuerzo y estudio le dedicaron, como Andrés bello, j. Cuervo o la argentina Mabel Manacorda de Rossetti.                        Renunciar al término español plantearía la dificultad de reconocer el carácter oficial de una lengua que tan abierta ha sido para acoger en su seno influencias y tolerancias que han contribuido a su condición. Por otro lado, tanto derecho tienen los españoles a nombrar castellano a su lengua como los argentinos, venezolanos, mexicanos, o panameños de calificarla como argentina, venezolana, mexicana o panameña, por citar algunos ejemplos. Lo cual podría significar el primer paso para la fragmentación de un idioma, que por número de hablantes ocupa el tercer lugar entre las lenguas del mundo. En España se hablan además el catalán y el gallego, idiomas de tronco románico, y el vasco, de origen desconocido.                                                Como dice Menéndez Pidal "la base del idioma es el latín vulgar, propagado en España desde fines del siglo III a.c., que se impuso a las lenguas ibéricas" y al vasco, caso de no ser una de ellas.                                                                         Otro elemento conformador del léxico en el español es el griego, puesto que en las costas mediterráneas hubo una importante colonización griega desde el siglo vii a.c.; como, por otro lado, esta lengua también influyó en el latín, voces helénicas han entrado en el español en diferentes momentos históricos. Por ejemplo, los términos huérfano, escuela, cuerda, gobernar, colpar y golpar (verbos antiguos origen del moderno golpear), púrpura (que en castellano antiguo fue pórpola y polba) proceden de épocas muy antiguas, así como los topónimos Denia, Calpe.                                                A partir del renacimiento siempre que se ha necesitado producir términos nuevos en español se ha empleado el inventario de las raíces griegas para crear palabras, como, por ejemplo, telemática, de reciente creación, o helicóptero.        Entre los siglos iii y vi entraron los germanismos y su grueso lo hizo a través del latín por su contacto con los pueblos bárbaros muy romanizados entre los siglos iii y v. Forman parte de este cuerpo léxico guerra, heraldo, robar, ganar, guiar, guisa (compárese con la raíz germánica de Wais y Way), guarecer y burgo, que significaba 'castillo' y después pasó a ser sinónimo de 'ciudad', tan presente en los topónimos europeos como en las tierras de castilla, lo que explica Edimburgo, Estrasburgo y Gotemburgo junto a burgos, burguillo, burguete, o burgués y burguesía, términos que entraron en la lengua tardíamente.                                           Hay además numerosos patronímicos y sus apellidos correspondientes de origen germánico: ramiro, Ramírez, Rosendo, Gonzalo, Bermudo, Elvira, Alfonso. Poseían una declinación especial para los nombres de varón en -a, -anís, o -an, de donde surgen favila, Froilán, Fernán, e incluso sacristán.                                                                             Este idioma llega américa tras la llegada en 1492, de Cristóbal colón, el castellano se encontraba consolidado en la península, pero durante los siglos xv y xvi se produjo una verdadera revolución consonántica que afectó especialmente a las llamadas sibilantes, las cuales se redujeron, y ésa fue la variedad que llegó al nuevo mundo, generalmente conocida como español de américa. En este continente se enriqueció con el aporte de las lenguas aborígenes de Hispanoamérica.                                                A partir del siglo xvi se impuso el término de español al convertirse en lengua nacional. De hecho, en 1536, es el emperador Carlos i, en presencia del papa, quien utiliza por primera vez la expresión lengua española, la cual —según el monarca— "era tan noble que merecía ser sabida y entendida de toda la gente cristiana, hecha para hablar con dios". El término castellano subsistió como nombre del actual dialecto de castilla.                                                                                                Desde 1492 a la fecha, el español se ha extendido por los cinco continentes. Además de ser la lengua oficial de España y de diecinueve países de américa y el caribe (México, Guatemala, Honduras, el Salvador, Cuba, República Dominicana, Nicaragua, costa rica, panamá, Venezuela, Colombia, ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Argentina, Chile y Puerto Rico, en este último, junto con el inglés), es, además, idioma nativo —total o parcialmente— en determinadas zonas de estados unidos (nuevo México, Arizona, Texas, California y Florida), país en el cual es la segunda lengua principal, con 23 millones de hablantes. Se estima que en la próxima década, entre 27 y 30 millones de norteamericanos hablarán español, los cuales constituirán el 12% de la población de estados unidos. Ya nueva york y los ángeles tienen, respectivamente, más de un millón de hispanohablantes.                                                                La américa prehispánica se presentaba como un conglomerado de pueblos y lenguas diferentes que se articuló políticamente como parte del imperio español y bajo el alero de una lengua común.                                                                         La diversidad idiomática americana era tal, que algunos autores estiman que este continente es el más fragmentado lingüísticamente, con alrededor de 123 familias de lenguas, muchas de las cuales poseen, a su vez, decenas o incluso cientos de lenguas y dialectos. Sin embargo, algunas de las lenguas indígenas importantes -por su número de hablantes o por su aporte al español- son el náhuatl, el taíno, el maya, el quechua, el aimara, el guaraní y el mapuche, por citar algunas.                                                        La influencia de la iglesia fue muy importante en este proceso, puesto que realizó, especialmente a través de los franciscanos y jesuitas, una intensa labor de evangelización y educación de niños y jóvenes de distintos pueblos mediante la construcción de escuelas y de iglesias en todo el continente.                                 Sin embargo, aquellos primeros esfuerzos resultaron insuficientes, y la hispanización de américa comenzó a desarrollarse sólo a través de la convivencia entre españoles e indios, la catequesis y -sobre todo- el mestizaje.                                En el plano fónico, por ejemplo, pérdida de la d entre vocales (aburrío por aburrido) y final de palabra (usté por usted, y virtú por virtud), confusión entre l y r (mardito por maldito) o aspiración de la “S” al final de sílaba (pahtoh por pastos) o la pronunciación de x, y, g, j, antiguas como h, especialmente en las Antillas, América Central, Colombia, Venezuela, Panamá o nuevo México, hasta Ecuador y la Costa Norte de Perú.                        A través del tiempo el español se esparció mucho más en otros lugares como: en filipinas (cerca de un millón y medio de hablantes en 1988), junto con el inglés y el tagalo, y en trinidad, isla situada cerca de Venezuela. Por otra parte, debido a que la isla de pascua (cuya lengua nativa es el rapa-nui) es territorio de chile, también se puede decir que el español se habla en la polinesia.                                                                Se afirma que el español es asimismo la lengua materna de cientos de miles de judíos sefardíes o sefarditas descendientes de aquellos expulsados de España en 1492, quienes viven especialmente en Turquía, los Balcanes, el Asia menor, norte de áfrica; pero también en Holanda, Grecia, Bulgaria, Yugoslavia, Egipto, Líbano y siria; además, existen grandes comunidades en Francia, estados unidos e Israel.        En áfrica, se habla español en marruecos, y es lengua oficial y de instrucción en la guinea ecuatorial, donde la hablan más de 300.000 habitantes, mientras que en Oceanía cada día crece el porcentaje de hispanohablantes, pues en Australia reside un gran número de inmigrantes de origen hispano. Finalmente, se estudia en colegios y/o universidades en casi todas partes y es lengua oficial de las naciones unidas, la unión europea y otros organismos internacionales.                                                                                        En consecuencia, la lengua española tiene presencia en todos los continentes, lo que la convierte en la tercera lengua más hablada en el mundo y en una de las más extendidas geográficamente. De las aproximadamente 5.000 lenguas que existen en todo el orbe, el español ocupa un lugar de privilegio con cerca de 400 millones de hablantes.                                                                                                Esta lengua se fue evolucionando y modificando a través del tiempo ya que se incorporaron muchos galicismos (Francia) para adoptar las teorías racionalistas que se daban en Francia. La lengua se volvió rebuscada, se hizo artificial ya que algunos galicismos ya estaban aquí y otros no tenían significado lo que produjo las iras de algunos literatos. Esta corriente de aceptar estas entradas se denominó a francesísimo.                        En el XVIII se fija la ortografía española cosa no determinada hasta entonces. Quedaron muchas dobles grafías con un solo fonema (c-z; v-b; j-g; c-q (cuando “c” queda como “q”)).                                                                                                La literatura tendía a ser crítica con formas, testamentos, religión, entre otros.        Logrando la consolidación del castellano poco a poco hasta conseguir los primeros escritos o texto literario escrito íntegramente en castellano fue el anónimo cantar de mío cid, cuya versión original data del siglo xii (1140 aproximadamente), aunque la que hoy se conoce es la de 1307, copiada por per Abatt.                                                También del siglo XIII es la grande e general historia de España de Alfonso X, rey de castilla entre 1252 y 1284. Estos primeros textos escritos en castellano no se ajustaban a una única norma ortográfica, ya que ésta no existía. Sin embargo, a partir de Alfonso el sabio —que publicó sus obras en castellano en vez de latín— es posible detectar una cierta uniformidad y ésta es, probablemente, la escritura más fonética de la historia del idioma, además de haber adquirido, gracias a este monarca, el prestigio de lengua nacional. De hecho, se consideran que en la historia lingüística del castellano se pueden distinguir dos etapas: la primera, denominada "romance", en la que se escriben las primeras muestras de la nueva lengua, donde las variedades se van homogeneizando en torno al habla de burgos, primer centro de nivelación del idioma, y la segunda, denominada "castellana", que comienza a partir de la obra del mencionado Alfonso x el sabio. Más tarde, en el siglo xiv, aparece el libro de buen amor, de juan Ruiz, arcipreste de hita.                                                                                                Por su parte, en el ámbito histórico, castilla se consolidó como la monarquía más poderosa del centro peninsular, lo cual le permitió, en el siglo xiii —gracias al dominio que ejerció sobre los reinos vecinos— convertirse en el único reino ibérico capaz de lograr la recuperación de los territorios bajo dominio musulmán, lo cual es, prácticamente, sinónimo de la expansión del castellano. Es entonces cuando este dialecto, eminentemente innovador e integrador, se hizo lengua de cultura, pues castilla —convertida ya en una gran nación— necesitó de una forma lingüística común.                        Además, fue la lengua a través de la cual se tradujeron grandes obras históricas, jurídicas, literarias y científicas, gracias a lo cual en toda Europa se conoció la cultura de oriente, proceso en el cual tuvo importancia radical Alfonso x y su corte de intelectuales agrupados en la escuela de traductores de Toledo, integrada, entre otros, por judíos conocedores del hebreo y el árabe.

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