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CULTURA HUMANA


Enviado por   •  5 de Octubre de 2014  •  6.302 Palabras (26 Páginas)  •  204 Visitas

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CULTURA HUMANA (*)

PRINCIPIOS

Todo un problema resulta saber lo que es la civilización y la cultura, así como poder distinguir sus diferencias. Los especialistas siguen elucubrando soluciones en torno a este problema y, a la verdad, cada solución no hace sino expresar un nuevo punto de vista, plantear nuevas interrogaciones, cuando no nuevos elementos de confusión.

Para unos, la Civilización se refiere a las obras materiales del hombre y la cultura a las producciones y creaciones espirituales o como se dice en términos axiológicos, a los valores materiales y a los valores espirituales, respectivamente. Para el común de las gentes, la cultura se convierte en sinónimo de erudición, cuando no de un comportamiento refinado, Así se podría citando múltiples opiniones sobre cultura y civilización sin llegar a nada definitivo. Mi propósito no es seguir en esta tarea, sino mostrar algunos aspectos de este problema y fundamentar que la cultura y la civilización constituyen un proceso unitario de la actividad humana.

Se puede anotar tres causas principales de la separación que se establece entre cultura y civilización:

1º La división clasista de la sociedad.

2º La forma tradicional de considerar al hombre.

3º La tendencia idealista de considerar las cosas y los procesos aisladamente.

Estudiemos cada uno de estos puntos.

1º La división clasista de la sociedad.

Cuando la sociedad quedó dividida en clases sociales, después de la descomposición de la comunidad primitiva, las clases dominantes se apoderaron de los medios de producción, conquistaron el poder político y asumieron el papel directriz tanto en la producción material como cultural, haciendo las veces del espíritu en relación con el cuerpo, mientras que las clases trabajadoras, ahora dominadas, realizaban las tareas materiales haciendo las veces del cuerpo, según la concepción idealista del hombre. Entonces el trabajo manual pasó a la categoría de una actividad inferior y despreciable, digna de esclavos, siervos, artesanos y obreros, y la actividad espiritual se convirtió en patrimonio de las clases poseedoras. Así como se creía en la existencia de un espíritu que piensa y de un cuerpo que trabaja, se admitió la existencia de una clase pensante y rectora, dueña de todas las riquezas, rodeada de ideólogos, que si bien no participaban de las riquezas en igual proporción, disfrutaban de las migajas y de los privilegios. Frente a ella vivía la clase productora de riquezas, pobre e ignorante, convertida en instrumentos de producción.

Todo esto fue presentado como un hecho natural, tanto que Aristóteles llegó a considerar la esclavitud como algo innato; los teólogos de la Edad Media justificaron la jerarquía feudal como una manifestación de la voluntad divina, y la burguesía, sin descartar el fundamento religioso, lo presenta como el efecto de la libre competencia entre los hombres, como el cumplimiento de la ley darwiniana de la supervivencia del más apto, como el triunfo de los más fuertes y capacitados, cuando en realidad triunfan generalmente los que están más capacitados para explotar a sus semejantes y disponen de los medios adecuados para hacerlo. El débil con dinero es fuerte y, el bruto rico resulta inteligente.

En esta forma como se plantea la división entre el trabajo material y el trabajo intelectual, hasta llegar a construir, finalmente, dos mundos diferentes.

Cuando esto sucede, cuando las masas populares y trabajadoras explotadas y embrutecidas, son consideradas inferiores, incapaces y estúpidas, se habla entonces de las élites y de los hombres privilegiados en el campo de la cultura y se dice que el pueblo y los trabajadores no están capacitados para entender las grandes creaciones del espíritu humano, y que llevar la cultura al nivel del pueblo es rebajarla.

No se puede desconocer que unas personas nacen mejor dotadas que otras anatómicamente que otras; pero en todo caso, necesitan de condiciones adecuadas para desarrollar su capacidad, y estas condiciones, que son económicas y sociales, no se brindan por igual a todos. Frente a un reducido número de familias que gozan de todas las comodidades y privilegios, se alza la mayoría condenada al anonimato por la miseria y la ignorancia que sufren. El niño capaz que nace en un hogar pobre no da frutos, como no fructifica la semilla arrojada en tierra árida.

En lo que se refiere a la culturización del pueblo, no se pretende, precisamente, rebajar la cultura al nivel en que se encuentra el pueblo, sino elevar al pueblo al nivel en que se halla la cultura.

2º La forma tradicional de considerar al hombre.

Tradicionalmente el hombre ha sido considerado como un ser compuesto de cuerpo y espíritu, ya aceptando la absoluta independencia de estas entidades (descartes), ya sosteniendo que el espíritu y el cuerpo constituyen una unidad inseparable durante la vida del hombre y que sólo después de la muerte el espíritu se independiza del cuerpo (tomista). En todo caso se piensa que el espíritu es lo superior, y lo inferior el cuerpo. Esto resulta tan erróneo como pensar que la nota musical es superior al instrumento y al hombre que la produce.

Este dualismo ya se había planteado entre los pensadores idealistas griegos, aunque su origen es mucho más remoto, pues podemos observarlo aun entre los pueblos primitivos. Pero en este último caso aún no encontramos la división entre actividades espirituales y actividades corporales. Si es verdad que desde muy temprano se admite la existencia de algo diferente del cuerpo, a lo que posteriormente debía darse el nombre de de alma, los productos del trabajo humano son considerados como frutos de una actividad unitaria.

El hombre al referir sus acciones a un yo, no toma este término unilateralmente como espíritu, sino como una unidad corporal, como todavía ahora se puede observar en la gente no contaminada aún por las sutilezas de los metafísicos.

3º La tendencia idealista de considerar las cosas y los procesos aisladamente.

En el campo idealista existe una tendencia generalizada a aislar abstractamente procesos, seres e ideas para considerarlas separadamente y luego pretender llegar al conocimiento de su esencialidad apriorísticamente. Lo propio se hace con los productos de la actividad del hombre. Primero

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