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Etica A Nicomaco


Enviado por   •  23 de Abril de 2014  •  5.910 Palabras (24 Páginas)  •  236 Visitas

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ETICA A NICOMACO: LA CREACION DE LA CIENCIA DE LA EUDAIMONIA

ESTUDIANTE: ANGIE ESTEFANIA RODRIGUEZ MENDEZ

PROFESOR (A): RAMIRO LOPEZ MORALES

MATERIA: FILOSOFIA

JORNADA: DIURNA

INSTITUCION UNIVERSITARIA UNILATINA

BOGOTA D.C. 27 DE FEBRERO DE 2014

ETICA A NICOMACO: LA CONSTRUCCION DE LA CIENCIA DE LA EUDAIMONIA

Para entremarañarnos en las raíces de la ética a Nicómaco, debemos saber que el llamado “estagirita” concibió toda su filosofía en base al conocimiento como desarrollo de la sabiduría, y está guiada por las emociones y los sentidos, también cabe aclarar que intento crear una ciencia de la felicidad con su obra de ética a Nicómaco en la cual refleja todo su amor al ser humano definiéndolo como un “animal social” que debe amarse a sí mismo para amar a los demás y que este ser humano debe estar en equilibrio continuo con sus virtudes, con su alma racional y su alma terrenal.

Para Aristóteles todo está en el equilibrio de las virtudes humanas y sociales en función de una sociedad regida por él mismo pero con una idea que para mí ha sido intoxicada y degenerada en el tiempo actual, estoy hablando de la idea de “política” como fin para la felicidad, en este tiempo la política tiene como fin degenerar al ser humano, intoxicarlo y destruirlo para que no evolucione, cosa con la que no estaría de acuerdo en este tiempo el “estagirita”.

Por otro lado Aristóteles definió su ética en dos términos:

Ética a Eudemo que pone en evidencia algunas influencias platónicas y Ética a Nicómaco que es la versión definitiva de la ética aristotélica puesto que pertenece al tercer período.

La ética de Aristóteles, es, en primer lugar, una ética de la felicidad... pero también es una ética de la virtud ya que ésta es el medio por excelencia para alcanzar la felicidad.

La felicidad, consiste en el ejercicio perfecto de la actividad propia del hombre. Tal actividad no es otra que la actividad del alma que para que sea perfecta debe ser acompañada por todas las virtudes.

Hacia el final de la Ética a Nicómaco, Aristóteles afirmará que la actividad más propia del hombre y la que mayor felicidad le proporciona es la contemplación teórica: es decir, la sabiduría. Así es como el empirismo ético lo lleva a una posición ecléctica: la felicidad consiste en equilibrar virtud, contemplación y bienes exteriores.

Aristóteles se aleja del intelectualismo socrático que vincula a la virtud con el conocimiento. Para él, la virtud será la disposición del alma, es decir, la capacidad y la aptitud de esta para comportarse de un modo determinado:

"No basta que la acción tenga un carácter determinado para que la conducta sea justa o buena; es preciso también que el hombre actué de un modo determinado ante todo, que actué a sabiendas; en segundo lugar, que proceda en razón de una decisión consciente y que prefiera esa acción por si misma; finalmente, que actué desde una posición firme e inquebrantable".

La virtud entonces, se adquiere a través del ejercicio y el hábito, es decir que para que un hombre se haga justo, es menester que practique la justicia. Aristóteles considera que nadie se hace justo por "naturaleza" (aunque una predisposición natural sea importante) ni tampoco resulta suficiente la enseñanza.

Para Aristóteles, la virtud consiste en un término medio, en un equilibrio, todo en el universo debe ser equilibrado, por ende también en las emociones del ser humano, en su esencia y en su existencia, lo cual no significa mediocridad sino una estabilidad entre los vicios de los extremos. El "valor" es un justo medio entre la "temeridad" y el "miedo".

Puede intuirse en esta concepción cierto resto de simetría pitagórica también adoptada por Platón y así mismo del concepto de "medida", dominante en la medicina griega contemporánea de Aristóteles. Para Aristóteles, el punto medio no es una abstracción en general sino que se aplica de acuerdo a las circunstancias de cada caso. El hombre prudente, sabrá elegir el justo medio.

Para llegar más al fondo de la ética aristotélica también debemos fijarnos en su teoría de las emociones pues esta es muy importante en el desarrollo de la ética a Nicómaco, esta teoría postula lo siguiente:

Según Aristóteles, la presencia de un objeto y de un motivo sirve para distinguir la emoción de las sensaciones físicas, como el dolor de estómago o el hambre, a la vez que implica la conexión entre conocimiento y emoción. Esto se ve con claridad cuando define la emoción de la ira como «el deseo impulsivo y doloroso de venganza de un aparente insulto que se refiere a nosotros mismos o a algo nuestro, cuando este insulto es inmerecido» [Retórica, II, 2, 1378a 30-32]. Los dos elementos claves de esta definición son los adjetivos que acompañan a insulto: aparente e inmerecido, pues suponen la existencia de una valoración; dicho con otras palabras: no hay ira, si uno no se siente insultado inmerecidamente. La causa de la ira es ser tratado —o mejor, juzgar ser tratado— injustamente. Esta tesis parece ser desmentida, sin embargo, por el mismo Aristóteles cuando afirma: «las pasiones, que comportan dolor y placer, son la causa por la que los hombres mudan sus juicios» [Retórica, II, 1378a]. Se trata sólo de una contradicción aparente, pues la pasión en este texto no se entiende como pura emoción, sino como el resultado final de la relación entre valoración y emoción. De este modo, según Aristóteles, puede afirmarse cierta retroalimentación: el juicio causa la emoción y, una vez poseída por la pasión, la persona realiza otros juicios, por ejemplo, de venganza.

El modo en que Aristóteles plantea en la Retórica el estudio de la emoción cobra un significado capital no sólo para esta disciplina, sino también para la ética. En efecto, la pasión no es considerada un impulso ciego ni un reflejo automático, sino un juicio humano acerca de lo que lo rodea. Situar el arranque de la pasión en el juicio permite explicar por qué se tiene determinada emoción e, incluso, racionalizar la propia afectividad corrigiendo los juicios equivocados, pero aun así deja sin respuesta la posibilidad misma de la relación entre valoración y pasión.

En el tratado sobre el Alma, el Estagirita se ocupa de nuevo de la emoción, afrontándola esta vez en una perspectiva

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