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Apuntes De Filosofía

pepote17 de Diciembre de 2013

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TEMA I. EL ORIGEN DE LA FILOSOFÍA: LOS PRESOCRÁTICOS.

Este tema es –fundamentalmente- una introducción a todo el curso. Como bien sabemos, la Filosofía comienza –propiamente- en un momento determinado de la historia. Pero debemos aclarar que la actitud filosófica ha existido desde que el hombre está en la tierra. Somos seres racionales y –por ello-, inquietos y curiosos por naturaleza. Nuestra curiosidad innata nos lleva constantemente a cuestionarnos las cosas, a interrogar, a buscar respuestas. Por esta razón, Aristóteles –en su “Metafísica”- decía que la actitud filosófica arranca con esa capacidad que tenemos para “asombrarnos” ante la realidad que nos envuelve. Queremos comprender e interpretar el mundo que nos rodea.

En esta unidad daremos un breve repaso al surgimiento de la Filosofía Occidental, en cuanto que es un saber o una disciplina concreta. Su nacimiento está enraizado en lo que denominamos “el paso del mito al logos”. Después haremos un breve recorrido por esos primeros filósofos, denominados “presocráticos”.

1.1. El origen de la Filosofía: el paso del Mito al Logos.

Con esta expresión tan peculiar queremos expresar el paso que se da desde una explicación mítica de la realidad a una racional (o lógica). Como bien sabemos, los mitos constituyen una forma de explicar, de interpretar y comprender el mundo.

El ser humano recurría a este tipo de narraciones fantásticas, simbólicas e imaginativas en las que los dioses o los héroes eran sus protagonistas fundamentales. A través de este tipo de narraciones se relataban acontecimientos naturales (el origen del cosmos, fenómenos atmosféricos, por ejemplo), sociales (costumbres, bodas…).

De este modo, el mito –principalmente- narra cómo ha surgido la realidad, por qué es como es y qué lugar ocupa el ser humano dentro de ella. El mito, además, permite justificar todo clase de acciones, valores y costumbres. Para los griegos, este tipo de relatos tenían gran valor pedagógico: era una forma de difundir, en los más jóvenes, los valores de la propia cultura. Su estilo narrativo permitía que los relatos fueran recordados con cierta facilidad. Poetas como Homero y Hesíodo fueron los primeros en recoger por escrito las historias míticas que circulaban por toda la Hélade.

El objetivo principal de los mitos era ofrecer una explicación total acerca del universo y de la persona humana. Pero lo hace de forma irracional: los mitos no explican la naturaleza o la cultura por leyes comprobables y precisas, sino mediante el recurso a la voluntad antojadiza de los dioses. Sus explicaciones no son racionales: no demuestran ni justifican lo que afirman. De este modo, como todo dependía de la voluntad caprichosa de los dioses, los fenómenos resultaban imprevisibles; no podían conocer las regularidades que rigen la naturaleza.

Poco a poco, este tipo de explicación mítica va dejándose de lado hasta que, en el s. VI a. d. C., surge con fuerza otra forma de explicar los fenómenos: la explicación lógica o racional (logos), a través de la reflexión, argumentación y demostración.

Parece ser que el contacto con otras culturas y saberes impulsó a los griegos a usar exclusivamente la razón a la hora de explicar e interpretar la realidad. Apoyándose en la razón, la Filosofía recurre a conceptos abstractos (en lugar de dioses) en su intento de explicar lo que no entiende. Intenta hallar también una regularidad en los fenómenos, de modo que éstos resulten previsibles. Para el filósofo las cosas ocurren “necesariamente”, pues responden a ciertas leyes y regularidades que pueden ser descubiertas por la razón. Se abandona la creencia en el “destino”, propia del pensamiento mítico, que afirmaba la existencia de una “potencia o fuerza misteriosa” que regía el universo y que dominaba incluso a los dioses.

Así, las funciones que cumplía el mito como mecanismo de aprendizaje fueron cubiertas por la Filosofía y por la Ciencia. Un buen número de sabios y científicos comenzaron a fundar sus escuelas.

1.2. El interés por la “physis” y la pregunta por el “arjé”.

El interés primordial de estos primeros filósofos será conocer lo que denominaron “physis” (o naturaleza); una “naturaleza” o “physis” que consideran ordenada. Y la consideran ordenada porque existe regularidad en los procesos naturales. Es decir, si la naturaleza tiene sus propias leyes, ésta es totalmente independiente del capricho o antojo de los dioses. Entonces, la naturaleza puede ser explicada racionalmente.

De este modo, la primera pregunta que se hacen los filósofos girará en torno al origen de la naturaleza: ¿Cuál es su origen? Dicho de otro modo: ¿Cuál es el principio último y eterno del que todo procede y del que todo se compone? Estos primeros pensadores griegos estaban convencidos de que debía existir una o una pocas sustancias originarias a partir de las cuales se generasen la diversidad de los seres que conocemos.

Los filósofos griegos llamaron “arjé” al principio u origen de todas las cosas. Así, la pregunta por el arjé es una pregunta “radical” y “universal”. Es radical, es decir, va a la raíz de la realidad, ya que busca su principio último u originario. Y es “universal”, porque el “arjé” es el principio del que brota o surge toda la realidad.

Hemos de tener en cuenta que –dentro del pensamiento griego- no existía el concepto de “creación”, tal y como la entiende la tradición judeocristiana, que admite la creación del mundo a partir de la nada (“creatio ex nihilo”). Según la mentalidad griega, esta idea es inconcebible. Los griegos consideran que debe haber algo, un principio originario o arjé, del cual surgen, aparecen o se generan las cosas que componen el mundo.

1.3. Los filósofos presocráticos.

¿Cuál es el “arjé” de la naturaleza, es decir, el principio último y eterno del que todo procede y del que todo se compone? Esta es –como hemos señalado- la primera pregunta que la Filosofía se plantea (Grecia, s. VI a. d. C). Como podremos comprobar, las respuestas que se darán a esta cuestión serán bien diversas. Pero no olvidemos que, más que las respuestas en sí mismas, debemos valorar el hecho de que se hayan planteado estas cuestiones de forma puramente racional.

Los presocráticos son un grupo heterogéneo de pensadores (s. VI a IV a. d. C) que surgieron en diversas polis del mundo griego. Casi todos vivieron y desarrollaron su pensamiento antes de que Sócrates irrumpiera en la escena filosófica. (Digo casi todos, porque Demócrito, por ejemplo, fue posterior a Sócrates).

Los filósofos presocráticos se caracterizan por considerar la naturaleza (physis) como objetivo fundamental de sus reflexiones. Además, todos intentan hallar cuál o cuáles son las sustancias originarias (arjé) de las que habría surgido la realidad.

1.3.1. Tales de Mileto (624-545 a. d. C).

Tales fue político, astrónomo (predijo un eclipse solar), matemático (sus teoremas geométricos) y físico (descubrió las propiedades del imán), además de filósofo. Platón, en una de sus obras, refiere que un día Tales, que caminaba absorto en sus pensamientos, cayó en un pozo, lo que provocó la risa de una sirvienta tracia que pasaba.

Más allá de las anécdotas, que son abundantes, Tales fue considerado uno de los siete sabios de Grecia. Pero Tales de Mileto no dejó nada escrito. Lo que sabemos de él nos llega de la mano de Aristóteles: “Tales dijo que el principio es el agua (…)”. Así, para este autor, el arjé o principio de todo es el agua. Parece ser que Tales llegó a esta conclusión después de observar que el agua se encuentra en todas partes: por debajo de nosotros (en los pozos), al mismo nivel (en los ríos), por encima (en las nubes). Otras razones: el agua es necesaria para todos los seres vivos, los alimentos contienen agua, las semillas de todas las cosas son de naturaleza húmeda, etc.

1.3.2. Anaximandro (610-546 a. d. C).

Fue político, astrónomo y filósofo. De él conservamos la primera obra filosófica-científica: “Acerca de la naturaleza”. Anaximandro consideraba que el principio ( o arjé) de todas las cosas no puede ser algo concreto; estaba convencido de que tal principio no era el agua, ni el aire o el fuego, ni nada determinado. Ni si quiera es una mezcla de estos elementos. El arjé de todas las cosas es el “ápeiron” (lo infinito). Es decir, una cantidad infinita de materia de la cual surgen todas las cosas y en la que todas se disuelven cuando termina el ciclo que tienen impuestas por una ley necesaria. El “ápeiron” es infinito, inmortal e indestructible; este principio lo engloba todo. De él provienen todas las cosas. Podríamos decir que es un principio divino. El ápeiron es una realidad distinta del mundo; en este sentido, es trascendente: está siempre fuera y más allá de lo que abarca.

1.3.3. Anaxímenes (+ hacia el 528-525 a. d. C).

Este autor vuelve a centrar su atención en un elemento sensible. Anaxímenes considera que “el primer principio es el aire”. Tiene sus razones para afirmar esto: vivimos mientras respiramos, y morimos si dejamos de hacerlo. Anaxímenes creía que la tierra era un ser vivo más y que –por este motivo- también respiraba. Pensaba que todo cuanto hay en el universo se forma a través de los procesos de condensación y rarefacción . Según este autor, lo que las cosas son se debe a la cantidad de aire de la que se componen. Introduce, entonces, un criterio cuantitativo para explicar las diferencias cualitativas de los seres.

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