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Qué Es La Literatura


Enviado por   •  5 de Diciembre de 2012  •  1.658 Palabras (7 Páginas)  •  355 Visitas

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Hablar de la guerra implica pensar el mundo y su historia. No se puede pensar los cambios en el tiempo sin volver sobre un acontecimiento bélico que haya acompañado a hombres y mujeres, sin embargo, siempre se habla de la guerra a partir de las naciones enfrentadas, los ejércitos y los escombros que se acumulan sumándose como trofeos, no se piensa la guerra desde el dolor que siembra en las familias que esperan no el triunfo o la derrota de los ejércitos, sino el regreso de esos seres que al volver a su hogar dejan de ser soldados para ser padres, hermanos, esposos o hijos. Es en esta medida que el presente ensayo pretende analizar el efecto que tiene la guerra en la desintegración y la tragedia que acompaña a la familia en las obras de teatro Madre coraje de Bertolt Brecht y Lisistrata de Aristófanes.

Si bien las dos obras se enmarcan en tiempos, circunstancias y territorios diferentes: Lisistrata recrea la guerra del Peloponeso (431 – 404 a.C.) y Madre coraje nos lleva al conflicto conocido como la guerra de los 30 años (1618-1648) la cual tuvo como protagonistas las principales potencias de la Europa Central del siglo XVII. Estas diferencias son ligeras al momento de pensar la guerra y sus efectos en la vida cotidiana de los hombres y mujeres que la padecen, no como soldados sino como las familias que esperan el fin de esta para volver al curso de sus vidas. Es importante aclarar que en ambas obras el dolor es asumido por las mujeres que esperan el regreso de los soldados (hombres todos): en Madre coraje, son los hijos los que parten a la guerra, mientras en Lisistrata son los esposos quienes abandonan el hogar para engrosar las filas de los respectivos ejércitos a los que pertenecen. De igual manera, el efecto que produce la guerra y que es interpretado por el lector (o el espectador si la obra se lleva al escenario) no cambia a pesar que en la obra griega se use la comedia como medio para persuadir, mientras que en la obra del dramaturgo alemán el drama y su progresiva agudización sean no solo constantes sino la marca que identifica esta obra de otras tantas. Así, más allá de los recursos, y las circunstancias antes mencionadas, ambas obras muestran el devastador efecto que la guerra produce en la población, más específicamente la familia, pues los ejércitos pierden soldados, pero las familias pierden padres, esposos, hijos.

En ambas obras se marca claramente la distancia entre los intereses de los “poderosos” y los intereses del pueblo y cómo la guerra solo favorece a Reyes, incluso cómo la guerra se convierte en un absurdo atravesado por el dinero y el poder. Esto se evidencia con mucha fuerza en Madre coraje, donde sus hijos son arrebatados en beneficio de alguien que solo aumenta sus ingresos sin importar las vidas que se pierden por ello:

Madre coraje:

(…) Cuando se oye hablar a los peces gordos, parece que hacen la guerra por temor a Dios y por todo lo que es bueno y hermoso. Pero si se mira mejor, se ve que no son tan idiotas y que hacen la guerra por las ganancias (Brecht, 159)

En el anterior pasaje se hace evidente cómo la guerra no es un asunto ideológico, una causa por la cual se entrega la vida y los hombres salen presurosos abandonando su hogar y sus familias, sino que tras esos motivos que se pregonan y ondean como banderas ideológicas e incendiarias, hay intereses que se reducen a incrementar el capital de unos pocos a partir del sacrificio de algunos incautos que se dejan arrastrar por el ardor con que se anuncian verdades, tal como sucede en Madre coraje donde el conflicto religioso sirve como piso ideológico para intereses económicos.

En Lisistrata es evidente esta misma distancia, si bien no es tan marcada como en la obra de Brecht, si se advierte cómo los intereses de unos poderosos llevan a que dos naciones entren en guerras que parecen no tener fin y donde los hombres de las ciudades enfrentadas son usados como marionetas que defienden ideas que apenas si recuerdan tras años de confrontación:

Lisistrata:

(…) Ya los tengo a todos a mi mano y les voy a reprochar tontas faltas que unos y otros cometen. Están como hijos de una misma familia rociando con libaciones los altares de Olimpia, de las Termópilas y de pito (…) Y ahora que los bárbaros están en acecho y bien armados, ¡matan griegos a griegos y arrasan sus ciudades! (Aristófanes, 228)

En este discurso Lisistrata pretende hacer entrar en razón a los hombres que llevan años enfrentándose, sacrificándose vanamente inmersos en una guerra que no se detiene y que sólo produce muerte y desolación, guerras que les vuelve bárbaros y que no existen esos verdaderos ideales por los que creen luchar y, si en verdad creen en ellos, entonces no son más que tontos que no reconocen su error y olvidan que en algún momento hubo armonía, incluso favores que se

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