Casas muertas y el tinte politico en ella República Bolivariana de Venezuela
JMendoza003Monografía22 de Mayo de 2018
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República Bolivariana de Venezuela
Ministerio del Poder Popular para la Educación
U.E Liceo los Robles
Maracaibo, Zulia
Área: Castellano
5to año “B”
Casas Muertas
y el tinte político en ella
Realizado por:
Julio Mendoza
C.I. 27847489
FEB 2018
Resumen
Una vez leída la novela, es apreciable durante grandes tramos de la misma, sea de forma directa mediante diálogos y situaciones que se presentan en la obra, o de forma indirecta mediante hábiles metáforas como ocurre, por ejemplo, en la pelea de gallos, el carácter político propuesto en los personajes por el autor. Esto es sintetizado con un color local sumamente notorio en toda la novela, el cual refleja toda la cultura venezolana llanera en deterioro por un abandono total del sector agrario, y la caída de sus más importantes ciudades, para la migración e inversión sobre ciudades en las cuales se pueda trabajar el petróleo, poniendo de ejemplo a Ortiz y Maracaibo, respectivamente.
Todo este desarrollo de ideas presentado por Miguel Otero Silva, termina siendo una visión clara de la realidad vivida en Venezuela durante el comienzo del siglo XX. El carácter trágico de la misma parte del tradicionalismo y el costumbrismo presente en la cultura venezolana, pero más allá del enfoque que se le dé al éxodo rural ocurrido a principios de siglo, existen varios elementos políticos intrínsecos en la obra los cuales le dan un toque autobiográfico a la presentación de la metamorfosis social venezolana dada en la época, como el antiheroísmo de un representante directo del gobierno militar, como lo es el Coronel Cubillos, el trato represivo dado a los estudiantes en protesta e inclusive, a los inocentes no obedientes a los caprichos de la autoridad en el caso de Pericote, e inclusive de las ideas revolucionarias presentes en Sebastián de manera radical y las de Cartaya de una manera más conservadora.
Son elementos sumamente interesantes los cuales motivan a llevar a cabo una profundización, presentada en este trabajo escrito, que busca enaltecer la crítica de carácter político en la novela.
Introducción
Miguel Otero Silva nace en Barcelona el 26 de octubre de 1924, dentro de una familia de hacendados los cuales alcanzaron el éxito gracias al hallazgo de petróleo dentro de sus tierras. A los seis años se traslada hacia la Pastora, en Caracas, en búsqueda de iniciar sus estudios en San José de los Teques y luego en el Liceo Caracas, en donde desarrollo su bachillerato en compañía de ilustres personajes como lo son Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Rafael Vegas y Isaac José Pardo, de la popular generación del 28 que controlaría políticamente el país en los tiempos siguientes a la muerte de Juan Vicente Gómez. Una vez graduado de Bachiller, a pesar de las recomendaciones de su padre para ejercer de ingeniero civil, Miguel Otero Silva decidió graduarse de ingeniero más sin embargo no de ejercer la carrera, ya que se sentía más identificado con el periodismo, la política y la literatura.
En enero de 1928 circulo en Caracas una revista de nombre Válvula. La misma se trataba de la exposición de las ideas que impulsaron el cambio político por venir en el país, el futurismo, el dadaísmo o el ultraísmo, corrientes literarias de gran popularidad en la Europa de la década de 1910, que poco a poco introducían unos pensamientos más modernos en el venezolano no solo sobre lo literario y lo artístico sino también en lo político, aunque de manera más moderada, en detrimento de una sociedad anticuada y pasiva, dominada por dirigentes autoritarios.
A partir de sus participaciones en contra del gobierno de Juan Vicente Gómez, huye del país tras una intentona golpista fallida en abril de 1928, y desde el exilio, en colaboración con Gustavo Machado y Rafael Simón Urbina como nombres importantes, con un total de 39 hombres, asaltó el fuerte Ámsterdam en Willemstad y apresó al gobernador holandés Leonard Fruytier, para luego llevarlo de rehén en una invasión a Venezuela por la Vela de Coro con el objetivo de derrocar al dictador, más sin embargo, las tropas oficialistas comandadas por el General León Jurado lograron contener el golpe el 13 de junio de 1929 y dar muerte o aprehensión a la gran mayoría de los participantes, pero un pequeño grupo en donde se encontraban Machado, Urbina y Otero Silva, pudieron refugiarse en la cierra falconiana, hasta conseguir su huida por Colombia.
Volvió a Venezuela después de la muerte de Juan Vicente Gómez en 1935, mas no duro mucho en el país debido a sus versos satíricos con el gobierno, el cual actuó de manera represiva sobre el al tomarlo como una falta de respeto, por lo que Miguel Otero Silva tuvo que irse a México y luego a Estados Unidos, Cuba y Colombia nuevamente.
Regreso a Venezuela en 1939, habiendo fundado el partido comunista de Venezuela previamente en el exterior, y escribió Fiebre la novela de la generación del 28 que logro tomar Caracas con protestas pacíficas. Su padre funda El Nacional, periódico que perdura hasta el presente y que se transformó en el medio de información característico del venezolano, mientras que Miguel Otero se dedicó a la fundación del semanario Aquí esta!, de tendencias izquierdistas.
En la década de 1950 Otero Silva se dedicó de lleno a su vida literaria, fue hacia el Guárico, al pueblo de Ortiz e investigo viviendo en el mismo la forma en que se producía el éxodo rural, como afectaba el paludismo y la forma en que el pueblo se iba quedando abandonado, dejando grandes cantidades de casas abandonadas, situación que dio el nombre para la obra Casas Muertas que publico en Buenos Aires en 1955.
A partir de este momento Miguel Otero Silva seguiría desempeñándose como poeta y escritor, con obras como Oficina N°1, La Muerte de Honorio, Cuando Quiero Llorar no Lloro, Las Celestiales, Umbral, entre otras más obras que le valieron el premio Nacional de Literatura de Venezuela y el premio Lenin de la Paz, además del reconocimiento de escritores como Gabriel García Márquez y Pablo Neruda, quienes le demostraban admiración. Muere en Caracas el 28 de agosto de 1985.
Estos antecedentes previos del autor a la elaboración de la obra Casas Muertas, nos dan a entender como Miguel Otero Silva pudo vivir en carne propia los efectos de la explotación petrolera en ventaja durante su niñez y en desventaja durante su investigación para realizar la obra, pero también puede apreciarse las dificultades que tuvo en su lucha contra el gobierno dictatorial de Juan Vicente Gómez, y de cómo esto último influyo profundamente en su vida, la naturalidad que poseía Miguel Otero Silva para narrar problemáticas sociales, viene de un gran sentido diplomático que lo acompaño a lo largo de su carrera.
Este enfoque muchas veces es dejado a un lado en el análisis de sus obras, ya que naturalmente llama más la atención las problemáticas sociales que presenta de una manera sumamente depurada, en el caso de Casas Muertas, el éxodo rural es el punto de partida de examinación de la novela, junto con el de las enfermedades y el abandono del sistema agrario, mas sin embargo, en la obra existe una gran crítica hacia las autoridades del gobierno, presentada por el antiheroísmo del Coronel Cubillos y Juan de Dios, en el trato hacia los habitantes del pueblo y su particular manera de pensar sobre las manifestaciones de estudiantes, por solo dar un ejemplo, da mucho que decir sobre un sistema dictatorial que le otorga el poder a cualquier Militar sin importar su moralidad, sino tomando en cuenta simplemente su lealtad al régimen, así eso signifique ignorar delitos cometidos por sus mismos funcionarios.
De esta manera, en el presente trabajo se busca analizar minuciosamente la crítica de carácter político que Miguel Otero Silva nos deja en Casas Muertas, la manera autobiográfica en que lo presenta y la realidad social en este ámbito vivida en la época.
Desarrollo
La crítica hacia el gobierno y la sociedad que permite que el mismo se mantenga en el poder se demuestra en la obra en repetidas veces, mediante fragmentos e inclusive, capítulos completos en donde se le da una gran importancia al sentir patriótico, que une a todos los venezolanos en contra de un dictador, a el pensamiento humanista, a la solidaridad que debe sentir cualquiera al ver como personas inocentes eran torturadas hasta la muerte solo por la unilateralidad en el sistema e inclusive por caprichos de la autoridad.
Pero primeramente se muestra la implantación de ideas políticas rebeldes y revolucionarias como la masonería, mediante el Señor Cartaya:
«Sol de los Llanos», por cierto, se llamaba la logia, y el señor Cartaya, que llegó a ser grado 33, se sentaba entre el doctor Vargas y Rosendo Martínez, para oírlos hablar de la Revolución Francesa o de Thiers y Gambetta. Era una logia pulcra y culta, ceremoniosa y caritativa, digna enemiga de su temible contendor el padre Franceschini.
En este fragmento, podemos apreciar mediante epítetos descriptivos el enaltecimiento de la organización masónica, novedosa y revolucionaria, que se enfrenta a un arraigado cristianismo, que para ese entonces, según el Código de derecho canónico de la década de 1910, excomulgaba a cualquiera que se introdujera en la masonería y otros cultos paganos, que buscaban destruir a la iglesia como organización.
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