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EJERCICIO DE ANÁLISIS EXEGÉTICO


Enviado por   •  1 de Mayo de 2014  •  1.651 Palabras (7 Páginas)  •  365 Visitas

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EJERCICIO DE ANÁLISIS EXEGÉTICO

La parrhesía que ha interesado bastante a Foucault como una práctica del decir veraz sobre sí mismo, es abordada desde un análisis de las formas aletúrgicas con las que busca explicarse: cómo el sujeto se representa así mismo como alguien que dice la verdad. Por lo tanto, no interesa en esta ocasión estudiar con demasiado énfasis las formas epistemológicas de la parrhesía, es decir, bajo qué condiciones un discurso es tomado como verdadero. Lo que busca rescatar Foucault de este asunto, son las relaciones que emergen a partir de estas prácticas del decir veraz entre los sujetos, puesto que ésta práctica del decir veraz, debe estar necesariamente desarrollada por dos sujetos; comprender que todos estos hechos tienen origen desde la Antigüedad grecorromana es un rasgo importante del análisis, teniendo en cuenta que era una prioridad el decir la verdad sobre uno mismo, y mantenerse en un trabajo constante por alcanzar el bienestar del alma.

En cuanto a la función desde luego de ese otro, es muy importante el trabajo que lleva a cabo en cuanto a que se encarga de interpelar al otro para que éste diga la verdad sobre sí mismo, motivado por el hablar franco de aquel que lo exhorta. Y estas relaciones que se producen a partir de las relaciones con el otro es lo que va a interesar a Foucault. Sin embargo, la noción de parrhesía es ante todo una noción política, puesto que fue desde sus inicios establecida en la esfera de la política y la problematización de la democracia, a partir de esto fue llevada al campo ético donde el sujeto se conforma a sí mismo como un sujeto moral.

Dentro de los parámetros importantes para que pueda darse la parrhesía, es necesario que exista una relación entra la verdad y el sujeto que predica dicha verdad, y que se encuentre presente en el parrhesiasta el coraje de interpelar al otro, con lo que se corre el riesgo de finalizar un vínculo mediante el cual ya no será llevado a cabo su discurso. La parrhesía no sólo arriesga la relación establecida entre quien habla y la persona a quien se dirige la verdad, también peligra en un momento determinado la vida del que habla. Este riesgo sin embargo es asumido, puesto que la parrhesía es considerada una actitud, una manera de ser y de vivir que debe conducir a la virtud, y que por supuesto no sería posible sin la exaltación del rol de quien exhorta a los otros a decir la verdad.

El máximo exponente de ésta practica en el ámbito ético, puesto que prefiere afrontar la muerte antes de renunciar a decir la verdad, pero no es político porque no accede a ejercer ese decir veraz frente a una Asamblea, es Sócrates. Cuya característica principal es manejar un discurso sin adornos formales y estéticos, y con esto una búsqueda de la verdad sin más, es decir, la verdad entendida como un fin en sí mismo, y no una habilidad para hablar que tenga tras de sí una cantidad de pretensiones. En todo caso, desde el comienzo está consciente de los riegos que correrá al estar dispuesto a decir siempre la verdad en todo momento, y quizás correr el peor de los riesgos, que es olvidarse de sí mismo. Pero desde luego, Sócrates no tiene dudas de que el discurso no elaborado y construido de forma simple, puede lograr que lleguemos a la verdad de nosotros mismos. Sócrates se opone y procura tomar distancia con la parrhesía política, ya que maneja mecanismos propios de un discurso que busca encubrir la verdad mediante un sinnúmero de artilugios y elementos poco comprensibles.

En ese sentido, surge una distinción importante en la que Sócrates desde luego se inclina por ejercer una parrhesía ética y no una parrhesía política, motivado por considerar que ésta última se propone como una institución coercitiva, puesto que limita los alcances del individuo en el camino a encontrar su verdad. Asimismo, Sócrates, que ha sido el parrhesiasta por excelencia enmarco aun más la notoria distinción entre parrhesía ética y política cuando desde un principio optó por dedicarse a interpelar a los otros desde las calles, es decir, en todas partes. Al considerar la política como un riesgo innecesario, pues correr el riesgo de muerte era inminente, y aunque siempre fue consciente del riesgo que corría por llevar a cabo este estilo de vida, la política se manifestaba con una muerte más próxima y por lo tanto no le habría sido posible cumplir su misión (de tanta importancia en la Antigüedad).

La parrhesía ética, que fue la especialidad de Sócrates, aunque comparte una característica en común con la parrhesía política que es correr el riesgo de muerte, y algunos otros que van de la mano con este, como lo son perder vínculos con las personas que no estén dispuestas a verse confrontadas ante su propia realidad. Se mantiene en una característica que propone el no cree poseer la verdad como en el caso de la parresia política, sino por el contrario considerar que el acceso a la verdad es un ejercicio constante, y que por tanto no deja de realizarse en ningún momento, como en el caso del gobernante que sale de la asamblea y deja en ella todos sus esfuerzos por conseguir la virtud. O en el caso del tirano que por no tener en cuenta darle dirección a su alma y el cuidado de sí, no tiene nada en cuenta más allá de sus propios fines, por lo que busca imponerse a su pueblo y verlo a su pueblo como un enemigo, pero no como aquella sociedad con la que está comprometida.

A partir de esto, queda claro que la figura de Sócrates se constituye a partir de dicha distinción, cuando él desde un principio decide no hacer política ni dedicarse a la asamblea porque definitivamente no cree en ocultar la verdad y en no usar un hablar claro. Mas bien, dispone dedicarse a la parrhesía ética en las calles, en este punto surge una inquietud basada en si la parrhesía política se presenta como un riesgo que no vale la pena, teniendo en cuenta que en la parrhesía ética se puede lograr un bien mayor, y en este sentido, se piensa un poco en términos de utilidad. Se podría desde luego pensar que ambos tipos de parrhesía no son fácilmente relacionadas, por la cantidad de problemas que plantea para el hablar franco, utilizar por ejemplo en la parrhesía política un discurso elaborado con tinte impenetrable para alguien que no se encuentra dentro de la Asamblea.

De este modo surge la cuestión acerca de si estas relaciones planteadas anteriormente le permiten a Foucault estudiar esa materia que tanto le ha inquietado, el cómo la relación entre poder, sujeto y verdad están relacionadas con las prácticas del decir veraz.

La relación en este caso siempre gira entorno al sujeto, en donde él mismo es considerado por los demás, como un sujeto que dice la verdad mediante acciones. Sin embargo, lo turbador de esta circunstancia, es saber si existe una relación de poder que tiene que ver con el compañero en que se debe dar siempre esta práctica de parrhesía, pues el que decide ser guiado debe aceptar ser gobernado de cierta forma por la pareja que lo acompaña en esta realización de sí mismo. Y en este punto, vuelve de nuevo, un tema renombrado por Foucault, que tiene que ver con que el arte de gobernar es esencialmente espiritual, ya que esta forma de poder va encaminada en primera instancia a configurar elementos propios de la espiritualidad en una persona.

Al profundizar en otra relación de poder, podemos encontrar que la Asamblea en la Antigüedad, juega el mismo rol que el Estado en la modernidad, y a su vez se constituye como la figura de poder en la polis, no considera que decir la verdad esté bien, en cierto modo transfigura los valores tratando de esconder la realidad. Por lo tanto, los mecanismos de poder que se den en esta esfera de lo político son causados a partir de un ocultamiento de la verdad, es decir, que el poder ejercido en las instituciones democráticas, podría estar de algún modo en desacuerdo con el cuidado de sí. Por el contrario, se rige bajo una política de el olvido de sí.

Desde luego es más sencillo gobernar cuando se corre un menor riesgo a ser cuestionado, y en este sentido algunos optan por la tiranía. En cuanto más imposible es algo de comprender, es más fácilmente justificado, y la verdad en este punto es tergiversada, hasta tal punto que se vuelve objeto de manipulación reflejada luego, en mecanismos de coerción y de poder por parte de la Asamblea o el Estado sobre su pueblo, aunque incluso esto no sea muy fácilmente discernible, puesto que los poderes de tipo estatal se enfocan en ejercer su dominio con conjuntos refinados de discurso.

Finalmente, se evidencia que la aceptabilidad de unos parámetros de conducta dentro de un sistema, son definidos a partir de un sometimiento de la esencia del sujeto, con la cual, el sujeto mismo no sea capaz de llegar a hablar con verdad acerca de sí mismo. Estas prácticas por lo tanto, invitan al sujeto constructor de la historia, a realizar la historia propia, a no permitir que sea otro con figura de Estado o de Asamblea para los Antigüos, quien decida lo que debe ser considerado como verdadero. Y en este sentido, que no sea una historia producto de la ficción y la voluntad de alguna parte influyente en la sociedad, sino que por el contrario, lo importante en este caso sería que aún como sigue ocurriendo en tiempos actuales, las personas no fueran silenciadas ni castigadas con la muerte por manejar un hablar franco con un fin enteramente definido dentro de la verdad y el cuidado de la “salud de nuestra alma”.

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