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Segunda Infancia


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2012  •  2.668 Palabras (11 Páginas)  •  716 Visitas

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SEGUNDA INFANCIA

Al comienzo de la etapa se empieza a dar la distinción entre el “yo” y el “no-yo” que el niño ha ido adquiriendo en la medida que ha tenido dificultades para satisfacer sus necesidades regidas por el “principio de placer” que era lo que presidía su conducta en la etapa anterior. Ahora, en esta etapa, comienza a descubrir la realidad como algo distinto a sus apetencias. Con ello, su conducta se empieza a regir por el “principio de realidad”.

En esta etapa el niño descubre que hay una realidad exterior independiente a él y a la que se debe tener en cuenta para conseguir sus fines. A un mundo en el que bastaba desear algo para ser satisfecho de inmediato, como ocurría en la primera infancia, sucede otro mundo en el que hay que seguir unas “normas” para alcanzar sus objetivos.

Se da también un animismo proyectivo, que le lleva a dar vida a cuanto le rodea, proyectando sus propios sentimientos sobre las cosas, así, si el está triste, “todo” estará triste, si está alegre, “todo” estará alegre. De ahí que se hablé de una fase “mágico-simbólica”.

En esta edad se produce un desarrollo sensorio-motriz importante. En la maduración y desarrollo de los sentidos, la primera infancia, ha sido una etapa cumbre, donde el niño explora el entorno que le rodea a través de todos los sentidos. En esta etapa tiene más capacidad discriminativa con los sentidos, distingue los detalles, la intensidad, los matices.

En la actividad motriz, no es el moverse por moverse como ocurría en la primera infancia, ya no le interesa la acción por la acción misma, sino que se orientará al logro de algo concreto. Es la edad de la actividad, hacia los 4-5 años el niño es ante todo un “ser en movimiento” contínuo, incansable, entregado a la alegría de vivir y actuar, va ganando en soltura e intrepidez, de manera que cada vez le gusta más lo difícil y misterioso.

Al final de esta etapa puede hacer físicamente casi todo lo que quiere, dentro de sus fuerzas, pasando de la gracia que tenía en los primeros momentos de la etapa a la fuerza que domina al final de la etapa. El ambiente competitivo que se encuentra en la escuela con sus iguales, le lleva a superarse y así ser tenido en cuenta por el grupo.

La inteligencia en la segunda infancia

La primera infancia ha supuesto un gran avance para la inteligencia: se ha iniciado el lenguaje que es la gran palanca que tiene para el desarrollo nuestra inteligencia. Este inicio tiene su continuidad en la segunda infancia, en la que va a adquirir una base muy amplia de conceptos, que son las ideas mentales acerca de las cosas, que van a posibilitar el podernos comunicar.

De los 3 a los 6 años el vocabulario pasa de las mil a las dos mil quinientas palabras. Poco a poco su lenguaje va ganando en coherencia, claridad y comunicabilidad. Ciertamente, el niño observa mejor que antes la realidad concreta, y el lenguaje le permite precisamente afianzar su conocimiento de ella.

En esta etapa tiene un pensamiento perceptivo. El niño en este nivel piensa sobre lo dado, sobre lo que tiene presente que lo toma como absoluto. Puede pensar sobre lo que percibe o ha percibido, “piensa lo que ve”, pero no puede ir más allá de la representación. Por ello las actividades escolares serán manipulativas y posibilitarán el desarrollo de los sentidos.

Tiene un pensamiento egocéntrico. Lo que se plantea es en relación a su yo, y tiene que sentirse protagonista en lo que pide y conoce.

No tiene posibilidad de realizar abstracciones, para poder pensar tiene que tener ante sí los datos sensibles, concretos, a partir de los mismos puede resolver sencillos problemas.

No hay una edad exacta para considerar la segunda infancia, pero en general se piensa entre los 6 y el inicio de la pubertad. Esta es la etapa de la escuela primaria y de los aprendizajes básicos de su cultura, por ejemplo, leer y escribir. Este período es fundamental para gestar los hábitos laborales que se podrán en juego en la vida adulta.

Si el niño tiene alguien que lo oriente como los padres y que pueda tomar como modelo de identificación, podrá aprender de una manera placentera y segura. Si no cuenta con esto, tenderá a sentirse inferior y abandonará la tarea ante el menor obstáculo.

Es fundamental en esta época valorar sus esfuerzos, felicitarlo cuando algo le sale bien y ayudarlo cuando algo le cuesta. Es importante que el adulto acepte al niño tal como es, sin intentar cambiarlo ni juzgarlo, independientemente de su aspecto físico y su inteligencia. Así, el niño podrá empezar a regular su autoestima lo que le brindará confianza y seguridad en sí mismo.

En esta etapa, no solo son importantes los modelos de adultos de identificación familiares y extra familiares, sino que también lo son sus compañeros y amigos. Es común que los niños se junten por sexos, las nenas con las nenas y los nenes con los nenes. Suelen ser estrictos con las normas y las reglas del grupo al que pertenecen y también crueles entre sí, por ejemplo usando apodos descalificadores entre ellos.

Es importante en este momento tener en cuenta el juego porque a través del mismo el niño comienza a ensayar diferentes roles y aparece la imposición de normas junto con la posibilidad de elaborar psicológicamente situaciones temidas como separarse, crecer, e ideas de muerte, entre otras. En los últimos tiempos, la proliferación de la TV, el ordenador o las consolas de juegos hacen que el niño cada vez imagine menos y se dirija hacia un pensamiento más concreto. En este sentido sería importante que los padres puedan “equilibrar” la balanza incitando al niño a jugar en el terreno de la imaginación.

Este período puede ser una buena oportunidad para incentivar en el niño el coleccionismo de figuritas, revistas o lo que sea que esté de moda en ese momento. A través de ésto, el niño comenzará a establecer jerarquías y un orden en su mundo interno. Además, al tener que intercambiar estos objetos también se desarrollan la solidaridad, la competencia y el sentido de pertenencia.

Otro factor a considerar en esta etapa es la instauración de los juicios morales, como el deber ser, el cumplir con las responsabilidades sin esperar premio o recompensa. También comienzan a aparecer los diques morales o anímicos, como la compasión, el asco y la vergüenza, que son fundamentales

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