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Enviado por   •  26 de Mayo de 2015  •  2.295 Palabras (10 Páginas)  •  236 Visitas

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Generación del 30 y periodo de transición.

Un espíritu unificador en las propuestas narrativas de la generación de escritores de los años 30, resulta una tarea ardua por la cantidad de crítica y comentarios que vuelven ambigua esta categorización de principios y de ideales propios de una literatura menor como la ecuatoriana. El propio Jorge Icaza, en su ensayo, “Relato, espíritu unificador, en la generación del año 30”,1 reclama la falta de compromiso de los estudiosos e intelectuales ecuatorianos, “acostumbrados al comentario y al estudio de valores individuales y aislados en la historia de la literatura ecuatoriana, quienes no lograron, captar e interpretar a su debido tiempo y en su justa perspectiva el carácter unificador, en actitud y espíritu”, asociado a los grandes temas, como la forma mestiza, la emoción telúrica y los contornos de la personalidad hispanoamericana. Icaza, menciona que este espíritu unificador bullía en los tres grupos de escritores ecuatorianos que estaban ubicados en Guayaquil (José de la Cuadra, Joaquín Gallegos Lara, Demetrio Aguilera Malta, Enrique Gil Gilbert y Alfredo Pareja Diezcanseco), Quito (Fernando Chávez, Humberto Salvador, Jorge Fernández, Enrique Terán y Jorge Icaza) y en el Austro (Humberto Mata, Alfonso Cuesta y Cuesta, Ángel F. Rojas, y Pablo Palacio), pues a pesar de las diferencias regionales, “latía un fondo unificador” en un país que se encontraba en la etapa evolutiva del desarrollo, conformando una sociedad que buscaba un destino en lo político, económico y porque no decirlo en lo literario donde las capitales montuvias, cholas e indias, incorporaron la presencia de lo nacional en nuestra literatura, o como lo han afirmado críticos extranjeros “incorporó nuevas capas sociales hispanoamericanas en función de personajes de novelas y de cuentos, que obligaron al escritor a crear un nuevo estilo interpretativo y por consiguiente un nuevo estilo expresivo”.

Autores y obras representativas de la generación del 30: Pablo Palacio: Un hombre muerto a puntapiés (1927), Débora (1927) y Vida del ahorcado (1932); Humberto Salvador: En la ciudad he perdido una novela (1929); Alfredo Pareja Diezcanseco: El muelle (1933); Demetrio Aguilera Malta: Don Goyo (1933); José de la Cuadra: Los Sangurimas (1934) y Adalberto Ortiz: Juyungo (1943), Joaquín Gallegos Lara: Las cruces sobre el agua (1946); Ángel F. Rojas: El éxodo de Yangana (1949); Cesar Dávila Andrade: Abandonados en la tierra (cuentos, 1952), El hombre que limpió su arma (cuentos, 1955); Jorge Icaza: El Chulla Romero y Flores (1958).

Jorge Icaza

Jorge Icaza Coronel (Quito, 10 de junio de 1906 - Ib., 26 de mayo de 1978) fue un novelista ecuatoriano. Después de graduarse en la Universidad Central del Ecuador, en Colombia trabajó como escritor y director teatral. Ya había escrito seis obras teatrales, cuando en 1934 fue publicada su más célebre novela, Huasipungo, que le daría fama internacional y que lo llevaría a ser el escritor ecuatoriano más leído de la historia republicana. Es considerado junto con el boliviano Alcides Arguedas y los peruanosCiro Alegría y José María Arguedas como uno de los máximos representantes del ciclo de la narrativa indigenista del siglo XX. Era conocido como el Ñaño.

Biografía

Cuando tenía tres años, muere su padre, José Antonio Icaza Manzo. Así que fue llevado a la Hacienda Chimborazo, en la provincia del mismo nombre que era propiedad de su tío materno, Enrique Coronel. Así entró en contacto con la realidad social ecuatoriana que marcó toda su obra. La cercanía con los indígenas lo hizo muy sensible a esa realidad de sometimiento y pobreza. A los seis años, su madre, Amelia Coronel Pareja se casa en segundas nupcias y lo abandona. La familia Salazar Gómez lo acoge, y luego su madre se traslada de nuevo a Quito. Estudió en el colegio San Gabriel, regentado por los padres jesuitas, pero se graduó finalmente en el Instituto Nacional Mejía, de carácter público.

Se decidió a estudiar Medicina en la Universidad Central del Ecuador, pero luego de la muerte de su padrastro y su madre, abandonó la carrera.

Obra literaria[editar]

Su fama se debe a su obra narrativa, que comenzó con el libro de cuentos Barro de la sierra (1933), en la que ya se hace patente el tema que atravesó todos sus escritos: la situación del indio ecuatoriano. En su primera novela, Huasipungo (1934), expone la degradada situación en que se encuentran los indios, sometidos a esclavitud por los patronos que cuentan con el apoyo de la autoridad civil y eclesiástica. Este libro, de denuncia social y crudo realismo (constantes de la narrativa de Icaza), se ha convertido en una obra fundamental en la evolución de la corriente indigenista del Ecuador. Con él, la novela ecuatoriana entra de lleno en la tendencia del compromiso social de la novelística actual. Además de la primera edición de 1934, la novelaHuasipungo fue reescrita en 1953 y 1960, con la última edición quedando como la definitiva del autor. Es la obra que le ha dado más fama internacional. Pasó también por dos traducciones al inglés, además de traducciones a otros idiomas. En 1935 ganó el Premio Nacional de Literatura en su país, con la novela En las calles (1935); en ella narra la situación del indio perdido en la ciudad, lugar donde sus protestas se esfuman sin alcanzar nunca las altas esferas del gobierno. Murió en el cantón "La lucha de los Pobres", provincia de Manabí.

http://es.wikipedia.org/wiki/Literatura_de_Ecuador

Joaquín Gallegos Lara

Joaquín José Enrique de las Mercedes Gallegos Lara (Guayaquil, 9 de abril de 1911 – ibídem, 16 de noviembre de 1947) fue un novelista y ensayista ecuatoriano.

Biografía[editar]

Nació en Guayaquil en medio de una familia pobre, formada por Joaquín Gallegos del Campo y Emma Lara Calderón, donde se formó como intelectual de manera autodidacta.

Fue militante del Partido Comunista del Ecuador (PCE) hasta su muerte.

Escribió apenas un puñado de cuentos que se publicaron en la colección "Los que se van" junto con Enrique Gil Gilbert y Demetrio Aguilera Malta.

Después de su muerte se añadieron unos pocos cuentos más que no habían sido publicados, entre ellos destaca "La última erranza" que narra la historia del ajusticiamiento absurdo de un judío en las montañas de Los Andes a manos de un grupo de católicos supersticiosos.

En 1946 publicó la novela Las cruces sobre el agua.

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