Etica Para Amador
anamontero6929 de Octubre de 2013
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Ensayo
Realmente a empezar a leer este libro, descubre un mundo de complejidad que nos lleva de la mano con muchas facetas que tiene los jóvenes en su comportamiento, sus ideologías y la forma de ver la vida.
Lo que los padres quermes enseñar a nuestros hijos desde la infancia, son sus primeros paso, a comer, a bañarse, ponerse la ropas, a ser parte de una familia y sus valores. A si son sus primeros 5 años de vida, donde nuestros hijos son de uno, donde su mundo nada más existimos los padres. Y es una faceta única que nunca más se vuelve a repetir.
De ahí viene el kínder donde empiezan a convivir con otros niños, personas adultas (sus maestras), la primaria ya no hay tantos juegos, empiezan a tener responsabilidades de tareas y un tiempo mas largo en la escuela.
Hice todos estos comentarios para poder entrar a la etapa más difícil del ser humano….adolescencia
La adolescencia es esencialmente una época de cambios. Es la etapa que marca el proceso de transformación del niño en adulto, es un período de transición que tiene características peculiares. Se llama adolescencia, porque sus protagonistas son jóvenes que aún no son adultos pero que ya no son niños. Es una etapa de descubrimiento de la propia identidad (identidad psicológica, identidad sexual...) así como de la de autonomía individual.
Como lo pone el autor, no queremos vivir su vida, ni comportarnos como amigos ni imponer nuestras ideas, si no a tratar de ser una guía para el futuro, para evitarles tropezones, desengaños, tristezas y descalabros.
Pero a esa edad se siente que uno es el dueño del mundo que nada malo nos puede pasar, que nuestros padres ya están rucos pasados de moda, que exageran que nos cuidan de mas, que nos dejen vivir nuestra vida y tantos que..Que ponemos.
Para hacerles más compresible las etapas de la vida que va a empezar, le va narrando y especificando para enseñarle lo que tiene uno como experiencias pero de otro forma más sencilla.
Por ejemplo:
Que si no tenemos la necesidad ni la curiosidad de tales estudios podemos prescindir tranquilamente de ellos, lo que está tratando de enseñar es que ciertas cosas uno puede aprenderlas o no, como nadie es capaz de saberlo todo, no hay más que elegir y aceptar con humildad lo mucho que ignoramos.
Que existe al menos uno imprescindible: el de que ciertas cosas nos convienen y otras no. No nos convienen ciertos alimentos ni nos convienen ciertos comportamientos ni ciertas actitudes. Me refiero, claro está, a que no nos convienen si queremos seguir viviendo.
Que sabemos llamarlo «bueno» porque nos sienta bien; otras, en cambio, nos sientan pero que muy mal y a todo eso lo llamamos «malo». Saber lo que nos conviene, es decir: distinguir entre lo bueno y lo malo, es un conocimiento que todos intentamos adquirir todos sin excepción
La mentira es algo en general malo, porque destruye la confianza en la palabra y todos necesitamos hablar para vivir en sociedad
saber, que lo que vaya a ser nuestra vida es, al menos en parte, resultado de lo que quiera cada cual.
«La libertad no es una filosofía y ni siquiera es una idea: es un movimiento de la conciencia que nos lleva, en ciertos momentos, a pronunciar dos monosílabos: Sí o No. En su brevedad instantánea, como a la luz del relámpago, se dibuja el signo contradictorio de la naturaleza humana» (Octavio Paz, La otra voz).
«La vida del hombre no puede "ser vivida" repitiendo los patrones de su especie; es él mismo -cada uno- quien debe vivir. El hombre es el único animal que puede estar fastidiado, que puede estar disgustado, que puede sentirse expulsado del paraíso» (Erich Fromm, Ética y psicoanálisis).
Por lo general, uno no se pasa la vida dando vueltas a lo que nos conviene o no nos conviene hacer.
Las órdenes y las costumbres -tienen una cosa en común: parece que vienen de fuera, que se te imponen sin pedirte permiso. En cambio, los caprichos te salen de dentro, brotan espontáneamente sin que nadie te los mande ni a nadie en principio creas imitarlos. Yo supongo que si te pregunto qué cuándo te sientes más libre, al cumplir órdenes, al seguir la costumbre o al hacer tu capricho, me dirás que eres más libre al hacer tu capricho, porque es una cosa más tuya y que no depende de nadie más que de ti.
Decir las órdenes, las costumbres y los caprichos. Cada uno de esos motivos inclina tu conducta en una dirección u otra.
Sin embargo, no queda más remedio y debe decidirse: elegirá lo que quiera más, lo que creas.
«Tanto la virtud como el vicio están en nuestro poder. En efecto, siempre que está en nuestro poder el hacer, lo está también el no hacer, y siempre que está en nuestro poder el no, lo está el sí, de modo que si está en nuestro poder el obrar cuando es bello, lo estará también cuando es vergonzoso, y si está en nuestro poder el no obrar cuando es bello, lo estará, asimismo, para no obrar cuando es vergonzoso» (Aristóteles, Ética para Nicómaco).
«En el arte de vivir, el hombre es al mismo tiempo el artista y el objeto de su arte, es el escultor y el mármol, el médico y el paciente» (Erich Fromm, Ética Y Psicoanálisis).
Sólo disponemos de cuatro principios de la moral:
1. El filosófico: haz el bien por el bien mismo, Por respeto a la ley.
2. El religioso: hazlo porque es la voluntad de Dios, por amor a Dios.
3. El humano: hazlo porque tu bienestar lo re. quiere, por amor propio.
4. El político: hazlo porque lo requiere la pros. peridad de la sociedad de la que formas parte, por amor a la sociedad y por consideración a ti (Lichtenberg, Aforismos).
«No hemos de preocupamos de vivir largos años, sino de vivirlos satisfactoriamente; porque vivir lar. go tiempo depende del destino, vivir satisfactoriamente de tu alma. La vida es larga si es plena; y se hace plena cuando el alma ha recuperado la posesión de su bien propio y ha transferido a sí el dominio de sí misma» (Séneca, Cartas a Lucilio).
La palabra «moral» etimológicamente tiene que ver con las costumbres, pues eso precisamente es lo que significa la voz latina mores, y también con las órdenes, pues la mayoría de los preceptos morales suenan así como «debes hacer tal cosa» o «ni se te ocurra hacer tal otra». Sin embargo, hay costumbres y órdenes -como ya hemos visto que pueden ser malas, o sea «inmorales», por muy ordenadas y acostumbradas que se nos presenten. Si queremos profundizar el' la moral de verdad, si queremos aprender en serio cómo emplear bien la libertad que tenemos (y en este aprendizaje consiste precisamente la «moral» o «ética» de la que estarnos hablando aquí), más vale dejarse de órdenes, costumbres y caprichos. Lo primero que hay que dejar claro es que la ética de un hombre libre nada tiene que ver con los castigos ni los premios repartidos por la autoridad que sea, autoridad humana o divina, para el caso es igual. El que no hace más que huir del castigo y buscar la recompensa que dispensan otros, según normas establecidas por ellos, no es mejor que un pobre esclavo.
«Los congregados en Theleme empleaban su vida, no en atenerse a leyes, reglas o estatutos, sino en ejecutar su voluntad y libre albedrío. Levantábamos del lecho cuando les parecía bien, y bebían, comían, trabajaban y dormían cuando sentían deseo de hacerlo. Nadie les despertaba, ni le forzaba a beber, o comer, ni a nada.» Así lo había dispuesto Gargantúa. La única regla de la Orden era ésta:
HAZ LO QUE QUIERAS
»Y era razonable, porque las gentes libres, bien nacidas y bien educadas, cuando tratan con personas honradas, sienten por naturaleza el instinto y estímulo de huir del vicio y acogerse a la virtud. Y es a esto a lo que llaman honor.»
Pero cuando las mismas gentes se ven refrenadas Y constreñidas, tienden a rebelarse y romper el yugo que las abruma.
Pues todos nos inclinamos siempre a buscar lo prohibido y a codiciar lo que se nos niega» François Rebelais, Gargantúa y Pantagruel.
» La ética humanista, en contraste con la ética autoritaria, puede distinguirse de ella por un criterio formal Y otro material.
Formalmente se basa en el Principio de que sólo el hombre por sí mismo puede determinar el criterio sobre virtud y pecado, y no Una autoridad que lo trascienda. Materialmente se basa en el principio de que lo "bueno" es aquello que es bueno para el hombre y "malo" lo que le es nocivo, siendo el único criterio de valor ético el bienestar del hombre» (Erich Fromm, Ética y psicoanálisis).
«Pero, aunque la razón basta, cuando está plenamente desarrollada y perfeccionada, para instruimos de las tendencias dañosas o útiles de las cualidades y de las acciones, no basta, por sí misma, para producir la censura o la aprobación moral. La utilidad no es más que una tendencia hacia un cierto fin; si el fin nos fuese totalmente indiferente, sentiríamos la misma indiferencia por los medios. Es preciso necesariamente que un sentimiento se manifieste aquí, para hacernos preferir las tendencias
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