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Crisis de la masculinidad en la España de los 90s

samuel94_Tesina14 de Noviembre de 2013

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Subcapítulo 1.1. Crisis de la masculinidad en la España de los 90s

Para empezar, tenemos que explicar primero, por qué es que decimos que existía una crisis de la masculinidad. Haremos solo una pequeña explicación, para más adelante entrar ya en los aspectos de esta crisis misma.

La España de los 90 era una sociedad ya vuelta a la democracia. Los cambios estructurales no se habían dado del todo. Pero la igualdad entre géneros ya era algo con lo que por lo menos se podía soñar. No estaba tan lejano (Alonso y Furió 2007:13-15). En esa misma línea, era una década en la que si bien no se dio el surgimiento de los movimientos feministas, que cuestionaban una forma de masculinidad opresiva, la masculinidad tradicional, si era una época en la que estos movimientos sonaban con fuerza. Vemos entonces que era una sociedad de cambios en distintos aspectos. El campo de género por ejemplo, sufrió grandes cambios debido a los avances en torno a las mujeres, como veremos más adelante. Todos estos cambios tuvieron una repercusión en la identidad masculinidad, que es lo que nos interesa.

Estos cambios son los que dan pie a lo que hemos llamado la crisis de la masculinidad. Estos podrían haber sido vividos de dos maneras, pero los varones optaron por vivirlos a manera de crisis. O sea, se tornaron en cambios conflictivos. El no poder asumir esos cambios de manera pacífica, estos hombres sufren los cambios de manera dolorosa, sufren contradicciones entre sus pensamientos y sentimientos, como dice Montesinos y como veremos más adelante. En resumen, estos cambios “han originado cambios en la identidad masculinidad, pero los hombres los viven como crisis y por tanto, como un proceso de cambio conflictivo” (Montesinos 2002: 115). Decimo que es una crisis entonces, por la manera conflictiva en la que los hombres enfrentan los cambios que desarrollaremos mas adelante.

Para abordar el tema de la crisis de la masculinidad, es necesario también, ver cuál era esa masculinidad, en qué consistían los valores que formaban parte de ella. Por ello, hablaremos primero de la masculinidad tradicional o hegemónica y veremos luego, por qué es que decimos que esta entra en crisis, viendo dos aspectos propios de lo que fue esta crisis en la sociedad española.

Veamos, entonces. La masculinidad tradicional está para Michael Kimmel, intrínsecamente relacionada al poder. Es decir, un varón solo llega a ser un varón completo cuando tiene algún de tipo de posición de poder u ostenta control sobre alguien más. Esto es todavía más evidente si el poder se ejerce sobre una mujer (1997: 49). Esa es la base de la sociedad patriarcal, en la que por estas relaciones de poder, el hombre se asume por encima de la mujer.

Este tipo de relaciones dice Villareal, generan dependencia. Se percibe el varón como el sustento, el que debe y tiene que mantener a la familia. Esta dependencia se hace evidente en la división que se hace entre el espacio público y el espacio privado. El varón está hecho para el trabajo, por ocupar puestos importantes y la mujer, queda relegada a los trabajos domésticos, por así decirlo: su función es el cuidado y mantención, no en sentido económico, del hogar. Así, el espacio público es propio del varón y el privado de la mujer (2001:6-7).

Ahora, acercándonos más a la sociedad española, en un libro titulado Los hombres, la igualdad y las nuevas masculinidades, se afirma que este modelo de masculinidad hegemónica es por así decirlo, un círculo vicioso: la masculinidad hegemónica coloca a los hombres en las posiciones de poder y estos, desde esa posición, eligen seguir privilegiando este modelo en la sociedad, haciendo imposible algún tipo de cambio (Bergara, Rivieri y Bacete 2008: 27).

Este libro introduce además otro elemento de esta forma de masculinidad. La masculinidad tradicional dice no tolera varones sensibles, que lloren o que expresen algún tipo de debilidad emocional o afectiva. De este modo, “el mundo afectivo y emocional queda fuera de los elementos definitorios básicos de la masculinidad hegemónica” (2008:28). Esto es bastante contradictorio, pues como dice Ruiz, al negarse la posibilidad de poder expresar sentimientos el hombre niega también una parte de su identidad, y tiende de alguna manera a buscar otras formas de expresión de esas emociones que reprime, y que suelen traducirse la mayoría de veces, en violencia ejercida contra uno mismo o contra los demás (1990:127-129).

Haciendo un recuento entonces, la masculinidad tradicional o hegemónica privilegia una sociedad patriarcal, en la que la relación de dependencia asigna espacios diferenciados a hombres y mujeres: lo público por un lado y lo privado por el otro. Además, este modelo de masculinidad no permite a los hombres el contacto con su mundo emocional, afectivo. Estos son entonces, dos elementos de la masculinidad tradicional que, decimos, entró en crisis en la sociedad española de los 90s.

Veamos ahora dos elementos propios de la crisis de la masculinidad. O sea, veamos cuáles fueron los efectos de poner en cuestión esta masculinidad tradicional. Por un lado, tendremos la necesidad de buscar nuevos espacios para desarrollar la masculinidad. Por el otro, una pérdida de sentido respecto a lo que es la masculinidad en sí.

Sub-Subcapítulo 1.1.1: Los cambios sociales y la necesidad de nuevos espacios para la masculinidad

Habíamos dicho que la masculinidad tradicional o hegemónica se caracterizaba por hacer una división entre el espacio público y el espacio privado. Así, varones y mujeres tenían lugares en la sociedad prácticamente divididos. El hombre podía ir al trabajo, estudiar u ocupar cargos públicos. La mujer, por su parte, estaba relegada a trabajos domésticos, ya fuera en la casa propia, o en la casa de alguien más.

Esto no era diferente en España. Alonso y Furió, en su trabajo sobre el papel que las mujeres jugaron en la sociedad española, describen una sociedad en la que la mujer estaba relegada a esos espacios domésticos. Hasta la década del 70 en la que cae la dictadura franquista, no tenían derechos políticos ni económicos, además de que ese gobierno había perpetuado un tipo de sociedad patriarcal, en donde como ya vimos, el hombre se asumía por sobre la mujer, debido a las relaciones de poder.

Pero, a pesar de eso, en España se desencadenó un proceso en torno a las mujeres durante el siglo XX, que estos autores también describen. Los valores asociados a las mujeres eran antes todos relacionados con la sensibilidad o la compasión. Pero, durante el transcurso de ese siglo, especialmente en los últimos 20 años, después de la caída de la dictadura, las mujeres fueron adoptando un papel cada vez más protagónico en el campo político, social y económico. Entonces, esos valores con los que antes eran asociadas entran en conflicto, debido a estos nuevos roles que están asumiendo en la sociedad, pues requieren de mayor temple y convicción. Así, la figura que se tenía a finales del siglo XX en España ya no era solo la de una mujer que únicamente podía ser ama de casa, sino que ahora también era vista como ejecutiva, militar, profesional, etc. La mujer se desempeñaba entonces, en campos que antes habían estado completamente asociados al varón. Se va desdibujando de a pocos, la división entre el espacio público masculino y el espacio privado femenino (Alonso y Furió 2007:3-8).

Ahora estos cambios en torno a las mujeres en la sociedad española no ocurren aisladamente. Tiene una repercusión en la sociedad en general. Pero para lo que nos interesa y como dijimos al principio del capítulo, tienen también una repercusión en la identidad masculina, en su forma de construcción. No es posible que hayan ingresado a espacios que antes eran solo masculinos, sin que este género sea afectado. Como dice Montesinos, estos cambios en las mujeres necesariamente han hecho que los hombres cambien algunos rasgos de la masculinidad tradicional (2002:1005).

Así pues veamos el cambio que es resaltante importante para este segmento de la investigación. Ya vimos líneas atrás que la esfera pública era el espacio por excelencia para la afirmación de la identidad. Pero vimos también que en la Españas de las últimas décadas del siglo XX estos espacios habían sido “invadidos” por mujeres, dejando así, pocos lugares para la afirmación de la masculinidad tradicional. Aunque no completamente, las mujeres habían conseguido salir un poco de esa sociedad patriarcal en la que las relaciones de poder, les asignaban espacios solo en la esfera privada y bajo el control del varón.

Esto se puede observar también en lo que vendría hacer nuestro grupo más específico de estudio, los jóvenes españoles, pues, como constataron dos autores ya mencionados, en esa época las universidades que antes habían estado dominadas por la presencia masculina, empezaron a registrar altas tazas de ingreso femenino también (Alonso y Furió 2007). Podemos ver ahí esa “invasión” del espacio masculino que habíamos mencionado.

Entonces, ¿cuál fue la reacción de los varones a estos cambios?, ¿qué hicieron antes la invasión de espacios que antes consideraban solo suyos? No pretendemos resolver estas repuestas en este segmento de la investigación. Pero para ir adelantando, diremos que la repuesta fue la búsqueda de nuevos espacios en lo cuales se afirmará la masculinidad. En ese sentido, propondremos la utilización de la construcción del cuerpo y preocupación por la estética corporal como un espacio usado con ese fin.

Ante todos estos cambios, los hombres sintieron la necesidad de buscar nuevos espacios para afirmar su masculinidad. No es raro entonces, que en un estudio sobre los jóvenes

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