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EL VITALISMO


Enviado por   •  27 de Julio de 2014  •  Tesis  •  2.927 Palabras (12 Páginas)  •  392 Visitas

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EL VITALISMO: FEDERICO NIEZTCHE (1844-1900): Cuando Nietzsche presenta a un sujeto en el cual priman los instintos vitales sobre la razón, ello determinó lo que posteriormente denominarían vitalismo filosófico, un regreso del hombre a su definición primigenia como hombre, un ser que despliega sus instintos vitales en el encuentro con la naturaleza. De su obra podemos destacar: Más allá del bien y del mal, El nacimiento de la tragedia, El crepúsculo de los ídolos, Ecce Homo, La gaya ciencia, Humano, demasiado humano, Así habló Zaratustra, La genealogía de la moral.

Su pensamiento constituye una crítica a toda la tradición occidental y a la religión judeo-cristiana, de corte platónico; culpa a la tradición occidental de traicionar su espíritu filosófico, apoyándose en unos planteamientos que niegan la posibilidad de la existencia a los impulsos vitales que habitan al hombre, sometiéndolos a la influencia del mundo de las ideas, un mundo suprasensible, de valores que nunca podrá alcanzar.

Los valores platónicos y cristianos se fundan en la búsqueda de otro mundo, que le impone al hombre un orden moral externo, se basan en la culpa y la purificación, para poder alcanzar estos valores que se encuentran en un mundo ideal; el hombre debe someter todas sus pasiones, sus impulsos vitales a la consecución de dicho mundo; impidiéndole con ello fundar y crear su propia escala valorativa.

En su filosofía pone bajo sospecha la unión que encuentra entre los conceptos y el lenguaje, pues con ello lo que se logra es una repetición de los mismos esquemas básicos conceptuales en varios sistemas filosóficos, casi de forma inconsciente durante los diversos periodos históricos. De esta forma la similitud entre algunos conceptos, por ejemplo: Dios, ser, sustancia, esencia, espíritu, etc., hace que se perpetúe un tipo de filosofía, que más que responder a una construcción de una teoría o tratado filosófico, es por el contrario una continuación de un esquema lingüístico, artificioso, sobre el que supuestamente fundamos nuestra manera de pensar.

Bajo sospecha coloca también a la ciencia, de quien dice que simplemente ha sustituido a la religión en la época moderna y usa el poder para someter al individuo, pues el conocimiento cuantifica y no nos permite conocer de modo cualitativo.

Formación de la voluntad de poder

Apoyándose en los planteamientos de los presocráticos que conciben la realidad del universo como múltiple y cambiante, y afirmando que el hombre hace parte de este universo donde despliega sus impulsos vitales que dan origen al cambio, Nietzsche fundamenta su criterio de verdad o voluntad de poder.

Si el universo está en constante cambio, es múltiple y el hombre se deja llevar por dicha multiplicidad; no podrá haber una verdad única e inmutable como propone el platonismo; frente a esta concepción metafísica, racional del mundo, Nietzsche propone, reclama, afirma una visión irracional del universo, donde la verdad siempre será relativa e individual; allí será más legítima la verdad que favorezca los impulsos vitales del hombre.

La verdad es buscada por medio del error, en el equívoco, se mueve en la apariencia, y es en este contexto donde el hombre se autoafirma, adopta una perspectiva vital, la que considera más válida ante la dinámica cambiante e irracional del universo. Al desaparecer las verdades absolutas, la verdad se constituye en el error, como la vida misma, y su validez (de la verdad) la definimos nosotros mismos. Este es, pues, el marco donde se define la voluntad de poder.

La verdad para el platonismo es única e inmutable; Según Nietzsche esta tradición le ha dado un valor inconmensurable a los conceptos, con la creación de un mundo de las ideas que desconoce y desestima las pulsiones vitales que habitan al hombre. Los conceptos según él, no poseen una verdad absoluta, son relativos; un concepto se forma a partir de una sensación convertida en imagen por medio de una metáfora intuitiva, de la imagen se pasa a la obtención del concepto fijando dicha metáfora en nuestro entendimiento. De ahí que el lenguaje, que tiene un valor metafórico, se convierta en el resultado de un proceso creativo y estético, en el cual la verdad nunca es absoluta, es relativa. Es así como no es posible captar la verdad como pretende el platonismo, una verdad absoluta; lo que podemos hacer es intentar superponernos a! caos que supone en nuestro entendimiento el proceso para captar la verdad, que es cambiante y no inmutable.

El lenguaje, entonces se convierte en el único modo de llegar a la verdad. Los conceptos que nos ha legado la tradición, Nietzsche intenta transformarlos por metáforas, formas en continuo cambio, otorgándole al lenguaje una función creativa capaz de captar el sentimiento vital y el devenir continuo del universo,

logrando que la verdad se convierta en poiesis, es decir, función creadora, no stática, ni absoluta.

Esta concepción del lenguaje la vincula a la de la voluntad de poder, que tiene un carácter dionisiaco; para explicar lo anterior, acude a las figuras de Apolo y Dionisio de la mitología griega (tragedia griega); estas le permiten representar sus planteamientos vitalistas. Mostrando que entre los ideales apolíneos: armonía, virtud, racionalidad, ideales de la tradición (Apolo representa lo correcto, lo lineal, lo equilibrado) ,existe un enfrentamiento con los ideales dionisiacos: placeres, instintos, vitalidad, gozo... (Dionisio es el exceso, la hilaridad, lo que rompe con lo lineal).

¿Qué crea la obra de arte? En el fondo de toda creación artística hay una polaridad entre el espíritu apolíneo y el espíritu dionisíaco. El primero fundado en criterios de armonía, y de perfección formal, se expresa preferentemente en las artes plásticas. El segundo negador de cualquier límite, conduce a la exaltación a la evasión de si mismo que solo la gran música o el vino proporciona. El artista apolíneo interpreta la vida como si fuese un sueño, el dionisíaco vive sin detenerse a interpretar nada, como si estuviese embriagado. Apolo mide, busca la distancia justa de los objetos, los representa libremente, pero siempre según unas reglas; en una palabra, intenta comprender la naturaleza. Dionisio acepta el mundo como es y rechaza cualquier distancia: encarna el sí a la vida en su totalidad (incluidos el destino, el dolor y la muerte). Es el Dios loco que bebe, baila y ríe

La filosofía de occidente en cabeza de Platón y Aristóteles reprimió todos los impulsos dionisiacos, condenando al mundo a una concepción apolínea. Nietzsche rechaza esta visión apolínea de la vida y del mundo y reclama la visión dionisiaca; para ello se vale del lenguaje metafórico, el cual pasa a ser expresión de la voluntad

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