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La segunda infancia (libro III). Rousseau


Enviado por   •  24 de Septiembre de 2013  •  Resúmenes  •  1.733 Palabras (7 Páginas)  •  583 Visitas

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D. La segunda infancia (libro III)

El período estudiado en el libro III se extiende entre los 12 y los 15 años. Dice Rousseau que el tercer estado de la vida del niño es una edad “que se aproxima a la adolescencia sin ser todavía la de la pubertad” (III, 128). Etapa preciosa y breve, se ha de aprovechar muy bien. Es un momento de fuerza—las energías del cuerpo y del alma exceden las necesidades y los deseos—, una coyuntura favorable que desaparecerá con el inicio de la pubertad en el período siguiente. Se dedicará a la instrucción: exploración del ambiente natural con un método activo, adquisición del sentido de lo útil, iniciación en trabajo y en las relaciones sociales que éste lleva consigo, y afinamiento de la capacidad de juzgar.

Entre las muchas cosas que se podrían enseñar a Emilio durante este período, se elegirán aquéllas cuya utilidad inmediata pueda entender y que no superen su capacidad: aún no puede comprender las relaciones morales—el sentido de lo bueno y de lo justo—, pero sí tiene ya el sentido de lo útil. Esta noción será el punto de apoyo de la enseñanza, juntamente con la curiosidad natural, muy diversa a la que procede de la vanidad. “Distingamos siempre las inclinaciones que vienen de la naturaleza y las que proceden de la opinión. Existe un afán de saber fundado únicamente en el deseo de ser tenido por sabio, y existe otro que nace de la curiosidad natural del hombre por todo aquello que puede interesarle de cerca o de lejos. El deseo innato de bienestar la imposibilidad de satisfacerlo plenamente hacen buscar sin cesar los medios para aplacarlo. Este es el primer principio de la curiosidad, principio natural del corazón humano, que se desarrolla proporcionalmente a nuestras pasiones y a nuestra lucidez” (III, 129-130). Con sus preguntas y respuestas, el educador tratará de mantener constantemente despierta esa curiosidad, sin satisfacerla nunca por completo. A este propósito, Rousseau repite una vez más una de sus máximas preferidas: “recuerda siempre que la ignorancia nunca ha hecho mal a nadie, sólo el error es funesto; nadie se extravía porque no sabe, sino porque cree saber” (III, 129).

1. La exploración activa del ambiente

La primera tarea que realizará Emilio es la exploración del ambiente natural, pero siempre por un método activo: aprender haciendo. ¡Fuera los libros y las lecciones! “Yo odio los libros, porque enseñan a hablar de lo que no se sabe” (III, 145). “Ningún otro libro que el mundo, ninguna otra instrucción que los hechos. El muchacho que lee no piensa, no hace más que leer: y no se instruye porque no aprende más que palabras” (III, 130),

El preceptor procurará que los fenómenos naturales soliciten la curiosidad de Emilio. A veces bastará una pregunta: ¿por qué el sol sale por un punto del horizonte y se pone por el opuesto? Emilio reflexionará, y terminará por encontrar él mismo la solución. “Que no sepa nada porque se lo habéis dicho, sino porque lo haya comprendido por sí mismo; que no aprenda la ciencia, que la invente. Si sustituís en su espíritu la autonomía de la razón, él no razonará nunca, y no será más que el juego de las opiniones de los demás” (III, 130). Emilio no perderá el tiempo estudiando mapas, aprenderá a hacerlos él mismo, y con ellos adornará su habitación. Las primeras nociones de Física las aprenderá fabricándose los instrumentos necesarios para los experimentos: un imán, una brújula, etc. Así se aprenden mucho mejor los conceptos básicos de las ciencias, se evita que la razón se habitúe a someterse servilmente a la autoridad ajena, y se aguza el ingenio descubriendo relaciones, inventando instrumentos, etc.

2. Adquisición del sentido de lo útil

Todo hombre quiere ser feliz. “La felicidad del hombre físico, naturalmente simple como su propia vida, consiste en no sufrir y está constituida por la salud, por la libertad, por la necesidad. La felicidad del hombre moral es otra cosa, pero de ella no se habla aquí” (III, 139). Emilio ya es capaz de entender lo que será útil para su felicidad física. Se trata de ayudarle a organizar sus actos en base a ese criterio, que está ahora a su alcance como lo estaba en el período anterior la necesidad de las cosas y como lo estará en el posterior la necesidad moral. Por eso, se procurará que “nada haga el muchacho porque se le dice; nada es bueno para él si él mismo no lo ve como tal” (III, 139).

La utilidad seleccionará el contenido de la instrucción y será, además, un buen resorte para motivar y dirigir los pasos de Emilio. A Emilio no le atrae la astronomía. El preceptor le lleva un día al bosque de Montmorency, y allí se pierden. Emilio está rendido de tanto andar, muerto de hambre y de sed. Con hábiles preguntas, el preceptor hace que Emilio recuerde el modo de orientarse en base a la posición del sol, y así consiguen llegar al pueblo. Cuando por fin se disponen a comer, Emilio se da cuenta de que la astronomía sirve para algo. Algo parecido ocurre con la Química. Con algunos experimentos, Emilio aprende a distinguir el vino puro del vino adulterado. ¡La Química también tiene su utilidad!

Rousseau

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