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Enigmas De La Politica Internacional

tomas3022 de Mayo de 2014

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INTRODUCCION

A lo largo de este ensayo estudiaremos el pensamiento político de tres

pensadores, Spinoza, Rousseau y Tocqueville, aparentemente muy distintos; cada uno

pertenece a un espacio y un tiempo diferente, a realidades históricas distintas y con

dispares puntos de vista. Ahora bien, nuestro objetivo principal es establecer un

camino común para todos ellos, y ese camino no será otro que el de la democracia,

como sistema político ideal para el desarrollo de las facultades del hombre.

Teniendo el sistema democrático como hilo conductor, abordaremos desde

diversos aspectos los claros y sombras de esta particular forma de organización

política, sin olvidar al protagonista de la acción política, el ser humano, y todo lo que le

rodea. A través de una serie de conceptos y problemas clave iremos recorriendo la

filosofía de cada uno de los tres pensadores, evitando así que se pierda el sentido y el

objetivo del trabajo. En Baruch Spinoza y J.J Rousseau analizaremos principalmente

dos propuestas teóricas para la construcción de un régimen democrático; con Alexis

de Tocqueville trataremos la problemática planteada desde la reflexión de una

experiencia democrática concreta, la democracia en América, concretamente en

Norteamérica. Uno de los pilares fundamentales sobre los que se asienta la Modernidad es la Construcción del Estado, y concretamente, del Estado democrático, motor de cambios

Sociales, culturales, económicos, históricos, y lo que aquí más nos interesa, filosóficos.

La cuestión no ha perdido vigencia actualmente puesto que nos encontramos

Constantemente ante realidades que ponen en riesgo dicha construcción política, como

la intromisión de las religiones en lo político, el terrorismo, la inmigración, la

Globalización o la desconfianza ante los partidos políticos. Asimismo, las propuestas

teóricas sobre la democracia permiten tender puentes entre la Modernidad y los

tiempos actuales, la llamada Postmodernidad. Junto con la exposición del planteamiento de nuestros tres autores, Vincularemos sus ideas con nuestra realidad política y social, con el objetivo de poner de relieve que hay asuntos políticos que acompañan al hombre constantemente, y Nunca pierden su vigencia. En definitiva, este estudio pretende ser una reflexión crítica

Sobre la filosofía política, mirando al pasado, al presente y al futuro.

Spinoza, una Interpretación racional de la Política.

El Spinoza metafísico, monista y panteísta que había escrito una ética como

Camino a la felicidad y la libertad no se puede comprender sin tener en cuenta que la

Vida en sociedad y el Estado tienen un papel determinante en la consecución de

Ambos objetivos.

El arranque de su filosofía política entronca con las tesis de Hobbes y su visión

del estado de naturaleza cono estado de guerra. Las tesis de Spinoza son totalmente

opuestas a la visión naturalista y positiva en la que sitúa Rousseau al hombre en sus

“Discursos”. Aunque el punto de partida de Spinoza es el mismo que el de Hobbes a la

hora de analizar el sistema político en relación con la sociedad, Spinoza se distancia

de Hobbes, pues defiende un poder político fuerte, pero no por ello totalitario.

Spinoza comienza a tratar la cuestión referente al Estado en el “Tratado

teológico-político” tras haber tratado el problema de la relación entre filosofía y

teología, con su consiguiente separación, y este será nuestro punto de partida.

El derecho natural es la manifestación del deseo y poder individual, donde

impera el egoísmo y la conservación. En el derecho natural no interviene la razón sino

el deseo y la necesidad. En este estado de naturaleza hay derechos pero no deberes;

en el estado de naturaleza, no tiene sentido, por lo tanto, hablar de bien-mal, justicia-

injusticia ni ninguno de los pilares básicos que hace posible la convivencia armónica

entre los hombres, pues cada uno busca su propio beneficio y como se dice

coloquialmente, no se le pueden poner puertas al campo. Prima la ley natural, aquella

que se basa en la manera de obrar de cualquier criatura, determinada por la

naturaleza. Frente a esta situación natural y pre-racional, la constitución del Estado

nace <<por la esperanza de un bien mayor o por el temor de un mal mayor>>1, de

modo que abandonado a la vida natural, el hombre tiene más que ganar que perder.

Pero no podemos creer que en el paso de la vida entre naturaleza y la vida en

sociedad se produce un salto, pues el derecho natural se presenta como vínculo que

hace posible dicho paso, según el derecho natural que nos explica Spinoza, de entre

dos males, debo elegir el menor.

El realismo político de Spinoza está siempre presente y aún más en lo que

respecta a la formación de la vida en sociedad, pues no hay más motivo que la

utilidad, el interés.

Nos encontramos entonces con que cada individuo cede su derecho y su poder

a un derecho y un poder soberano, que atañe a todos, pues está claro que si el poder

político fuera más débil que el poder individual, el Estado tendría en su nacimiento

implícito su certificado de defunción.

Dios refuerza el paso a la sociedad civil, pues los hombres prometen

obediencia al Estado del mismo modo que obedecen a un Ser supremo. Además, ante

contradicción entre el poder político y preceptos divinos hay que obedecer y elegir a

Dios si es algo indudable; pronto veremos que esa condición será fundamental a la

hora de tratar a fondo la relación entre ambos poderes.

Fundamentos del Estado democrático.

Llama la atención cómo Spinoza entra de lleno sin más en el fundamento de la

democracia, tema esencial en este trabajo; no nos detendremos a analizar el estudio

que hace en el “Tratado Político” de los diferentes regímenes políticos con el fin de

evitar confusiones y de no alejarnos del tema que estamos tratando. Para el pensador

holandés, la democracia es la forma política más justa; se presenta como el sistema

donde las leyes son más racionales, prima el bienestar de la comunidad y el individuo

goza de libertad. Podemos decir por tanto que para Spinoza, el único Estado racional

es la democracia. Llena de satisfacción leer a un autor del siglo XVII que defiende sin

tapujos la libertad, la igualdad y la paz, tal y como dijo el sabio Séneca, Jamás

duraron los poderes violentos.

Para la estabilidad del Estado es esencial que los súbditos sean fieles al poder

voluntariamente establecido, y para ello el poder político tiene por una parte que obrar

sin caer ni en una anarquía ni en la más dura de las tiranías. Esta tarea es compleja, y

Spinoza lo sabe, pero más compleja se observa en la experiencia política actual,

puesto que no es visto con buenos ojos que las democracias occidentales tengan

leyes coactivas para con los ciudadanos; a todos nos gusta tener derechos, pero no

tanto obligaciones. Pero lo que a Spinoza le interesa es la función educativa del

Estado, como el Estado tiene la ardua misión de encauzar las voluntades de los

hombres para alejarlos de las pasiones y hacer posible la convivencia pacífica.

Basándose en referencias bíblicas, el filósofo judío considera un pilar esencial

que los gobernantes y los gobernados compartan intereses, para hacer posible que se

cumplan las decisiones del gobierno y que los súbditos se impliquen con dichas

órdenes. Es preciso a su vez una igualdad de derechos entre todos los ciudadanos,

pues la desigualdad lleva a la rebeldía y al levantamiento contra el orden establecido.

Un ejemplo actual de esta relación entre causa-efecto está en los enfrentamientos

acaecidos en Francia, donde bajo el pretexto de injusticias sociales, grupos de jóvenes

han arremetido contra todo lo que se ha interpuesto en su camino. También sobre la

desigualdad entre hombres habla Condorcet, y la considera la causa principal de la

corrupción política.

En el “Tratado Político” tenemos un elemento más para conocer las líneas

fundamentales de la idea spinozista de democracia, al enumerar quienes tienen

derecho al voto: En el Estado democrático, en efecto, todos los que nacieron de

padres ciudadanos o en el suelo patrio, o los que son beneméritos del Estado o que

deben tener derecho de ciudadanía por causas legalmente previstas, todos éstos,

repito, con justicia reclaman el derecho a votar en el Consejo Supremo y a ocupar

cargos en el Estado.

Su idea de la democracia resuena en algunos aspectos a tesis de Aristóteles

presentes en su “Política”, cuando estudia el funcionamiento de la polis griega. Lo que

define a la democracia, entre otros aspectos, no es el número de individuos que

gobiernan sino el modo de elegirlos.

Spinoza considera que las mujeres no pueden votar a sus representantes

políticos, tesis que hoy en día llama la atención pero que se comprende en el contexto

histórico de Spinoza; no sería hasta el siglo XVIII cuando se empezará a reclamar la

igualdad de

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