ETICA Y GLOBLIZACION
jorgecivil201227 de Mayo de 2014
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Estoy muy contento de estar aquí, a pesar de los graves y difíciles problemas en que se
encuentra Argentina, América Latina y el planeta también.
Al hablar de Etica y Globalización no podemos obviar la fuerte conexión que existe entre la
noción de desarrollo y la de globalización. Podemos considerar que el fenómeno de la
globalización es un producto ocasionado por la aventura histórica de los países llamados
“desarrollados” y que el proyecto de la globalización consiste en llevar a cabo un desarrollo
federalizado. Pero en primer lugar realizare la crítica ética de la noción misma de desarrollo y
después veremos si existe un camino para la integración ética.
Si consideramos la noción de desarrollo desde un punto de vista ético, debemos saber que no
existe ningún tratado ético posible si pensamos que el concepto de desarrollo tiene como
núcleo una noción ética y económica. Es un concepto que contiene en sí mismo, los conceptos
de utilitarismo y de cualidad. ¿Qué significa ésto? Que si nos limitamos a este tipo de visión,
caeremos, en consecuencia, en la ignorancia de los rasgos no utilitarios de la vida humana:
amor, pasión, honor, ludismo, y de todas sus cualidades.
Digamos entonces que existe en el interior de la noción de desarrollo, la única visión del
hombre económico “hommo economicus”, y no, la realidad del hombre complejo con todos
sus rasgos. En esta complejidad es donde coexiste el sentido del valor y de la calidad poética
de la vida. Pero ésto no basta.
Hay un carácter anti-ético en el concepto y en el movimiento histórico del desarrollo. ¿Por
qué? Porque en las sociedades llamadas “desarrolladas” podemos ver la desintegración de las
solidaridades tradicionales de la gran familia, del barrio, de las comunidades y la desaparición
de las solidaridades concretas entre personas que no pueden ser reemplazadas por las ayudas
burocráticas y las solidaridades que necesitan dinero para comprarse.
Otro rasgo: las megalópolis - las grandes ciudades del desarrollo más adelantado- están en
estado de desintegración del tejido social; en la mentalidad de la gente y sobre todo en la de
los jóvenes, no existe la idea de sentido cívico como un super-ego de la sociedad común.
Otra razón: el desarrollo es al mismo tiempo, desarrollo del individualismo; algo muy bueno ya
que el individualismo significa autonomía individual, pero hay tambien desarrollo del
individualismo egocéntrico donde las agresividades individuales, el mercado, el provecho,
amplifican este egocentrismo con la sed permanente de más y más consumo lo que produce
una desintegración ética.
Sabemos también de la desintegración de una de las virtudes heredadas de civilizaciones
antiguas y que se arraigo en las civilizaciones tradicionales: la hospitalidad, la recepción del
otro, del extranjero.
Finalmente, las especializaciones en todos los sectores económicos del trabajo y del
pensamiento también, encierran a los seres humanos en actividades fragmentadas, aisladas y
donde se pierde el sentido de la realidad común en la cual nosotros estamos incluidos. De este
modo el sentido de la responsabilidad para los otros y para su comunidad, también se
desintegra. No olvidemos, además que los motores del desarrollo en la ciencia, la técnica, la
economía, el provecho están sin ningún control ético. Y Washington desarrolló la idea –muy
útil y fundamental -, porque en los principios de la ciencia moderna occidental del siglo XVII
hay una autonomía total de la ciencia frente a la política, a la ética, a la religión, digamos a la
condición de desarrollo de la ciencia. Pero a mediados del siglo pasado, la ciencia desarrolló un
poder tan grande sobre la sociedad, y peligros tan gigantes o de destrucción provenientes de la
física nuclear o de la manipulación que pone en evidencia la falta de regulación ética.
De la misma manera, la técnica y la economía no tienen control ético y éste es el problema de
nuestro porvenir planetario.
Pensemos también que las civilizaciones llamadas desarrolladas se encuentran hoy día en una
profunda crisis, en una degradación de la calidad de vida, crisis económicas que no han
desaparecido, y crisis ética de la cual ya hablamos.
Hay una resurrección de la pobreza en los países ricos.
Además, desde el punto de vista económico podemos pensar que las crisis que se producen en
varios lugares del planeta no se pueden considerar cada una como una excepción, como un
accidente, cuando existe un problema critico fundamental en el modo económico del
mercado mundial sin regulación hoy día.
La tragedia de la Argentina no se puede considerar como una excepción, es un caso
adelantado y extremo de los peligros comunes para todos.
Esto me recuerda que en los años 50 y en la época en que no existía sanción demográfica en
todos los países europeos por aumento de los nacimientos, llegó súbitamente una caída
demográfica en Berlín y para muchos demógrafos era una cosa excepcional originada por la
situación particular de Berlín, pero era en realidad, el anuncio de la crisis demográfica que llego
años más tarde a todos los países de Europa. Entonces debemos pensar en todo esto y
generar así la ética en nuestra civilización, en nuestro desarrollo.
Podemos decir pues, que en el concepto de desarrollo sostenible hay un fondo ético. El
trasfondo ético viene de una preocupación, no únicamente para las otras sociedades y para el
planeta finalmente como lo indica Johanesburgo, sino también denota una preocupación ética
para generaciones futuras.
Hay un concepto ético introducido en la noción de desarrollo sostenible. Pero a mi entender,
esto no es suficiente. Pienso que se debe integrar los mejores rasgos del concepto de
desarrollo para una generación ética pero integrarla con un concepto más amplio, más crítico,
más generoso que podríamos llamar una política de civilización.
Ya hemos hablado de la decadencia, de la desintegración de las solidaridades, y también de la
desintegración del sentido de la responsabilidad. Pensemos ahora que solidaridad y
responsabilidad son las dos fuentes primeras de la ética, la otra es la comprensión del uno
hacia el otro. Y la resurrección ética necesita eliminar la idea cerrada de desarrollo; no basta
dulcificarla con el desarrollo sostenible e integrarla a una política de la civilización humana.
Estamos así, frente a un difícil y complejo problema: organizar la convergencia de las diversas
vías que lleven a la resurrección o al desarrollo de la ética. Es decir, en primer lugar, debemos
integrar lo mejor de la civilización occidental (los derechos humanos del hombre y la mujer, la
democracia - una cosa que puede degenerarse y aun en estado inconcluso-). Pero frente a esta
idea de democracia está la idea de autonomía individual, de eliminar lo peor, es decir la
hegemonía del provecho, de una racionalidad abstracta.
Por otro lado, esta política de la civilización humana significa utilizar y fortalecer las cualidades
civiles del sur. Porque es evidente que si el norte demuestra su superioridad en las cuestiones
del cálculo, de la economía, de la técnica, de las armas, de todas estas cosas, hay una pobreza
humana en esta hegemonía porque las cualidades humanas fundamentales están sumidas en una
opresión. Entonces el sur tiene sus valores cuando hace una resistencia a la hegemonía del
provecho y del cálculo. Cuando el sur toma en serio, no únicamente las cuestiones privadas
individuales, sino la cuestión de todas las cualidades que podemos encontrar en nuestra vida
que es evidentemente lo que llamamos cualidad de la vida. Se puede decir que en el mundo
rico, la idea de hoy día es mejor. Entonces la idea de Ivan Illitch, que hace treinta años llamo la
convivialidad, es decir la posibilidad de comunicaciones, de amistad, de relaciones buenas entre
humanos. Y también las actividades gratuitas de servicios, mutuales, la hospitalidad.
Es evidente que se necesita una política económica a varios niveles, al nivel de las naciones, y
las naciones es evidente que hay un papel para el estado luchar contra la pletoria burocrática
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