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EN TORNO A LAS RAICES RELIGIOSAS DEL BUDDHISMO. (LA FILOSOFÍA DE LAS NOBLES VERDADES)

Guillermo RojasEnsayo28 de Abril de 2021

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EN TORNO A LAS RAICES RELIGIOSAS DEL BUDDHISMO.

(LA FILOSOFÍA DE LAS NOBLES VERDADES).

GUILLERMO E. PÉREZ R.        

CARACAS, 20 DE AGOSTO DE 2008.

“Una sola cosa es Sabiduría: Conocer con juicio verdadero cómo todas las cosas son gobernadas a través de todas las cosas”.

Heráclito de Efeso, (Fr. 41).

INTRODUCCIÓN

Hablar del ser humano como aquella naturaleza cuyas dimensiones se diferencian de otras naturalezas vivientes (es decir, el hombre frente a todo lo demás que existe) es inevitablemente hablar de una relación con la trascendencia, lo absoluto, la unidad de la existencia. Luego es casi inmediata la necesidad de atender la dificultad de las múltiples interpretaciones culturales en torno a lo trascendente que ofrecen como resultado las múltiples religiones y manifestaciones religiosas en el Hombre.

En tal sentido, vale hacer notar la importancia que significan los “Estudios de la Religión” en su variedad de opciones: Historia de las Religiones, Ciencias de las Religiones, Filosofía de la Religión, Fenomenología de la Religión, etc. Mas ¿Qué es, en todo caso, lo interesante de realizar estudios de este talante? Una pre-respuesta comprensiva es de carácter antropológico: desde que el hombre es hombre, es decir, después de diferenciarse de sus antepasados pre-homínidos, ha tenido la sensación y la experiencia de lo que está más allá de él mismo, esto es, lo que le sobrepasa, una realidad más allá de la inmediata que no sólo se convierte en extensión de ésta sino que incluso se puede llegar a pensar que la configura. Es lo que el teólogo jesuita Karl Rahner denomina la “experiencia trascendental de la trascendencia humana”, que “no es la experiencia de un determinado objeto particular, el cual sea experimentado junto a otros objetos, sino una disposición fundamental, la cual precede a toda experiencia objetiva y la penetra” (p.54)[1]

Por esto, los objetivos de una cátedra de Historia y Doctrina de las Religiones, debe, como no, valorar el aporte que las diferentes ciencias han legado en los estudios de las dimensionalidad humana en general y de la dimensión religiosa en particular, sin descuidar la naturaleza del fenómeno a estudiar. Para ser más específico, las diferentes religiones, si bien pueden ser identificadas como expresiones culturales, influenciadas e influenciantes de su contexto, también poseen una importancia como configurantes del mundo y la vida de los creyentes. Esto hizo que a finales del siglo XIX una corriente de investigadores se erigieran en la necesidad de estudiar, más que una Historia de las Religiones, los “fenómenos” religiosos tal como se presentan en la naturaleza humana, para tratar de conciliar lo que Juan Martín Velasco insiste en llamar un “aire de familia” que permita reunir y sistematizar los elementos comunes a todas las religiones para captar precisamente “lo religioso” en cada una[2]. La mayoría de las nuevas escuelas fenomenológicas han insistido en que parte de ese “aire de familia” está en las hierofanías, es decir, la visión de la religión desde la presentación que hace de “lo sagrado” más que de Dios; y su interpretación del mundo como contraposición entre “lo sagrado” y “lo profano”, base de la existencia del cúmulo de símbolos, ritos, mitos, concepción del tabú, de la muerte, etc. Desde este punto de vista, la humilde recomendación, dentro de la necesaria y difícil humildad de cualquier investigador de la religión, debe ser desvestir cualquier tipo de prejuicio religioso en la interpretación de la alteridad (cualquier otra religión), sin dejar por esto de ser religioso o sin abandonar su comprensión religiosa del mundo, asimilándola incluso a las facilidades que le ofrecen las ciencias. Sólo así el fenómeno es capaz de hablar sobre sí mismo, pues como bien decía Mircea Eliade:

Un fenómeno religioso no se nos revelará como tal más que a condición de ser aprehendido en su modalidad propia, es decir de ser estudiado a escala religiosa. Pretender perfilar este fenómeno mediante la fisiología, la psicología, la sociología, la economía, la lingüística, el arte… es traicionarlo, es dejar escapar lo que precisamente hay en él de único e irreducible, es decir, su carácter sagrado. (p. 55)[3]

Una vez hecha estas observaciones desde una filosofía de la religión como modo de dirigir el pensar en torno a lo religioso, retomemos la metodología de la historia de las religiones como elemento fundamental de recolección de datos para estudiar una determinada religión. Así, en este caso nos compete  hablar de la historia y doctrina del budismo. La importancia, entre otras cosas, puede relacionarse con el actual boom de las diferentes manifestaciones culturales del budismo, extendidas en occidente con un creciente número de fieles, sobre todo después de los convulsionados años ‘60 y ‘70 del siglo XX; aunque hay que tener cuidado a la hora de buscar explicaciones de esto como una simple “moda” de lo oriental o a un simple impulso new age. Si bien existen casos en los que se desvirtúa la práctica y la creencia religiosa en todas sus manifestaciones (y en todas las religiones), sería injusto enfocar toda práctica budista occidental como tal, antes más bien podemos referir a una necesidad espiritual del hombre contemporáneo que además del variopinto dogmatismo religioso occidental, lo ha llevado hacia otras búsquedas. Se puede decir, incluso de la necesidad que se traduce en un volver sobre sí mismo -en la intimidad del espíritu humano- para volver a lo trascendente, donde reside lo común en todo: el vínculo con el universo, tal como señalara en su momento san Agustín al decir sobre Dios: “Tu autem eras interior intimo meo et superius summo meo”. (Confessiones III, 6, 11).

Trabajemos en tres aspectos importantes, lo que desde el budismo es conocido como las tres joyas o los tres refugios (Tisarana) más importantes que toma o asume el religioso: Buddha, Dharma y Sangha. Este camino nos ayudará a entender el budismo desde sus más importantes categorías: Buddha: La condición accesible a toda persona (su antropología), lo cual nos acerca a la historia del primer Buda Shakyamuni; Dharma: La enseñanza, la doctrina y creencia fundamental del budismo, y la ética subyacente; y, por último la Sangha: la orden monástica, es decir, las principales prácticas religiosas y rituales, la liturgia.

I.- BUDDHA: Historia  y raíces del Budismo. Su concepción del Hombre.

Los orígenes del Budismo se remontan aproximadamente al siglo VI a.C., sigue como norte fundamental las enseñanzas del “Buddha”, que en sánscrito quiere decir “el que ha despertado”, “el iluminado”; un personaje de quien unos dicen que no es más que un mito, mientras otros aseguran que fue realmente un príncipe. Este personaje, cuyo nombre personal era Siddharta y el de su familia Gautama, nació en el año 563 a.C., al norte de la India, en las adyacencias del Valle del río Ganjes, cerca de Gorakhpur, entre Nepal, al Norte y Varanasi (Benarés) al sur. Como hijo del Suddhodana y Maya, reyes de la tribu de los Sakyas, se dice que Siddharta vivía entre grandes lujos, disfrutando incluso de un buen lugar en el escalafón social de castas en la India, pues incluso su padre gozaba de cierta prestancia religiosa como maestro brahmán, legado que quería que su hijo continuara.

Según la leyenda, el nacimiento de Siddharta fue milagroso. Primero se dice que Maya, su madre, tuvo un sueño en el que un elefante blanco le tocó el costado izquierdo con una flor de loto que tenía en su trompa y así fue como concibió al joven príncipe. Luego se dice que lo trajo al mundo después de diez ciclos lunares, durante un paseo por un hermoso jardín de palacio. Al momento de su nacimiento, se dice que un vidente le dijo a su padre que el niño dejaría un día a su familia para vagar como un asceta santo, otra interpretación tibetana dice que el mismo de pequeño dio siete pasos en las cuatro direcciones para luego afirmar que esa sería su última vida y que no reencarnaría más (se dice también que de las huellas que dejó surgieron flores de loto).  Más allá de la leyenda, sabemos que Siddharta se quedó huérfano de madre apenas siete días después de su nacimiento, lo que hizo que su padre y su tía Prajapati (con quien casa luego el rey) lo sobreprotegieran con todas las riquezas de las que disponía la familia para evitar al máximo el contacto del niño con el sufrimiento, y así evitar que éste se fuera de palacio.

Casado desde los dieciséis años (como era costumbre para la época) con su prima Yasodhara, tuvo un hijo a los veintinueve años, de nombre Rahula. Para esa misma época, dice la historia, el joven príncipe Siddharta, pudo escaparse a dar un paseo fuera de palacio, y fue cuando tuvo tres visiones importantes: un hombre viejo y decrépito, un enfermo y un cortejo fúnebre. Estos tres encuentros le permitieron tomar conciencia de la realidad de la existencia y del sufrimiento humano dentro de la rueda constante de las reencarnaciones (metempsicosis) en la que se cree desde la religiosidad hindú, y que además convierte a este sufrimiento en eterno. Fue entonces cuando se dio cuenta que todos los seres humanos, incluso él quien había vivido protegido por los placeres del dinero y la comodidad nobiliaria, estaban sometidos a la misma realidad de sufrimientos diversos.

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