Vida De Werther

SINTESIS DE WERTHER

En la primera parte, Werther escribe desde el campo a su amigo Guillermo, y le cuenta de su pasión por la poesía de Homero y de su temperamento apasionado. Durante una celebración conoce a Carlota, pero antes le advierten que tiene novio y que debe evitar enamorarse de ella. La advertencia es inútil. Werther conversa y baila con ella y cae rendidamente enamorado. Carlota le mira con simpatía y cultiva su amistad. A pesar de saberla comprometida, Werther no puede evitar una cierta esperanza. Enseguida, conoce a Alberto, el novio de Carlota, y congenia con él. A pesar de la rivalidad y de la envidia oculta de Werther se hacen amigos, y ambos suelen verse con Carlota. Guillermo, a quien Werther le escribe las cartas, le aconseja que si tiene alguna esperanza, ponga todo su esfuerzo en tratar de verla realizada, y que si no la tiene abandone y se libre de "una pasión funesta que le aniquilará". El mismo Werther va sintiendo el sin sentido de su pasión, que cada vez adquiere más rasgos insanos. Por ello decide tomar el consejo de su amigo y aceptar el puesto que se le ofrece al lado de un embajador.

En la segunda parte de la novela, Werther escribe desde su destino en la embajada, donde se entera de la celebración de la boda de Carlota y Alberto. Pronto se cansa de su nueva situación, no congenia con el embajador y vuelve a la aldea, visitando a menudo a los recién casados. Su pasión, lejos de extinguirse, sigue progresando, y con ella su desdicha. Werther alterna deseos de arrojarse espontáneamente a los brazos de Carlota con otros de melancolía en que piensa en morir. También Carlota y Alberto son cada vez más conscientes del amor y de la frustración de Werther y comienzan a insinuarle sus actitudes insanas. Werther ve cada vez con mayor claridad que no tiene más salida que la muerte.

En La tercera parte de la novela habla del relato de Guillermo de los últimos días de Werther y las últimas cartas y fragmentos del diario que éste dejo escrito. Werther afirma vivir en perpetuo hastío de sí mismo y consagrado a la idea fija de una sola pasión y se considera destinado a apesadumbrar a las personas a quienes hubiera querido hacer felices. Carlota, siempre fiel y firme al amor hacia su marido, sigue mirando a Werther con simpatía y al ver su desgracia, siente compasión y se pregunta por qué el joven ha nacido con ese fuego indomable y esa apasionada violencia para mostrar sus afecciones. Y listo para dar su último paso, Werther encuentra que la decisión de matarse es lo único que lo aliviara . En tanto, Alberto preocupado por las visitas de Werther a su casa, porque la gente a comenzado a murmurar y le dice a Carlota que pida a Werther que la visite con menos frecuencia. Ésta lo hace, y también le pide directamente que deje de amarla y que busque a otra mujer. Werther prepara todo para morir: sus cuentas pagadas y cobradas, sus pertenencias recogidas, escritas cartas a su madre y sus amigos, dadas instrucciones de que le entierren con la ropa que lleva y que no registren sus bolsillos, en los que guarda un lazo de Leonor. Considera con felicidad la idea de la muerte, porque es la forma de reunirse con Carlota, aún en el terreno del pecado, más allá de su marido y del mundo que condena a su amor imposible. El día que decide suicidarse, va a visitar a Carlota en ausencia del marido, lee con ella

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