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PRIMERA PARTE La literatura es art


Enviado por   •  29 de Febrero de 2016  •  Apuntes  •  3.781 Palabras (16 Páginas)  •  293 Visitas

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PRIMERA PARTE

 La literatura es arte. Un texto literario nos propone experiencias sensibles, nos seduce, nos impacta, se planta frente a nosotros cuestionándonos, nos emociona. Nos modifica como personas ya que, como en el rio de Heráclito, nunca salimos como entramos a la lectura de un cuento, un poema, una novela…

Y la literatura infantil no tiene por qué ser una acepción., Así pues el contacto del niño con la literatura infantil es y debe ser, ante todo, un contacto gozoso, amigable, placentero. Escuchar un cuento, un poema o ver una obra de teatro, por poner solo algunos ejemplos, son experiencias sensibles comparables a oír música, asistir a un espectáculo de danza, mirar una fotografía o ver una película.

Las primeras lecturas suelen ser recordadas por adultos. Justamente porque son experiencias sensibles de gran impacto.

La literatura infantil, en sus inicios sierva de la pedagogía y de la didáctica, se dirigía al niño escolar que ya es un niño artificial, de uniforme, mensurable, según criterios meramente escolares basados en el rendimiento, en la conducta, en la capacidad de adecuarse al modelo escolar.

Es decir, la literatura especialmente construida para los niños era, por entonces, más pedagógica que literaria. Cuando se dice pedagógica se quiere decir aleccionadora, dirigista, manipuladora. Es precisamente esa literatura que se esfuerza por parecer, por simular ser literatura, cuando en realidad no eran escritas intencionalmente para niños sino para adolescentes y  adultos.

En momentos actuales se puede decir que la literatura infantil se adapta a la experiencia de vida y lectura de los niños. Se agacha hasta su nivel y a la vez tira de ellos y de sus capacidades de comprensión e interpretación.

Citando a Teresa Colomer, quien afirma que; la literatura infantil es un discurso adulto dirigido a los niños. En él se ve claramente la conciencia social de lo que se piensa que es la infancia, lo que la sociedad adulta piensa que es bueno que conozca… o no a determinadas edades, la forma en que la sociedad que han nacido esos niños, ve el mundo y la forma en la que quiera soñarse a sí misma cuando se explica para ellos.

También se ve ahí la experiencia acumulada sobre qué es lo que divierte y entretiene a los niños y la mejor manera de contarles las cosas. Todas estas percepciones y saberes han evolucionado en el tiempo, ha sí que la literatura infantil ha ido cambiando con ellos. Los libros para niños son un producto cultural específico con reglas propias porque se definen por su destinatario. Todos sus componentes tienen continuidad con otros fenómenos (el sistema literario, visual, ideológico, etc.), pero todos juntos forman un producto único.

Si un libro no le sirve al niño para encontrarse consigo mismo-con sus fantasías y con sus realidades-, para pasar un agradable momento en el cual su imaginación hecha a volar y crece; para movilizar sus emociones, es decir para sentir en su cuerpo alegría, miedo, tristeza, irritación, rebelión, alegría; para paladear las bellezas de las imágenes y de las palabras, con sus variantes de apreciar la armonía de su sintaxis y/o el impacto sonoro que nos provoca; para conocer el mundo que lo rodea y, particularmente a la gente que lo puebla; en síntesis, si leer no es crecer, ese libro es aún una obra pero todavía no es literatura, porque no se encontró aun con un receptor que lo signifique.

La literatura para niños y jóvenes debe ser, y  verse, como literatura y tener muy en cuenta las funciones de los textos, que pueden resumirse en tres:

1-Iniciar el acceso al imaginario que comparte una sociedad determinada.

2-Desarrollar el dominio del lenguaje a través de las formas narrativas, poéticas y dramáticas del discurso literario.

3-Ofrecer una representación articulada del mundo que sirve como instrumento de socialización de las nuevas generaciones.

Los niños alcanzan estos beneficios a través de distintos corpus literarios: la literatura de tradición oral, las obras clásicas, la que se produce actualmente (Colomer 2010).

Lo primero que deberíamos plantearnos es cuan lectores somos los adultos.

Tratando de empezar con el pie derecho, recordar que casi indefectiblemente, solo un lector hace nuevos lectores.

“La propia formacion del  docente tiene mucho que ver. Si apreciamos la literatura como una experiencia valiosa, podremos ser más crítico y seleccionar mejor para nuestros alumnos.

Si no es así, será importante que en primer lugar despejemos de nuestro imaginario todos los estereotipos que rondan en torno a la literatura destinada a los niños. Que al leer diversos textos, tratemos de pensar, de sentir, que podemos brindarles a nuestros alumnos.

La lectura es una religión que, abrumadoramente, todos decimos profesar. Pero pocos, muy pocos practicamos.

 Es responsabilidad de la escuela ofrecer tiempo y motivaciones para formar en cada alumno un lector autónomo. La magia de la lectura debe ser garantizada por la escuela por tratarse de una experiencia cultural, que muchos niños no pueden realizar en sus casas, responsabilidad de todo adulto, en tantos mediadores de lectura, desde cualquiera de las posiciones posibles: padres, docentes, bibliotecarios, etc.

Paradójicamente, en la mayoría de las escuelas se argumenta que no hay tiempo para leer. Agobiados por las imposiciones de la práctica escolar, algunos maestros creen que para generar conductas lectoras es suficiente con recomendarles a los alumnos que lean en su casa. Lamentablemente es pedirle mucho a un niño y este buen consejo es insuficiente para generar una práctica lectora en los niños.  

“cuanto más hagamos por sacar a la literatura en el marco de las obligaciones, del campo del deber ser y de los autores consagrados por obra y gracia de los calendarios, y la instalamos, decididamente, en el campo del placer( aunque a veces ese placer consiste en el sufrimiento por dotar de algún sentido a esas hormiguitas negras que desfilan por la blancura de sus páginas), más nos acercamos a formar lectores autónomos, es decir, lectores fuera del ámbito escolar, lectores que opten, voluntariamente, por leer cuando podrían hacer otras cosas.(Silveira Carlos).

Y aquí me detengo; ¿La relación de la escuela y la literatura es conflictiva?

Graciela Montes opina al respecto: Es que si la literatura se domestica demasiado, como a veces se hace en la escuela, muere como literatura. Existe una instancia, que es el encuentro del lector con el texto, que hay que tratar de no perturbar demasiado. Debe darse la oportunidad de que se produzca ese encuentro. El maestro tiene allí un papel que cumplir, pero debe cuidarse de no ser un taxidermista, de no matar al texto y empaquetarlo. Eso no quiere decir que después no pueda hacer comentarios, o ligar ese texto con otros.

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