Accionar En La Libertad Responsable En Ricardo Guerra
artutto1 de Julio de 2013
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Ricardo Guerra o del accionar en la libertad responsable
Arturo Gutiérrez Luna
Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos, CIDHEM
ezluma@gmail.com
Resumen:
En estas páginas, me interesa discutir algunas de las reflexiones de Ricardo Guerra estrechamente comprometidas con la posible política y la libertad real. Esta colaboración constituye un avance de la investigación para el libro en preparación sobre la ontología y la heurística en Ricardo Guerra. De la idea de la política y la libertad se deriva la posible política que señala la oportunidad real de que la ciudadanía realice prácticas, quehaceres políticos accesibles a todos y, al mismo tiempo, susceptibles de ajustar, renovar, cambiar e, incluso, eliminar. La política posible viene de plantear relaciones de iguales entre los ciudadanos. Cuando se olvida este antecedente de la política griega, se extravía el rumbo. La escritura de Guerra implica el regreso del pensar. Ello supone echar un vistazo hacia cuestiones fundamentales vueltas a pensar. En Ricardo Guerra Tejada, tanto impartir cátedra como escribir son un pensar que se piensa. Indico con ello una ola reflexiva, que en su despliegue, revienta entre nosotros con la fuerza del pensar. De acuerdo con lo anterior, la libertad real debiera expresar esa posible política en acciones que muestren el ejercicio de participación directa en asuntos de orden público por parte de la ciudadanía.
Palabras claves:
Ricardo Guerra, libertad, política, participación directa, ontología.
Y por el poder de una palabra
Vuelvo a empezar mi vida
He nacido para conocerte
Para nombrarte
Libertad.
Paul Éluard
Resulta extraña la afirmación de Spinoza según la cual en los hombres se afianza la errancia en vez de la experiencia de la libertad. Ignorar las causas parece ser lo que necesita explicarse. La premisa spinocista es determinante; debe aclararse la causa de la libertad. Dice el filósofo nerlandés:
Los hombres se equivocan al creerse libres, opinión que obedece al sólo hecho de que son conscientes de sus acciones e ignorantes de las causas que las determinan.
A su parecer, la libertad resulta un equívoco que proviene de la ilusión de conocer las causas. La libertad depende de la percepción de la realidad. La posibilidad de la libertad es un asunto de percepción de un antecedente, una razón indeterminada, ajena y arbitraria, llamada causa.
En estas páginas, me interesa discutir algunas de las reflexiones de Ricardo Guerra estrechamente comprometidas con la posible política y la libertad real. La posible política señala la oportunidad real de que la ciudadanía realice prácticas, quehaceres políticos accesibles a todos y, al mismo tiempo, susceptibles de ajustar, renovar, cambiar e, incluso, eliminar. La política posible viene de plantear relaciones de iguales entre los ciudadanos. Cuando se olvida este antecedente de la política griega, se extravía el rumbo.
De acuerdo con lo anterior, la libertad real debiera expresar esa posible política en acciones que muestren el ejercicio de participación directa en asuntos de orden público por parte de la ciudadanía. Tal es la premisa de los trabajos impulsados del Grupo Hiperyon fundado por el autor que nos ocupa.
Estas líneas son una resonancia del pensamiento del filósofo y, asimismo, una consideración de su influencia en nuestro medio cultural. Para empezar, señalo que mi acercamiento se sucedió a partir de los libros y la mudez en que nos dejan sus reflexiones. Se trata de un simple gesto de adivinación y vislumbre del paralaje reflexivo, llamado Guerra.
Hay otra genealogía entre Guerra y quien escribe estas glosas. El dispendio de otro privilegio; la conversación con algunos de sus ensayos y sus libros.
No basta, para recordar u homenajear a Ricardo Guerra Tejeda, expresar el amor que grandes mujeres le profesaron. No obstante los memorables pasajes en los que Rosario Castellanos agradece las lecturas recomendadas por Guerra, queda una distorsión de su aporte. Más allá de las expresiones de agradecimiento por aparecer en su vida como un mentor intelectual y filosófico, no basta para describir el pensamiento de Ricardo Guerra.
A Guerra debe pensársele en sus propios caminos, no obstante los sentimientos a los que evoca una lectura como la propuesta por Rosario Castellanos , debe abundarse en las emociones y la discusión de sus ideas por parte de sus discípulos, amigos y otros cómplices. Es en este contexto en el que leemos expresiones en las que Castellanos llegará a afirmar: “Lo amo como no he amado jamás a nadie, como no quiero volver a amar nunca a ninguno. Lo amo mucho. No me olvide”.
Esta extraordinaria obra póstuma de la escritora chiapaneca distrae el pensamiento por la pasión desbordada, por los sentimientos desmesurados, por la opinión ambulante.
Incluso resulta interesante contraponer esta correspondencia con el responso que Adriana Yáñez hiciera a la muerte de Guerra. Si la primera es abrumadora por la carga sentimental, la segunda se propone como una extensión de la vida sopesada que quisiera Sócrates.
Ante ambas percepciones y frente a sus lectores, Guerra reta el intelecto. Es preciso experimentar el encantamiento propuesto por su pensamiento. Su escritura constituye una crítica de las observaciones improvisadas. Este pensamiento forjado mediante la discusión de grandes temas a los cuales plantea pensar desde planos inusuales. No obstante esta encomienda, su pensar lleva consigo la daga que trae el veneno del discurso que se asume pensamiento.
Quizá el mundo fuera mejor si imagináramos como Guerra que los absurdos nos constituyen. Cabe afirmar que la obra de Guerra es pertinente en la medida en que discute la libertad y sus implicaciones.
De ahí que su propuesta sea reivindicar el pensamiento que denuncia las suplantaciones de todo tipo.
I
Oídos con el alma,
pasos mentales más que sombras,
sombras del pensamiento más que pasos,
por el camino de ecos
que la memoria inventa y borra:
sin caminar caminan
sobre este ahora, puente
tendido entre una letra y otra.
Octavio Paz
Su método tiene que ver con la lectura más rigurosa de las obras consideradas. No se conforma con consideraciones generales e imprecisas. Un aporte sobre su rigor implica evocar su método de lectura y glosa en el línea a línea de esos textos estudiados.
Ricardo Guerra representa la figura de un pensador, de un filósofo preocupado de restaurar la consumación del pensar.
Me llama la atención que organizara su cátedra con base en la exposición de avances de sus investigaciones, de manera que sus seminarios servían para probar la consistencia de una primera versión o un adelanto de capítulo o libro. Oscar González explicará por ello que: “Quienes hemos participado en sus seminarios y conocemos su trabajo profesional sabemos bien que Guerra cifra su paciente y rigurosa tarea de pensar reflexiva y críticamente a los principales maestros de la filosofía moderna y contemporánea, sobre todo a partir de la oralidad y el diálogo de profesor y estudiantes”. Lo que queda claro es que importaba sopesar las ideas, verlas en su sucesiva estructuración. La exposición responde a un guión para perseguir ideas puntuales. De la cátedra a los libros no hay más que un paso.
Sus obras presentan igualmente ese sentido del despliegue de aproximaciones a un problema de investigación y pensamiento. Me preguntaba ¿problema de investigación o de pensamiento?
La heurística como actitud metodológica rigurosa, como descubrimiento, invención y creación, abre nuevos caminos, nuevas posibilidades para el pensar. A partir de concepciones tradicionales se ofrecen planteamientos distintos que enriquecen la investigación filosófica, o mejor, ontológica. Frente a interpretaciones establecidas, nos apoyamos en una visión diferente de los diversos métodos que consideramos vigentes y que permiten el desarrollo contemporáneo de la reflexión filosófica.
El pensar se constituye en tal, por cuanto se realiza una instrumentación que va del descubrimiento, pasa por la invención y se supera en la creación. Proceso mediante el cual se accede a la fundación de nuevos caminos. Incluso, el desarrollo de la reflexión filosófica se despliega a partir de un pensamiento abierto a nuevos caminos.
Su escritura es pensamiento, indagación, reflexión a vuela pluma, pero también ave fénix que resurge de entre sus propias intentonas inquisitivas.
Al privilegiar este método heurístico, se resalta la apertura a formas alternativas de pensamiento que permitan asimismo, acceder a un conocimiento consistente. En tal sentido, lo que importa es acceder a planteamientos distintos a los propuestos por el método metafísico tradicional.
Su vocación humana lo llevó a fraguar ensayos absolutamente claros, redondos en su tentativa indagatoria y espléndidamente ricos en cuanto a reflexiones dialogales se refiere. Según este orden de ideas, el ser no corresponde con una concepción óntica, sino que presenta posibilidades propias.
El juicio reflexionante y el método heurístico nos permiten pensar que la idea del ser no tiene por qué corresponder a una concepción óntica determinada, sino que puede tener posibilidades propias, regulativas, y que se puede avanzar sin recaer en la tradición de la metafísica de Occidente.
Otro aspecto comprometido
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