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Como ser solidario en un mundo insolidario


Enviado por   •  26 de Diciembre de 2022  •  Ensayos  •  3.343 Palabras (14 Páginas)  •  135 Visitas

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¿COMO SER SOLIDARIO EN UN MUNDO INSOLIDARIO?

RICARDO JIMÉNEZ JIMÉNEZ

¿COMO SER SOLIDARIO EN UN MUNDO INSOLIDARIO?

Ricardo Jiménez Jiménez

Comienzo así este texto, con la pregunta que planteé una vez en clase. Inquietante pregunta para una difícil coyuntura. La pregunta tenía que ver con el hecho de que cada profesor que llegaba hasta nosotros  nos presentaba un horizonte tan desolador, una realidad tan dramática, que cuestionaba la posibilidad de hacer viable el ejercicio de los Derechos Humanos en un ámbito tan hostil y cuestionado tanto en muchos de sus aspectos esenciales como en el de un indiscutible y necesario apoyo social. A mi entender el ejercicio de la solidaridad en ayuda de los sectores más amenazados de la comunidad está implícita en el concepto  Derechos Humanos, por mucho que estos derechos sean necesariamente  replanteables y, en casi todos los  casos, claramente insuficientes ante el mundo que nos rodea. No considero que tenga suficiente operatividad la idea de Adam Smith de que el cambio en uno mismo puede provocar el cambio en las personas de su entorno. La expansión de una nueva conciencia sólo puede tener efecto a largo plazo.

En este texto intentaré explicar ¿en que  situación se encuentra  el mundo donde vivimos? y ¿cuáles son las ideas que se plantean reconstruir diferentes aspectos de ese mismo mundo?; y para ello quisiera partir de una primera idea, aquella procedente de la filosofía china que dice que para alcanzar la sabiduría el primer paso que tienes que dar es reconocer tu completa estupidez. Sabio y experimentado consejo.

La primera pregunta que me he planteado tiene una fácil respuesta aparente: el mundo en el que vivimos está muy mal. Esa es la respuesta que nos acudiría primero a la cabeza o que daría una persona que no tiene suficiente información o la maneja de un modo superficial, pero sí la necesaria para captar la elementalidad de las cosas. Yo comparto esa idea, pero voy a intentar ser más preciso y complejo y determinar lo que está peor y cuáles pueden ser para mí las causas de esa deficiente situación.  

En primer lugar, es claramente perceptible en la actualidad la existencia de una crisis política importante y bastante profunda. La democracia que, según señalan los historiadores, ha ido consagrando la máxima de  que todos los seres humanos son iguales a partir de la idea de una responsabilidad de gobierno compartida entre los que comparten los mismos derechos (los ciudadanos dentro de la polis griega), se ha ido convirtiendo en una especie de corporativismo grupal y de imprecisos caracteres mesocráticos. Corporativismo porque la política de partidos establece una lucha de intereses fraccionales dentro de la presunta élite que pretende controlar los procesos políticos; una situación que se agrava particularmente por, la inexistencia de una cultura del diálogo en España y  su sustitución por otra que podríamos denominar del monólogo. Los políticos gustan de escucharse a sí mismos más que de tratar de entender los argumentos del contrario, aunque solo fuese para saber porqué no estamos de acuerdo antes de iniciar nuestra discusión acerca de sus razones. La mediocre mesocracia presenta otro problema, en particular. Se produce una lucha por el control de los medios de comunicación que es tanto como decir por la información. La disyuntiva es que el poder controla los medios o los medios controlan al poder, estableciendo una lucha por la hegemonía a partir de la manipulación de la distracción, del establecimiento de la cultura del espectáculo. Cuando indicamos que la tele nos distrae esa frase encierra dos posible sentidos: el primero supone nuestra diversión, lo cual no es malo en sí; pero el segundo significa que no prestamos atención, que nos saturamos de forma superficial, lo cual anula nuestra capacidad crítica.

Los diferentes países han alcanzado la democracia por diversos procedimientos: por la vía legislativa (caso de España), por la rupturista (como el caso de Portugal) o como consecuencia de una derrota militar y la consiguiente ocupación (caso de Alemania e Italia, tras la II Guerra Mundial).En cualquier caso, en todos los países esta transición se define como el paso de un Estado con derecho a un Estado del derecho; esa es la idea que nos transmiten algunos historiadores. Sin embargo, en España, esta concepción general adquiere matices más compleja. Pongamos un ejemplo: En la democracia británica, la ley es la expresión de la voluntad general, lo cual crea conflictos porque el pueblo generalmente no está de acuerdo en lo que es verdaderamente importante; mientras que, por el contrario, en España, la ley no es en absoluto la expresión de la voluntad general sino el resultado de un esfuerzo normativo. En la democracia española el pueblo solo muestra su voluntad y se expresa con ocasión de las elecciones locales, autonómicas y generales.  

 Otro de los grandes problemas que cabe afrontar en el momento actual es el hecho de que la moral nacional tiene mayor peso que la universal; es decir, los deberes del ciudadano con la nación tienen un peso mayor que   el ciudadano se exige con la humanidad en general. Eso crea un grave problema para el desarrollo de los Derechos Humanos como tales, ya que, en algunos casos los derechos generales se encuentran en contraposición con las leyes de una determinada nación. La pregunta sería:  ¿cuando sucede eso, quién tiene más razón?.  Es un conflicto que requiere pronta solución.

La realidad actualmente es que la lealtad a la nación implica desentenderse de las leyes morales universales, y los ciudadanos se definen más por los deberes concretos que por los derechos genéricos. Desde la II Guerra Mundial, en la que a consecuencia de los bombardeos sobre la población civil e indefensa convertida en objetivo militar se pierde todo respeto por ésta, reducida a un valor meramente estratégico, se restringen las posibilidades para el individuo de ser leal a la moral supranacional en contradicción con la moral nacional.

Otra de las ideas interesantes que cabe resaltar es que no podemos olvidarnos de que a una mayor restricción en el ejercicio de los Derechos Humanos se contrapone una menor restricción del poder del Estado. Eso es algo que los Estados tienen y han tenido siempre muy presente. Lo que implica la necesidad de una ética mundial, un consenso entre todos los países sobre una serie de valores vinculantes, con carácter universal.

La idea de guerra justa se ha perdido y vuelto a encontrar en el seno de la ONU en un vaivén plagado de intereses y meras estrategias de cálculo. Actualmente la guerra justa no es sino la guerra que aprueban los países más importantes dentro del consejo de seguridad; y no existen verdaderas misiones de paz sino búsqueda de intereses económicos. La libre determinación de los pueblos, que se tenía que alentar dentro de la Naciones Unidas, se ha convertido en un mercado donde todo se compra y se vende en una almoneda de variados beneficios.

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