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“Ensayo sobre La Apología de Sócrates”


Enviado por   •  5 de Julio de 2017  •  Ensayos  •  2.753 Palabras (12 Páginas)  •  257 Visitas

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“Ensayo sobre La Apología de Sócrates”

        

Daniela Escobar Rubio

Estudiante Derecho UST

Asignatura: Cultura y Valores

Profesor: Carlos Jorquera

Año 2017


La Apología de Sócrates

Análisis del método Socrático

El contexto del siglo V, está marcado por la gloriosa Grecia, gloria que hasta nuestros días se reconoce intrínsecamente en su historia. Difícil sería concebir la Cultura Occidental, sin considerar el grandioso aporte tradicional griego.

Sócrates constituye una de las grandes figuras del final de éste período. Su madre fue Frenareta, una partera, y su padre Sofronisco, un escultor. Recibió una educación tradicional para la época, la que consistía en estudios de música, gimnasia y gramática, esta última se caracterizaba en estudios referentes a la literatura griega más antigua, la que estaba constituida principalmente por poetas. Se casó con Jantipa, una mujer de la que se dice era famosamente insoportable y con lengua viperina. Sócrates hace semejantes los oficios de sus padres, con su particular método de enseñanza, “la Mayéutica Socrática”, argumentando que su misión en este mundo es ayudar a sacar el conocimiento del interior del hombre, así como la partera ayuda a dar a luz un cuerpo, y como el escultor logra dar la forma perfecta a su obra.

Sócrates eleva la filosofía hasta el mismo lugar donde habían llegado otras áreas de estudio, como el arte, la literatura, las ciencias y la historia. Él cambió el eje de los cuestionamientos tradicionalmente enfocados al campo físico, enfocando la búsqueda de la verdad dentro del hombre mismo. Comienza aquí a surgir una concepción antropocéntrica de la vida.

Logró ganarse el aprecio de sus discípulos, y a pesar de su popularidad, ganó también el desprecio de gran parte de personas. Y como no, si su método basado en preguntas, ponía en evidencia la ignorancia del más sabio. La mayéutica, es un método de diálogo basado en diversas preguntas, que finalmente apuntaban al descubrimiento de la verdad en el interior mismo del interlocutor interpelado, esto conlleva a que sea considerado el padre del método inductivo. Según él, nadie podía saber todo sobre una cosa, y reconocer esta ignorancia es el primer paso para la sabiduría. Esto engloba la respuesta del porqué de su famosa frase “solo sé que nada se”.

Sócrates, tenía una visión crítica de la sociedad, y de la formación de la juventud. Los jóvenes de esa época, acogieron su pensamiento y lo transformaron en un nuevo punto de partida en la historia de la filosofía. Al mismo tiempo que era venerado, también era despreciado y ridiculizado por otros. Sus más grandes enemigos, eran los sofistas, cuya corriente de pensamiento preparaba a los jóvenes para la vida política. Les enseñaban a debatir y a ser muy buenos demagogos. A los sofistas les interesaba el poder, y en cambio Sócrates promovía entre los jóvenes los valores de ciudadanía, justicia y la verdad. En vista de esto, el famoso filósofo griego constituía una fuerte amenaza para el desarrollo de los intereses sofistas, pues atraía alumnos, y conjuntamente con eso, no cobraba por sus lecciones a diferencia de los demás docentes de la época. Esta serie de acontecimientos, desencadenó en terribles acusaciones en su contra, su persecución y su condena a muerte.

Sócrates desarrolló su propia defensa ante los tribunales, y aunque pudo aminorar su condena, prefirió ser consecuente con su pensamiento. A pesar del resultado final, no se puede negar lo admirable de su defensa, y aunque curiosamente, no haya dejado resquicios de su pensamiento, Platón, uno de sus discípulos, desarrolla la obra que nos permite conocer de esta hazaña: “La Apología de Sócrates”. Resulta difícil identificar que tan objetivo es el relato de Platón, considerándola como una alabanza y un anhelo vehemente por parte de Platón, para con su maestro.

Sócrates fue acusado por tres ciudadanos, Anito, melito y Licón; los que planteaban que éste indagaba sobre lo que hay bajo tierra y acerca de las entidades celestes; de instruir a los jóvenes para hacer fuerte el argumento más débil, logrando así que el error primase sobre la verdad, y que la injusticia primase sobre la justicia. Fue acusado también de no creer en los dioses que adoraba la ciudad y de introducir nuevas divinidades. Sin embargo, aquellos argumentos que utilizaban para inculparlo, eran infundados y con una evidente antipatía por parte de sus acusadores.

Inicia la obra, con la autodefensa de Sócrates ante el pueblo de Atenas, en la Suprema Corte de Heliea, diciendo “No sé, atenienses, no sé la impresión que habrá producido en vuestro ánimo la palabra de mis acusadores”[1]. Estas palabras, marcan el inicio del final de su vida, y constituyen el centro de su filosofía: “sólo sé que nada se”. Aunque en estas primeras líneas se refiere solo al hecho de que él no sabe cuál es la impresión que ha producido la acusación en las mentes de sus juzgadores, se sospecha que él ya lo suponía. En el exordio de su defensa, comienza reclamando a sus acusadores, que lo imputaron en base a mentiras y argumentos infundados, y a lo largo del discurso, irá refutando uno tras uno los puntos en cuestión. Sócrates se refiere a los acusadores como si estos fueran unos embaucadores que hacen creer a la gente cosas ilícitas, unos mentirosos que poseen el don de la palabra. Cabe destacar, que hace especial énfasis en señalar que utilizara un lenguaje cotidiano, como el que utilizaba en las plazas públicas, y que su modo de hablar no debe ser el que predomine en la determinación del juicio, sino que deben considerar el contenido de lo que dice es justo o no.

En la estructuración de la defensa, distingue a los dos tipos de inculpadores contra los que tendrá que defenderse. Diferenciando de este modo entre los más antiguos y los más recientes. Señala respecto del más antiguo acusador: ”Debéis convenir en que me debo defender primero de éstos, pues fue a ellos a quienes oísteis primero y mucho más que a los otros, cuando me acusaban”. Hace esta diferencia, porque indica que sus calumniadores lo acusan desde hace mucho tiempo atrás y que estas acusaciones han calado hondo en las mentes de algunos, de tal forma, que tiene en su contra, no solo a quienes lo calumnian desde siempre, sino además a los que han sido persuadidos y a su vez han persuadido a otros de que Sócrates no cree en los dioses.

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