Determinación de la justicia

Desde la antigüedad, y resaltada por Jesucristo, ha existido una interminable interrogante que ha llevado a los más ilustres filósofos de la historia -desde Platón hasta Emmanuel Kant- a discurrir sobre ésta a fin de lograr dar una respuesta rotunda: ¿Qué es la justicia? Aristóteles, por ejemplo, trataba ya de definirla dividiéndola en Ley Particular y Ley común.

Sin embargo, y sobre todo en ciencias como el derecho resulta bastante complejo lograr una definición única en torno a este concepto, más a lo largo de la historia se han aportado ideas que han ayudado a formular conceptos cada vez mejores.

Existen diversas opiniones acerca de qué es la justicia, por ejemplo algunos la consideran como un conjunto de normas que permiten regular la conducta entre la sociedad, permitiendo o limitando ciertas acciones del actuar humano o institucional. En mi opinión la justicia no sólo se trata de una serie de reglas para regir el comportamiento humano sino que implica además valores como la equidad y la democracia entre los seres que conforman la sociedad y que resalta otros como la honestidad, la paz y el respeto.

Por otra parte, Kelsen afirma que la justicia es una característica posible más no necesaria del orden social. En mi punto de vista, más bien se trata de una necesidad que pocas veces y para pocos es posible. También menciona que la justicia estructura los rasgos que caracterizan a la felicidad y por ende, como dice Platón, van de la mano.

Con frecuencia nuestra felicidad depende de la satisfacción de necesidades, y por ello no puede existir un orden social totalmente “justo” porque la felicidad es para cada uno lo que quiera considerar como tal.

Según Kelsen ni siquiera la Naturaleza es justa ya que unos tienen mayores cualidades o capacidades que otros. Con esta idea no estoy del todo de acuerdo, ya que considero que existe un cierto equilibrio, dicho de otra manera mientras algunos tienen ciertos dones o talentos para tal o cual cosa o actividad no tienen otros que las demás personas pueden poseer.

El deseo de justicia está profundamente enraizado en el corazón del hombre por ser expresión de un insaciable deseo de felicidad propia y subjetiva.

Frecuentemente el concepto de libertad se vincula con la idea de justicia de tal manera que si el orden social garantiza la libertad individual sin la afectación de terceros, entonces será justo.

No puede afirmarse que la idea de libertad sea libre de todo gobierno, y esto implica que la libertad del anarquista de una sociedad regida por un gobierno se transforme en la libre decisión de dicho individuo sobre la democracia. En este caso, la justicia se transforma en un orden social que satisfaga los intereses valiosos y dignos de protección del individuo.

Por otro lado, la justicia ha de manifestarse como problema cuando surgen conflictos de intereses, cuando entran en contraposición dos valores y no es posible hacer efectivos ambos y se plantea para la resolución del conflicto una determinada jerarquía que no puede resolverse mediante el conocimiento racional, sino que predomina lo subjetivo, es decir implica una serie de emociones y sentimientos del sujeto que formula el juicio. Existen entonces juicios de valor (que no son pasibles de comprobaciones) y juicios de realidad (que pueden ser verificables experimentalmente).

Según Platón, para garantizar la obediencia a determinada ley, el Estado o gobierno tiene el derecho de infundir en los ciudadanos la idea de que el hombre justo es feliz y desdichado el injusto, aún cuando dicha doctrina no sea del todo cierta. En mi opinión, esta idea puede adoptarla cada individuo para que sea verdadera, ya que si uno tiene la satisfacción de llevar una vida de justicia será feliz consigo mismo y aunque no siempre al justo se le paga con justicia, tiene la dicha de saber que hizo las cosas adecuadamente.

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