Evolucion Del Pensamiento Liberal
gisy2311 de Mayo de 2014
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Cuando se intenta buscar fundamentaciones históricas que avalen la importancia o mejor dicho, la necesidad regional de América Latina de lograr la integración económica, política y social de las naciones que conforman esta área geográfica, generalmente se alude con mayor énfasis, el pensamiento de Simón Bolívar, prócer de las luchas de independencia en Suramérica contra la metrópolis española. La figura del Libertador como también se le conoce, por los títulos que en su tierra natal, Venezuela, le fueran otorgados merecidamente, luego de en el primer cuarto del siglo XIX, la liberara mediante una campaña admirable (con lo cual no nos referimos solamente a las acciones militares que desarrolló entre febrero y agosto de de 2013 y que lograron la instauración la Segunda República Venezolana, sino a todas las hazañas que realizó durante el corto período detiempo que duró su existencia en aras de lograr la independencia latinoamericana, porque es admirable el calificativo que merecen), es destacada, en cuanto ideario político se refiere, por sobre otros luchadores independentistas, incluso contemporáneos con él, como José de San Martín, porque, realmente la profundidad y validez de análisis del caraqueño sobre la realidad social latinoamericana es inconmensurable.
Sin embargo, sucede que al referirse al pensamiento de Bolívar con la intención anteriormente expuesta, se ha mecanizado el proceso de explicación, pues se toman automáticamente algunas frases que por la vulgarización a la que izquierdismo latinoamericano las ha sometido, son aprendidas de memoria acrítica o pasivamente, sin el menor cuestionamiento, de en qué contexto se dijeron o fueron escritas, para lograr dilucidar sus causas e intenciones. Tal es el caso de “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riqueza que por su libertad y gloria”
Por esta razón, el presente trabajo se propone desentrañar por qué el pensamiento de El Libertador, es capaz, aún después de casi dos siglos, de influir la marcha de los procesos de integración latinoamericana, y cuál es la causa de que en circunstancias tan diferentes, producto de la mediación del tiempo, sus predicciones y razonamientos, se mantengan vigentes.
Lo primero que se debe de analizar en Bolívar son sus concepciones respecto a la libertad, pues a la búsqueda de esta consagró su vida desde el momento que juró en el Monte Sacro por el Dios de sus padres, por ellos, por su honor y por su patria que no daría descanso a su brazo, ni reposo a su alma, “hasta que no haya roto las cadenas que nos oprimen por la voluntad del poder español” (Bolívar, 2001, p.17) y en el intento de conseguirla comprobó la necesidad de la unión para obtenerla, una idea que se corrobora cuando él dijo durante un discurso que pronunció en la Sociedad Patriótica de Venezuela a finales de 1810, el cual constituye su primera intervención pública a favor de la independencia: “Lo que queremos es que la unión sea efectiva y para animarnos a esa gloriosa empresa de nuestra libertad; unirnos para reposar, para dormir en brazos de la apatía ayer, fue una mengua, hoy es una traición” (Bolívar, 2001, p.21); aunque en ese momento se refería a la unidad interna de Venezuela, luego de la caída de la Primera República venezolana comprendió “que mientras no centralicemos nuestros gobiernos americanos, los enemigos obtendrán las más completas ventajas, caeremos indefectiblemente en los horrores de la disensiones civiles, y conquistados vilipendiosamente por ese puñado de bandidos que infestan nuestras comarcas” (Bolívar, 2001, p.30)
Para el hombre de las dificultades como el mismo se calificó, en 1810, ya no había calma. “Trescientos años de calma ¿no bastan?”, se preguntaba y afirmaba que “vacilar es perdernos” (Bolívar, 2001, p.21). Y es que en Hispanoamérica “la consolidación social de un sector criollo compuesto por plantadores y estancieros, no vinculados a mayorazgos, en proceso de aburguesamiento, junto a un dinámico grupo de comerciantes, no monopolistas y de una insipiente burguesía y capas medias, introdujo un componente progresista en los conflictos de clase de la última etapa colonial, aún cuando no estaban en condiciones de imprimir un sello netamente burgués a las relaciones de producción y al curso ulterior de las transformaciones socioeconómicas. Por eso el aumento de las peticiones criollas a favor de una mayor libertad comercial, para conseguir acceso directo al mercado ultramarino fuera del dominio de los intermediarios metropolitanos.” (Guerra, 2006, p.81)
Asimismo “los criollos exigían la eliminación o disminución de los más gravosos impuestos tradicionales… que adulteraban los precios de exportación de los productos autóctonos haciéndolos poco competitivos con los mercados internacionales” (Guerra, 2006, p.81), pero España tenía ceguera.
Aún con estas evidencias “los destructores españoles” (Bolívar, 2001, p.45) no podían entender lo expresado por Bolívar cuando dijo: “El destino de nuestra América está fijado irrevocablemente; el lazo que la unía a España está cortado: la opinión era toda su fuerza; por ella se estrechaban mutuamente las partes de aquella inmensa monarquía: lo que antes la enlazaba, ya las divide; más grande es el odio que nos ha inspirado la Península que el mar que nos separa de ella: menos difícil es unir dos continentes, que reconciliar los espíritus de grandes países.” (Bolívar, 2001, p.45)
Y es que España estaba demente al pretender reconquistar a una América que había visto la luz y no quería volver a las tinieblas, “sin marina, sin tesoros y sin soldados” pues los que tenía apenas eran “bastantes para no retener a su propio pueblo en una violenta obediencia y defenderse de sus vecinos”. Por otra parte “¿podría una nación hacer el comercio exclusivo de la mitad del mundo, sin manufacturas, sin producciones territoriales, sin artes, sin ciencias, sin política? Lograda que fuera esta loca empresa, y suponiendo más, aún lograra la pacificación, los hijos de los actuales americanos, ¿no volverán a formar dentro de veinte años los mismos patrióticos designios?” (Bolívar, 2001, p.50)
Otro elemento importante que acentuó las pugnas colonia metrópolis es que como expresa El Libertador, “se nos vejaba con una conducta que además de privarnos de los derechos que nos correspondían, nos dejaba en una especie de infancia permanente con respecto a las transacciones públicas… He aquí por que he dicho que estábamos privados hasta de la tiranía activa… Estábamos, como acabo de exponer abstraídos y digámoslo así, ausentes del universo en cuanto a lo relativo a la ciencia del gobierno y administración del Estado…” (Bolívar, 2001, p.54-55) En toda la época colonial, en Hispanoamérica de 170 virreyes solo cuatro fueron criollos. (Guerra, 2006, p.83)
Ya se había formado una conciencia nacional criolla producto con las contradicciones con la metrópolis que afectaban sus intereses ya que su “prosperidad dependía del contacto directo o indirecto, con la creciente riqueza industrial y comercial de Europa y en especial de Inglaterra que cada vez consumía más materias primas y necesitaba colocar cantidades crecientes de sus manufacturas”. A todo esto se le agregó el desarrollo de una conciencia histórica que se interesó por “conocer el sentido de progreso, el pasado y la realidad americanos” (Guerra, 2006, p.81-82), favorecida por la influencia de la Ilustración y la independencia de las Trece Colonias.
De la incidencia de la Ilustración no estuvo exento Bolívar, no por gusto para referirse a la libertad se apoya en lo escrito por Rousseau “es un alimento suculento de difícil digestión” (Bolívar, 2001, p.75) además, como explica Pablo Guadarrama (n.d.), “su misión emancipadora no se limitó a derrumbar los poderes políticos que subyugaban al hombre latinoamericano, sino también otros seudopoderes que han enajenado al hombre cuando este no posee los instrumentos adecuados para destruirlos.
(…) Bolívar le otorga a la subjetividad una fuerza extraordinaria, pues sitúa en la exclusiva actividad humana la esperanza potencial de toda liberación. La libertad, a su juicio, no se mantiene, ni se logra fácilmente y hay que intentar alcanzarla siempre, aun cuando no se avizore su inmediata obtención. Pues, para él, la libertad es consustancial al hombre por naturaleza propia y cuando está ausente, se debe a que este permite que se le enajene de ella y no emprende su reconquista y enriquecimiento.”
Todo ello se refleja cundo dice: “La naturaleza a la verdad nos dota al nacer, del incentivo de la libertad; mas sea pereza, sea propensión e inherente a la humanidad, lo cierto es que ella reposa tranquila aunque ligada con las trabas que le imponen. Al contemplarla en ese estado de prostitución parece que tenemos razón apara persuadirnos, que los más de los hombres tienen por verdadera aquella humillante máxima que más cuesta mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la tiranía.”
Por eso también trata la necesidad de lograr la Libertad en todos los planos posibles del individuo y aconseja que la “educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del Congreso” (Bolívar, 2001, p.94) porque “uncido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y el vicio, no hemos podido adquirir, ni saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de tan perniciosos maestros, las lecciones que hemos recibido y los ejemplos que hemos estudiado son los más destructores. Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza, y por el vicio se nos ha degradado más bien
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