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Arte Y Sociedad


Enviado por   •  3 de Marzo de 2015  •  1.344 Palabras (6 Páginas)  •  180 Visitas

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ARTE Y SOCIEDAD: ¿UNA RELACIÓN EN CRISIS?

La expansión del consumo de arte en todo el mundo puede ser un indicio de que vivimos en una época en la que se fortalece el binomio arte y sociedad, pero también puede ser vista simplemente como una difusión de una industria cultural que banaliza una actividad, la artística, que en el pasado había tenido una connotación sagrada. El controvertido debate entorno a las relaciones arte-sociedad incorpora hoy reflexiones sobre la tecnología, la comunicación, el entretenimiento y el consumo, como se ve en el presente artículo en el que hay una crítica de arte actual, llevada a cabo desde una perspectiva sociológica.

En la actividad intelectual de hoy, tan dada a la especialización, existe mucha cautela a la hora de abordar el tema de las relaciones entre arte y sociedad con una perspectiva general, tarea en la que existe el riesgo de caer en la simplificación o en el error, dado el nivel de complejidad al que han llegado las sociedades actuales. El reto y la dificultad una pregunta como “¿existe un arte de hoy que refleje unos valores de hoy?” radica que en parece obsoleto intentar abarcar todo el cuerpo social de una sola mirada en un momento histórico en el que, al mismo tiempo que se produce una unificación de actitudes y valores a nivel mundial, dada por el proceso de globalización, al interior de las sociedades nacionales encontramos culturas, prácticas sociales y valores muy distintos. Las clases sociales son numerosas, variadas y tan separadas entre sí, que ya no existen “consensos nacionales” y cuesta ubicar los paradigmas estéticos que las puedan unificar, más aún si pensamos que el individuo actual tiende a la dispersión en su comportamiento, en sus gustos, y manifiesta abundantes contradicciones en su vida cotidiana. Pese a las dificultades que presentan para el análisis estas contradicciones y la fragmentación social en prácticas, actitudes y valores, en ocasiones no deja de ser interesante esbozar una descripción general de la cuestión, que puede consistir sólo en señalar la dispersión existente de elementos o que puede enfatizar algún fenómeno social de amplio espectro. Con este espíritu holístico, me atrevo de entrada a preguntarme por algo tan general como por el papel del Arte en la realidad social actual. Cuando digo papel me refiero a su presencia, su vitalidad y su capacidad de representarnos simbólicamente como sociedades. Y las hipótesis que se me presentan se ubican entre dos polos, entre el fin del Arte como elemento de alguna importancia social y el triunfo del Arte como ámbito en el que participan todas las capas de la sociedad.

La segunda postura parece verse apoyada por la estadística y la observación. En términos cuantitativos nunca había habido como hoy tanta actividad económica y social en torno a las actividades artísticas: cursos, talleres, festivales, conciertos, exposiciones, conferencias, libros vendidos (pese a la crisis del libro), música bajada de internet…Por fin gran parte de la población tiene acceso a una formación mínima y a un nivel de consumo que le permite cierta forma de aprecio y de participación en la cultura. Así lo pensaba Th. Adorno cuando vio que nacía ante sus ojos, en los años treinta, una forma de arte que en realidad era una “industria cultural” (Adorno, Horkheimer, 1988). Desde dicho enfoque, las masas, más que participar de la actividad artística, consumen, sea a través de la compra de productos y o realizando actividades dotadas de cierto prestigio, pero no llegan a comprender el significado último de las obras artísticas.

Además, durante el siglo XX, a medida que las clases medias exitosas fueron ingresando en parte de la élite, su capital cultural no aumentó en la misma proporción que el capital económico, sin que ello afectara a la promoción social. Se generaliza así un habitus que corresponde al hombre-masa (Ortega y Gasset, 2003) caracterizado por la autosatisfacción en las propias capacidades de percepción y entendimiento, el rechazo del esfuerzo y el gusto por la facilidad en el consumo cultural. Finalmente, los mecanismos de distinción basados en lo cultural, que tan bien describe Bourdieu (2002), han ido dejando paso

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