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Reflexiones para una nueva educación literaria


Enviado por   •  25 de Agosto de 2013  •  Ensayos  •  3.900 Palabras (16 Páginas)  •  310 Visitas

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De la didáctica de la Literatura a la transmisión de la Literatura:

Reflexiones para una nueva educación literaria

Jorge A. Sánchez López

mtojorge@gmail.com

Estamos convencidos que los graduados de Letras, los amantes de la literatura, los lectores literarios, tenemos hoy día en México una responsabilidad capital que, probablemente, muchos no alcanzan a vislumbrar en sus auténticas dimensiones.

La literatura es un vehículo de acceso único al poder de la lengua, al poder de apropiación de la realidad que las habilidades lingüísticas confieren. Apropiarse del poder de la lengua, decía Heidegger, es apropiarse del más peligroso de los bienes. De aquel que tiene la facultad, la capacidad, el poder, de crear la misma posibilidad de peligro. La responsabilidad de los lectores literarios consiste precisamente en cuidar que la capacidad de crear el peligro a la que se refiere el filósofo alemán, el poder de hacer cosas con las palabras, sea transmitida de forma efectiva a las nuevas generaciones de niños y jóvenes. En esta ponencia nos ocuparemos de aproximar algunas respuestas a dos problemas implícitos en la reflexión anterior siempre desde la doble posición de etnógrafos de escuela y agentes de transformación de ella:

- ¿Quién es el docente de literatura que tenemos? ¿Cuál es el docente de literatura que queremos?

- ¿Debemos enseñar o transmitir la literatura? ¿A qué llamamos transmitir literatura?

Dar respuesta a la primera pregunta seguramente traerá como consecuencia herir ciertas sensibilidades. Si se revisa, por ejemplo, la educación literaria inicial constatamos que ésta se encuentra a cargo de las graduadas en preescolar. Al revisar los currículos de estas carreras inmediatamente notamos la falta de una mínima formación literaria. Son inexistentes los cursos de introducción a la literatura, apreciación literaria o teoría literaria. Una única materia, “Literatura infantil”, aspira a cubrir las necesidades de formación literaria de los futuros maestros. Las preguntas que surgen inmediatamente al comprobar esto son varias: ¿Puede alguien que no ha tenido la oportunidad de desarrollar el gusto por la lectura enseñar -nótese el verbo enseñar- literatura? ¿Puede alguien que no es lector literario inducir a los niños a disfrutar los textos literarios? ¿Puede alguien que no es lector literario, que no tiene una formación mínima indispensable para interpretar y valorar adecuadamente los textos literarios, seleccionar y dar a leer verdadera literatura infantil y/o juvenil? ¿Puede discriminar entre la enorme producción editorial para niños llena de textos de ínfima calidad? ¿Puede hacerlo con un curso de literatura infantil y/o para adolescentes? Nos permitimos seguir, ¿puede apreciarse la verdadera literatura infantil sin una formación literaria previa? ¿Es posible acceder a los complejos mecanismos de la creación literaria para niños y jóvenes en donde confluyen, por lo menos en los textos destinados a los niños de preescolar, arte y literatura, creación culta y creación popular? Lamentablemente las respuestas a estas preguntas son negativas. Se necesita mucho más que un curso de promoción de la lectura para enseñar, para transmitir literatura a niños, para contribuir a desarrollar hábitos lectores, para despertar el amor por los libros, para desarrollar estrategias de lectura [1].

Nuestro trabajo actual indica que esto posible desde el preescolar. El trabajo en curso del equipo del Programa de Mediación de la Lectura que hemos formado varios compañeros, explora actualmente los alcances de la transmisión de la literatura [2]. Puede trabajarse con los niños de preescolar usando verdaderos textos literarios infantiles como El pequeño conejo blanco o Faltan 10 minutos para dormir:

- Tipología textual y finalidad de la lectura: “Vamos a leer libros divertidos. ¿Y qué hacemos cuando leemos libros divertidos…? Imaginamos, reímos, soñamos. ¿Y cuáles son los libros divertidos? ¿Cómo los reconocemos?”. (Introducción de las sesiones de animación a la lectura) [3].

- Identificación con el personaje: “¿Y qué personaje quieren ser? - ‘El conejo blanco’, dicen a coro. ‘La hormiga, que es valiente’”. (En una animación de El pequeño conejo blanco después de la lectura inicial del texto).

- Apropiación de la experiencia: “‘El pequeño puede ganarle al fuerte’, dicen a coro”. (En una animación de El pequeño conejo blanco).

- Generación de expectativas: “¿De qué puede tratar un libro llamado La cama de Mamá? ¿A ustedes les gusta acostarse en la cama de Mamá? A ver, ¿qué les gusta hacer? Les gusta saltar. ¡Vamos a saltar!”. (En una animación de La cama de Mamá).

- Generación de anticipaciones: “¿Y qué creen ustedes que pasó con esta oruga tan comilona, tan glotona, tan tragona? - ‘¡Se enfermó!’, - ‘Le dio dolor de barriga’, dicen los niños”. (En una animación de La pequeña oruga glotona).

- Respuesta a la intertextualidad: “¿Y este gorila a quién se les parece? ‘Al del cuento del zoológico’ ¡Vamos a buscar los gorilas! ¡Aquí hay más gorilas! ‘Y aquí están saliendo del zoológico’, dice un niño”. (Referencias entre Buenas noches, Gorila y Faltan 10 minutos para dormir reconocidas por los niños). (En una animación de Faltan 10 minutos para dormir).

- Respuesta a la metaficción: “‘El bebé está leyendo como nosotros’. ‘Él está leyendo el mismo libro que nosotros’”. (En una animación de Faltan 10 minutos para dormir).

Estos son ejemplos de estrategias de transmisión de la lectura que dejan bastante claro que es posible iniciar desde las primeras edades una educación literaria completa que atienda, especialmente a la transmisión, a la entrega a la nuevas generaciones, de estrategias de lectura que les permitan afrontar los textos con una relación efectiva entre tipología-finalidad que permita apropiarse de la experiencia latente en todos los grandes textos. El problema es que es necesario preparar a los docentes para transmitir estas estrategias y no se puede enseñar, mucho menos transmitir, sino aquello desde donde se mira la realidad, desde donde se lee el mundo.

Si se continúa revisando los planes de formación, por ejemplo los de Educación Integral, inmediatamente notamos las mismas faltas. Es necesario entonces afrontar planes de formación a maestros ya formados, a maestros que, estando en desempeño actualmente, son concientes de su responsabilidad y sienten la necesidad de introducir un cambio porque sienten que sus alumnos no leen. La autora brasileña Ana María

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