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Tipos De Intertextualidad


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2014  •  1.581 Palabras (7 Páginas)  •  480 Visitas

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Tipos de intertextualidad

- Intratextualidad: Relaciones entre textos producidos por el mismo autor. El autor se imita a sí mismo en otro pasaje.

Garcilaso (Garcilaso de la Vega fue un poeta y militar español del Siglo de Oro, considerado uno de los escritores de habla hispana más grandes de la historia) imita su soneto tercero en su égloga tercera:

Soneto III

A Dafne ya los brazos le crecían

y en luengos ramos vueltos se mostraban

en verdes hojas vi que se tornaban

los cabellos que al oro escurecían.

De áspera corteza se cubrían

los tiernos miembros, que aun bullendo ‘staban,

los blancos pies en tierra se hincaban

y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño

a fuerza de llorar, crecer hacía

este árbol, que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,

que con llorarla crezca cada día

la causa y la razón por que lloraba!

Égloga tercera:

Dafne, con el cabello suelto al viento,

sin perdonar al blanco pie corría

por áspero camino tan sin tiento

que Apolo en la pintura parecía

que, porque ella templase el movimiento,

con menos ligereza la seguía;

él va siguiendo, y ella huye como

quien siente al pecho el odioso plomo.

Mas a la fin los brazos le crecían

y en sendos ramos vueltos se mostraban;

y los cabellos, que vencer solían

al oro fino, en hojas se tornaban;

en torcidas raíces s’extendían

los blancos pies y en tierra se hincaban;

llora el amante y busca el ser primero,

besando y abrazando aquel madero…

- Extratextualidad: Relaciones entre los textos producidos por un autor y los textos producidos por otro

Entre el Cántico espiritual y La noche oscura del alma de San Juan de la Cruz y el Cantar de los cantares del Antiguo Testamento:

En una noche escura,

con ansias, en amores inflamada,

¡oh dichosa ventura!

salí sin ser notada

estando ya mi casa sosegada.

A escuras y segura

por la secreta escala, disfrazada,

¡oh dichosa ventura!

a escuras y en celada,

estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa,

en secreto, que naide me veía,

ni yo miraba cosa,

sin otra luz y guía,

sino la que en el corazón ardía.

Aquésta me guiaba

más cierto que la luz de mediodía

a donde me esperaba

quien yo bien me sabía

en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche, que guiaste!

¡Oh noche amable más que la alborada!

¡Oh noche que juntaste

Amado con amada,

amada en el Amado transformada!

En mi pecho florido,

que entero para él solo se guardaba,

allí quedó dormido,

y yo le regalaba

y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena,

cuando yo sus cabellos esparcía,

con su mano serena

en mi cuello hería

y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olvidéme

el rostro recliné sobre el amado;

cesó todo, y dejéme

dejando mi cuidado

entre las azucenas olvidado. San Juan de la Cruz

Cantar de los cantares, cap. III:

Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma;

lo busqué, y no lo hallé.

Y dije: “Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad;

por las calles y por las plazas

buscaré al que ama mi alma”.

Lo busqué, y no lo hallé.

Me hallaron los guardas que rondan la ciudad,

y les dije: “¿Habéis visto al que ama mi alma?”

Apenas hube pasado de ellos un poco,

hallé luego al que ama mi alma;

lo así, y no lo dejé,

hasta que lo metí en casa de mi madre,

y en la cámara de la que me dio a luz.

Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,

por los corzos y por las ciervas del campo,

que no despertéis ni hagáis velar al amor,

hasta que quiera

...

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