SUEÑOS Y PREJUICIOS

SUEÑOS Y PREJUICIOS

Hace unos años, cuando estaba en la universidad, conocí a una joven, Paula Gonzales. Era una chica hermosa con ojos color avellana, hermosos, además muy inteligente y vivaz; lo suficiente para que creyera que correría con la suerte de sacar a flote un emprendimiento de un restaurante gourmet. Al principio, nadie creía que podría funcionar; pero poco a poco, con paciencia fue creciendo y avanzando. Todos en la universidad sabían lo que hacía; pero no creían en sus capacidades, aunque tenía un servicio de calidad y era muy amable.

Luego de un tiempo, logró conseguir un local. En el tercer semestre, decidió darse de baja de la universidad y todo el mundo quedó sorprendido, incluyéndome; pues era una alumna destacada y muy brillante. Sus padres le dijeron: "si no estudias vas a quedarte en la calle, no te vamos a dar más comodidades; eres una desagradecida". Sus padres eran profesionales y con un trabajo estable; ellos no querían que su hija fuera una desempleada más.

Después de lo que pasó, ella vino corriendo a pedirme ayuda, consuelo y hospedaje; yo no me negué y con mucho gusto la recibí en mi apartamento. Le dije que no tenía que pagarme nada, pues entendía su situación y además yo vivía lo suficientemente bien como para mantener dos personas unos meses; o bueno,  creía que se quedaría unos meses mientras se establecía. Ella de todas formas cada quincena me pagaba cierta cantidad de dinero e incluso se ofrecía a hacer el mercado.

Sus padres cada cierto tiempo intentaban convencerla de volver a la universidad, pero ella no quería. Las respuestas de sus padres siempre eran: "eres una desagradecida" con furioso tono de voz. En la universidad las cosas no eran diferentes, pues se había convertido en su atracción de circo local; todos se le burlaban y volvían al punto de inicio creyendo que su negocio no iba a marchar bien; decían que era una tonta. Gracias a esto, yo la veía cada vez más cabizbaja y creo haberla oído llorar algunas noches. Cada vez que pasaba esto, yo intentaba darle apoyo, le daba un chocolate para que mejorara su ánimo, pero a pesar de todos esos malos comentarios y malas energías, ella nunca se rindió, se levantaba muy temprano en la mañana para ir a arreglar y atender el restaurante.

Ella me daba quincenalmente un dinero para poder hacer algunas compras pero con el tiempo, la cuota quincenal que me pagaba aumentó; luego, empezó a contratar personas para que le ayudaran en el restaurante. Yo sabía que iba a poder cerrarle la boca a todos, nunca desconfíe de ella y realmente creía que podía lograrlo. Ella incluso me ayudó en una ocasión en la que me vi un poco corto de dinero. Todo estaba mejorando, pero había algo que aún no me encajaba; ¿Por qué si estaba ganando lo suficiente, no se iba a vivir sola?, no quiero decir que no la quería conmigo, de hecho, disfrutaba mucho de su compañía; pero eso era lo que ella buscaba, una independencia. Así que me decidí en preguntarle: "No quiero que suene mal, pero tengo la duda hace un tiempo, ¿Vas a comprar o arrendar un apartamento para ti?"; ella se avergonzó un poco a lo que me respondió: "Es que estoy bien acomodada, aquí contigo, Pero si te molesto de algún modo, me voy"; "No, no me malentiendas, puedes quedarte, sólo tenía curiosidad" le respondí. 

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