Juan Jacobo Rousseau: representante típico del tratamiento individual de la educación
NAILA21Reseña7 de Agosto de 2020
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Universidad Santander
Maestría en educación en el área de docencia e investigación
Materia:
Filosofía de la educación
Evidencia:
Ensayo
Catedrático:
Mtro. Rafael Jesús López Fernández
Alumna:
· LEP. Naila Patricia Xool Coox
1 de septiembre de 2019
Juan Jacobo Rousseau: representante típico del tratamiento individual de la educación
Introducción
La idea principal del siguiente escrito es dar a conocer acerca de las ideas del filoso francés Juan Jacobo Rousseau, quien se destacó por ser un hombre innovador en todo lo relacionado en la educación de su época con su obra literaria “Emilio o de la educación” (1972), destacándose con el medio ambiente y la naturaleza; además de dar a conocer su legado con su teoría “El hombre es bueno por naturaleza” donde se basaba para afirmar que el niño tiene que ser libre y debe adquirir sus propios conocimientos.
Desarrollo
Estimado filoso-político Juan Jacobo Rousseau.
Durante mis últimos años de formación académica como licenciada en educación primaria y ahora maestrante de la universidad Santander en la maestría en educación en el área de docencia e investigación, he escuchado hablar de usted. Me han dejado realmente sorprendida sus pensamientos filosóficos especialmente en la el área de la educación porque a diferencia de los ideólogos de la burguesía del siglo XVIII que apostaron por el capitalismo, usted también desafió una nueva política basada en la voluntad general y en el pueblo como soberano, que abrió paso a la democracia y por ende a la formación de ciudadanos libres conscientes de sus derechos en el nuevo mundo que se estaba gestando. Sin embargo, se dio cuenta que el sistema educativo imperante era incapaz de llevar a cabo esta labor. A razón de ello me enteré que se dio a la tarea de fundamentar principios psicológicos para instaurar en la infancia el propósito de la libertad, utilizando el arma principal para los males de la sociedad: la educación,
Me encanta que uno de sus pensamientos más importantes es diferenciar a niños y adultos en cuanto a su aprendizaje. Tengo entendido que en su época se educaba a los niños como si fueran adultos en pequeño. Pero, usted consideró que la infancia tiene maneras de ver, de pensar, de sentir que le son propias igualmente la adolescencia. Es por ello que los maestros deben tener en cuenta esas diferencias, conocerlas y respetarlas. En la educación, el niño ha de permanecer en su naturaleza de niño. La educación, debe ser gradual, el educador debe esperar con confianza la marcha natural de la educación e intervenir lo menos posible en el proceso de la formación.
Déjeme decirle que sus pensamientos han revolucionado en mi época actual, con decirle que uno de los principios pedagógicos del plan de estudios 2012 el aprendizaje se única y primordialmente en el estudiante, dejando de lado la teoría del que el profesor lo sabe y lo es todo, asumiendo de esta manera el papel de maestro como guía, mediador o mentor.
Su forma de pensar señor Rousseau me llama la atención porque ahora entiendo que desde la época de la Ilustración en el siglo XIV transcurrió un siglo para que el sistema educativo mexicano se diera cuenta de los principios que debemos tomar en cuenta para educar a los alumnos. Principios que usted informa en su doctrina pedagógica las cuales son:
- La educación debe centrarse más en el niño y menos en el adulto.
- Es importante estimular el deseo de aprender.
- La educación del niño comienza desde su nacimiento y debe impedirse que adquiera hábitos de los cuales pudiera llegar a ser esclavo.
Principios que se relacionan con las competencias para la vida que manifiesta el sistema educativo mexicano: el saber ser, saber conocer, saber hacer y saber convivir.
Me queda claro que usted descubre propiamente la infancia y los derechos del niño y recomienda la necesidad de comprender al niño. La naturaleza humana no es originariamente mala. Por ello, la primera educación debe ser negativa; no hay que enseñar los principios de la virtud o de la verdad, sino preservar el corazón del niño contra el error.
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