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El Hombre máquina Julien Offray de La Mettrie


Enviado por   •  27 de Abril de 2018  •  Reseñas  •  2.849 Palabras (12 Páginas)  •  539 Visitas

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El Hombre máquina

Julien Offray de La Mettrie

«El alma no es, por consiguiente, más que una palabra vana, de la que no se tiene idea alguna y de la que una inteligencia sólida no debe servirse más que para nombrar aquella parte que en nosotros piensa.»

La Mettrie: El Hombre Máquina.

José Eloy Díaz Sánchez

Contenido

Objetivo        3

Ideas Principales        4

Sobre el alma-cuerpo        4

Sobre el hombre y el resto de animales, remordimiento, imaginación, lenguaje y azar        5

Sobre la experiencia, Naturaleza y la Revelación, Dios, ateísmo.        6

Conclusión        8

Bibliografía        8


Objetivo

La vida de Julien Offray de La Mettrie transcurre entre los años 1709 y 1751, comienzo del movimiento cultural europeo del siglo XVIII, Siglo de las Luces o Ilustración del que formará parte este autor. Debe su nombre a su carácter disipador de borrosidades y tinieblas de la humanidad por medio de las luces de la razón. Una buena aclaración de lo que fue la Ilustración  nos es dada por uno de sus más importantes representantes, a saber, D’Alembert:

«(La ilustración) lo discutió, analizó y agitó todo desde las ciencias profanas a los fundamentos de la revelación, desde la metafísica a las materias del gusto, desde la música hasta la moral, desde las disputas escolásticas de los teólogos hasta los objetos del comercio, desde los derechos de los príncipes a los de los pueblos desde la ley natural hasta las leyes arbitrarias de las naciones, en una palabra, desde las cuestiones que más nos atañen a las que nos interesan más débilmente»

Esto denota que lo relevante de este movimiento más que sus planteamientos y doctrinas, es su formalidad para con el pensamiento. Supone una evolución de las corrientes racionalistas y empiristas del Renacimiento.[1]

La vida del autor que nos concierne, no se localiza en un lugar fijo y concreto ya que este tuvo la necesidad de varios exilios por sus controvertidas obras. Estas obras transgredían la dualidad imperante y desafiaban la importancia de Dios para desarrollar la racionalidad, cosa que enemisto a la iglesia.

Su trabajo como médico militar, hecho que influyó en su pensamiento y desarrollo filosófico, se finalizó cuando por la misma razón, en concreto sátiras al gremio de la medicina, se vio obligado a dimitir de su puesto. La importancia de esta labor a la que se dedicaba reside en que tras acostumbrarse a visualizar y explorar el interior de los cuerpos humanos no había encontrado en ningún caso aquello a lo que denominaban alma sus predecesores.

Esta no-dualidad o monismo entre cuerpo y alma es el tema de base de La Mettrie, que no se trata explícitamente más que unas pinceladas en El Hombre Máquina. En esta obra se da por sentado este planteamiento ya que se expuso en su obra: Historia Natural del Alma (1745), en la que se reunifica la “res cogitans” y la “res extensa”.

A la importancia de esta negación de dualidad alma-cuerpo, en relación a la asignatura, se le suma el papel del hombre en el mundo de forma azarosa y lejos de ser un individuo de suma relevancia.

Podemos destacar también la consideración de La Mettrie como uno de los rimeros empiristas al considerar la experiencia como la fuente más válida para la adquisición de conocimiento.

El grueso de las obras se publicaron en un periodo de tiempo muy corto: de 1745 a 1751, lo que dota una continuidad en la forma de presentar las ideas del autor.

Ideas Principales

Ordenadas de mayor a menor importancia según i modesto criterio, podemos distinguir en El Hombre Máquina las siguientes ideas.

Sobre el alma-cuerpo

Como ya hemos visto anteriormente, La Mettrie con su materialismo se hace fiel defensor de la unión alma-cuerpo. El basa la fundación del conocimiento partiendo desde un punto de partida experiencial y de contemplación de la Naturaleza. Como no encuentra ninguna evidencia en el cuerpo humano de la existencia del alma, rechaza esta idea de dualidad.

Se suma a la disolución de esta tesis la dependencia de los sentimientos y sensaciones del alma a diferentes disposiciones de las sustancias y órganos del cuerpo humano, creando así una dependencia de la espiritualidad a lo corpóreo.

«El alma y el cuerpo se duermen juntos. A medida que el movimiento de la sangre se calma, una dulce sensación de paz y de tranquilidad se difunde por toda la máquina; el alma se torna blandamente pesada con los párpados y se sumerge con las fibras del cerebro: se torna así poco a poco paralítica con todos los músculos del cuerpo. Éstos no pueden ya sostener el peso de la cabeza; aquella (el alma) no puede sostener el fardo del pensamiento, está en el sueño como si en él no estuviese.

¿La circulación se vuelve demasiado rápida? El alma no puede dormir. ¿El alma está demasiado agitada? La sangre no se puede calmar, galopa en las venas con un audible ruido: tales son las dos causas recíprocas del insomnio.

Un solo susto en los sueños hace latir el corazón con golpes redoblados y os arranca a la necesidad o a la dulzura del reposo como lo haría un vivo dolor o urgentes necesidades.»[2]

En este fragmento podemos ver ese vínculo dependiente que según La Mettrie existente entre el alma y el cuerpo poniendo el ejemplo del sueño. Además, también se introduce ese término que da título a la obra, “la máquina” refiriéndose al cuerpo. Nuestro autor ve el cuerpo como una máquina y va a reiterar esa interpretación a lo largo de la obra. Este está lleno de mecanismos y “engranajes” que según su disposición o movimiento variará el comportamiento de cada individuo, como ya hemos visto previamente:

«Pensamos y hasta somos hombres honrados del mismo modo que somos alegres o valientes; todo depende de la manera en que nuestra máquina está montada[3]

Toda esta justificación de lo que Descartes atribuía al pensamiento y al alma lleva a La Mettrie a la materialidad del alma ya que las funciones del alma cartesiana son las mismas que las funciones de la máquina. El alma existe, solo que es material:

«El alma no es, por consiguiente, más que una palabra vana, de la que no se tiene idea alguna y de la que una inteligencia sólida no debe servirse más que para nombrar aquella parte que en nosotros piensa.»[4]

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