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Concepto y concepción de lenguaje en la filosofía de Aristóteles


Enviado por   •  1 de Febrero de 2023  •  Apuntes  •  7.660 Palabras (31 Páginas)  •  40 Visitas

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§ 2.1. Concepto y concepción de lenguaje en la filosofía de Aristóteles.

Este apartado abre la sección investigativa cuyo propósito general es descubrir progresivamente los principios lógico-epistemológicos que trazan, en Aristóteles, la posibilidad y dificultad final de la ontología. Al ser nuestro propósito converger en la lectura de la expresión contenida en el libro IV de la Metafísica –“Hay una ciencia que estudia lo que es, en tanto que algo que es” y “[…] la expresión ‘algo que es’ se dice en muchos sentidos, pero en relación con una sola cosa y una sola naturaleza y no por mera homonimia”–, es una tarea anterior y necesaria discernir el sentido de la “ciencia”–ἐπιστήμη– para Aristóteles; mas también, precisamente, la inserción de la problemática de toda ciencia está precedida por la cuestión que constituye el fundamento de todo discurso sobre la realidad, esto es, la “palabra” tomada como expresión, referencia y razón hacia las cosas mismas: aquí descansa, por tanto, el primer plexo en el cual se despliega la problemática de la unidad y la multiplicidad de la expresión “ente”[1].

Partiendo entonces desde esta última cuestión, el “significado” y, propiamente, “las cosas dichas” –τὰ λεγόμενα–, adquieren carta de ciudadanía en el tratamiento de Aristóteles, y es posible hallar, como en otros distintivos casos de la antigüedad, un intenso cultivo de la reflexión sobre el lenguaje, en tanto área de investigación relevante por sí mismo; pero esta cuestión antepone una serie de puntualizaciones más estrictas. Así, en principio, hallar el término “filosofía del lenguaje” en Aristóteles[2], y en el pensar griego puede conducir a la consideración de que cierta disciplina fue así conocida y tratada en aquella época con plena conciencia de su relevancia, estructuración y distinción respecto a otros campos científicos. Esta última afirmación amerita ciertos reparos. En principio, aun cuando el campo de reflexión griego sobre la palabra no ha sido una región estéril ni exenta de diversos posicionamientos respecto a la cuestión, su tratamiento estrictamente filosófico no deja de estar vinculado ni desatendido de la proyección misma hacia la realidad ni de la búsqueda de sus principios últimos. Con ello, afirmamos que la particularidad de esta filosofía del lenguaje exige algo que, como contrapartida, algunas tendencias de la filosofía contemporánea –desempeñadas enfáticamente en el análisis del lenguaje– tienden a marginar de la filosofía: su vínculo intencional hacia lo real y, en definitiva, la específica función del lenguaje que deja al descubierto la naturaleza misma el ser, pudiendo “nombrar” el ser propio de las cosas[3].

Por otra parte, al indagar en la filosofía griega del lenguaje topamos con una dificultad inevitable: el tópico tiene una amplitud de diversificaciones no sólo en un recorte temporal, sino incluso dentro de un mismo autor[4]; este hecho conduce a aseverar que existe una visión polimórfica que está presente en la configuración del lenguaje de la cultura griega; la mayor dificultad de este condicionamiento estriba en que el lenguaje filosófico, cuando se expresa sobre esta materia, refiere casi siempre a una multiplicidad de hechos simultáneos, de implicaciones gnoseológicas, lógicas y ontológicas, las cuales difícilmente se puedan hallar escindidas una de las otras en algún pensador antiguo. Así, mientras la época presente puede delinear en líneas generales una aproximación técnica y estricta al concepto de lenguaje, éste término tiene un profundo abismo respecto a su traducción y significación en el mundo antiguo, porque en este último abundan los desplazamientos o, en realidad, las modulaciones semánticas que aglutinan –o confunden– distintos de sus elementos. Basta con ahondar en el vocabulario de este idioma para corroborarlo ya que existen, de hecho, un amplio caudal de palabras para referir con diferentes matices al lenguaje, con particular intención de preferencia y referencia hacia el habla en público y el discurso”: empezando, desde luego, con el término “λόγος”, pero también sus verbos afines como ἀγορεύω, εἴρω, εἶπον, φημί, λαλέω, φάσκω, διαλέγομαι, φράζω, ἑρμηνεύειν, κατηγορεῖν; todos ellos –y sus múltiples modulaciones gramaticales– reflejan una amplia variedad de accesos de los cuales se sirve la filosofía antigua para denotar de múltiple forma, a veces, un mismo hecho, pero también, en otras ocasiones, diferentes aristas de la comunicación, el significado, el habla e incluso el pensamiento. A expensas de ello, “quizá pueda sostenerse que tras este complejo de significados hay un orden y, por tanto, una unidad. Y esta tendría su principio justamente en el lenguaje”[5].

Para proyectar, entonces, la singularidad y unidad de esta dirección, –y su respectivo tratamiento en manos del Estagirita– conviene clarificar los rudimentos que, en líneas generales, son los propios atributos de un filosofar que ha marcado la historia de la reflexión filosófica sobre la “palabra”, a partir de la reflexión de ella misma, es decir, desde el “λόγος”.

En la ya mencionada amalgama de modulaciones semánticas, una cuestión evidente ha sido cómo para la filosofía ha cobrado particular preferencia la palabra “λόγος”, término que por sí ha acumulado una variedad de acepciones tempranamente entre los griegos, como así también por la proyección que tuvo para el pensamiento posterior: desde Heráclito y Parménides, pasando por Platón y Aristóteles hasta el neoplatonismo, hay un largo trazo de apelaciones a tal término, revistiéndose a su vez de diferentes concepciones según el pensador. Λόγος se ha dicho en tantos sentidos como tantos han sido los filósofos que la han empleado[6]; más allá de estas singularidades, interesa aquí retener cuál es el carácter general que encierra esta palabra en la conciencia del mundo de la cultura griega, y dar así con la intuición especulativa y la riqueza interna que ha el término portado sobre sí[7].

Para acceder a dicho tratamiento, que será programático en toda la filosofía griega, se puede afirmar, preliminarmente, que hay tres momentos que se hallan en contacto en la visión griega y que se encuentran representados en el término “λόγος”; así, en forma esquemática, primero la

  1. “expresión” –el decir algo y hablar algo–, es siempre una expresión comprensible, referida, a su vez, a una
  2. “significación”, esto es, a las cosas en su esencia y, por último, mediada necesariamente por la
  3. “intelección”, es decir, al acto que capta las razones de la realidad.

Estos elementos –la expresión o el lenguaje, la realidad y el pensamiento– parecen estar implícitamente fusionados en todo acto de referencia significante en el cual el hombre se encuentra. Y, como se mencionó, la perspectiva griega sobre la cuestión hace apropiado afirmar que el tópico del “lenguaje” no sólo se traduce en términos de “expresión”, sino que también compele a las esferas de la ontología y la gnoseología. En esta concepción, todo proferir y habla refieren a “algo” de la realidad, constituyendo una indicación de la misma y, sobre todo, la exposición de su “razón”[8], de su sentido propio. De allí que podamos afirmar que

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