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¿Es la moderación una imposición injusta en el Gorgias?


Enviado por   •  13 de Junio de 2021  •  Ensayos  •  1.614 Palabras (7 Páginas)  •  95 Visitas

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¿Es la moderación una imposición injusta en el Gorgias?

Rosario Vidal Montecinos

     En Gorgias, mientras se da la conversación entre Sócrates y Calicles, surge la discusión sobre si es malo moderarse a sí mismo ante las pasiones y deseos que surjan. Aparece claramente acá la necesidad de que quienes quieran gobernar, o bien, quienes efectivamente gobiernen en la ciudad, se gobiernen a sí mismos antes que todo. Es importante mencionar que, quien gobierna la ciudad, debe saber qué es lo justo moral. Es por esto, que la moderación no es una imposición injusta, sino necesaria.

     Sócrates defiende la doctrina de la moderación sobre sí mismo, por sobre una doctrina basada en los placeres, “Hablo de que cada uno se domine a sí mismo; ¿o no es preciso dominarse a sí mismo, sino sólo dominar a los demás?” (Gorgias, 491d) . Aquí Sócrates plantea que, para que alguien gobierne de buena manera, es necesario tener el dominio sobre uno mismo, es decir, el autogobierno de los gobernantes, como una dominación ética, ligado a la necesidad de conocerse a sí mismo antes de actuar. Lo crucial que se juega aquí, es lo que resume Sócrates, es decir, los bienes no son bienes en sí mismos, sino que dependen de su uso correcto, lo que produce la unión con el conocimiento. Es necesario entonces el conocimiento, para conseguir la felicidad. Por eso en el Gorgias, Sócrates puede sostener que, siempre se quiere el bien y solamente el bien, por lo que hacer lo que parece mejor, no es lo mismo que hacer lo que se quiere. Sócrates lo explica de la siguiente manera “(…) tenía yo razón al decir que es posible que un hombre haga en la ciudad lo que le parezca bien, sin que esto signifique que tiene un gran poder y que hace lo que quiere“ (Gorgias, 468e). Esta distinción lleva implicada en la misma argumentación la relación entre el conocimiento y el bien, cuando realmente se quiere algo, es porque se sabe que ese algo produce un bien, se tiene conocimiento del bien que se quiere. Si transportamos esto al alma, lo bueno para el alma consiste en la moderación “A esa parte del alma (…) cierto hombre ingenioso, (…) la llamó tonel, a causa de su docilidad y obediencia, y los insensatos los llamó no iniciados” (Gorgias, 493ª),  entonces lo que se necesita conocer es, precisamente, en qué consistirá dicha moderación. Si todo otro orden propio, en las diversas artes, necesita de un conocimiento de ese arte, es decir, para poder hacer correctamente una casa, se necesitará saber el arte de la carpintería, y así con las diversas artes. ¿Cómo, entonces, es posible conocer el orden de la propia alma, condición para poder tener un alma buena?, es en este punto, en donde la necesidad de autodominio, se transforma en el imperativo ética, de la necesidad de prestarse atención a sí mismo, de ser uno mismo objeto de desvelos. Estas dos temáticas, están estrechamente relacionadas, la dimensión ética queda plasmada en que para poder gobernarse a sí mismos, tienen que conocerse a sí mismos, pero esto de inmediato se liga a una dimensión moral, puesto que el alma moderada es aquella que está acorde a la ley y la norma. Esta introspección se liga inmediatamente con una dimensión moral, debido a que existe esta noción de una verdadera idea de bien, que está profundamente unida con el orden, la mesura. De esta forma, se entronca con la dimensión política, de la siguiente manera: Para gobernar bien, hay que conocer el verdadero sentido del bien, para poder optar siempre por el bien hay que tener un alma ordenada, buena, o sea, es necesario gobernarse a sí mismo, es decir, optar por los placeres en vista del bien y no al revés, para lo cual es primordial el ocuparse de sí mismo, no permitir que el alma se desordene, sino lograr mantener el orden. Solamente así, quien gobierne puede gobernar en vista del bien de todos los ciudadanos y no solamente adularlos, es decir, buscar su consentimiento en el mero placer. 

     Resulta significativa la advertencia de Calicles de que la vida moderada no es placentera, porque no hay movimiento alguno “(..) ¿cómo podría ser feliz un hombre si es esclavo de algo? (…)” (Gorgias, 491e). Cabe preguntarse si esta “quietud” del alma de la cual habla el sofista, es caracterizada como “placer puro”, es posible de alcanzar sin un paso previo de la ausencia de esa calma. Para ubicar la utilidad y lo bueno de la virtud Sócrates pone en comparación la vida del hombre desenfrenado y la del moderado. Calicles, quien se encuentra totalmente a favor de la vida del hombre desenfrenado, recalca que la verdadera felicidad se encuentra en experimentar el derrame de los dolores y los placeres. Sócrates intenta sacarlo de tal error pero Calicles está totalmente convencido, al principio del dialogo, que el hombre moderado siempre vive con una piedra o sea una carga y jamás conocerá la dulzura de la vida. Calicles no siente ninguna vergüenza en aceptar que el hombre tiene apetitos y que lo correcto es satisfacerlos, para él de eso trata a vida.  Podemos decir que la filosofía de Calicles puede ser comparada con el utilitarismo, aunque sea una corriente muy adelantada a su época, por que el utiliza el mismo pensamiento básico: lo que se siente bien es por ende siempre bueno. Quizá uno de los principales problemas de Calicles para salir del error aparte de su necedad y gran deseo de derrotar los argumentos de Sócrates, es que no identifica con claridad las cualidades de lo que realmente es bueno por ende, él no tiene una buena noción para distinguir la que es bueno de lo malo, de hecho él en varias situaciones, muchos males los llega a reconocer iguales a algo bueno solo por el que éstos son agradables “Al contrario, el vivir agradablemente consiste en derramar todo lo posible” (Gorgias, 494b). El placer, que es lo que siempre agrada mucho más al hombre, tiene a su contrario que es el dolor; esto una premisa para uno de los primero argumentos de Sócrates para contra argumentar la opinión de Calicles “(...) quizá el bien no consiste en gozar de cualquier modo, pues, si esto es así, resulta evidente que se producen todas las consecuencias vergonzosas (Gorgias, 495ª). Como ya he dicho, el pensamiento de Calicles  se reduce al siguiente principio: todo lo que se perciba como placentero es bueno y todo lo que se perciba como doloroso es malo. El error de su argumento se encuentra en la relación que tienen el placer y el dolor, la cual podemos llamar generación entre opuestos. La filosofía platónica identifica a la perfección esta relación que tiene la existencia de los opuestos, el ejemplo más claro podría ser el frio y el calor. Cuando alguien tiene frio busca el calor para desplazar al frio, suena bastante obvio pero lo importante aquí es que en realidad el calor nunca podría hacerse presente sin que el frio estuviera antes, nunca se busca calentar algo que ya esta caliente, sería absurdo para nosotros. Es de esta forma que trabajan los opuestos, uno se hace presente cuando logra desplazar al otro. Por supuesto, esto sucede sin que la esencia de cada opuesto se corrompa por la del otro, aunque el calor quite el frio y el frio quite el calor es claro que el frio jamás será caliente y ni viceversa. Sócrates en varios de sus diálogos utiliza ejemplos como estos, el que se le reconoce más es aquel que explica la relación entre la vida y la muerte en sus últimos minutos de vida así comprobando la inmortalidad del alma. Lo anterior es importante ya que rompe en cierta parte el argumento de Calicles con respecto a que se debe huir del dolor y solo tender a lo agradable. El placer es mucho mayor cuando éste hace que nos liberemos de algún dolor, por lo tanto es necesario tener noción del dolor para poder sentir placeres máximos. Entonces lo desagradable ya no sería malo y lo agradable siempre bueno, aquí Calicles reconoce que incluso en la voluptuosidad existen actos más bueno que otros. Reconociendo que hay actos mejores que otros es donde Sócrates continua su argumento, no podemos decir que un valiente es igual de bueno que un cobarde. Es cierto que ambos tienen la capacidad de sentir placer y dolor pero no por las mismas causas. En la guerra, el valiente sentirá alegría y orgullo cuando haya vencido a su enemigo en batalla, por otra parte el cobarde podrá sentir alegría si su enemigo se retira independientemente si hay victoria o no. Es claro que la alegría de uno es más noble que la otra, Sócrates hace evidente que hay mejores causas que otras y no todos obtenemos placer de la misma manera.

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