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Fragmentación ética

rosanaaaaTutorial19 de Enero de 2014

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Pensar el

desarrollo

en términos

humanos

es la razón de ser de la ética. Este desafío al

pensamiento ético se sitúa hoy en un

contexto

marcado por la

fragmentación ética

. En

razón de lo anterior, devolver el protagonismo a la decisión humana para generar un

desarrollo acorde a su dignidad, implica, al menos, el cultivo de un

corazón solidario

, la

opción por el

diálogo

y la recuperación de la

palabra veraz

. Estos tres caminos históricos

permiten considerar el futuro con una profunda

esperanza

para la humanidad.

1.- La presencia de un nuevo contexto

El cometido de la ética consiste en reflexionar sobre las

condiciones

indispensables para

la realización auténtica de lo humano en cuanto individuo y grupo. La persona se realiza

en el encuentro con otros y el grupo se fortalece en la medida que esa interacción tiene

como sujetos a individuos con una clara identidad. Por consiguiente, esta dimensión

social

de lo humano no constituye una falla ni una limitación, sino una condición

antropológica de crecimiento, ya que vivir es

con

vivir.

Este talante social del ser humano encamina la reflexión ética para pensar todo progreso

verdaderamente humano en la perspectiva de una auto-realización (ser) en la auto-

trascendencia (social). En el encuentro con el otro se descubre la propia identidad que, a

su vez, permite un auténtico encuentro desde uno mismo hacia el otro. Si vivir es convivir,

entonces quien no es solidario termina siendo solitario.

Todo encuentro humano acontece en el espacio y en el tiempo. La condición social de la

persona humana no sólo dice relación a la sociedad, como grupo de personas, sino

también a estructuras e instituciones que contextualizan el encuentro interpersonal. El

texto humano se escribe en un contexto histórico que condiciona y, a la vez, es

condicionado por la mano del hombre y de la mujer.

Este contexto histórico está marcado por los profundos cambios culturales que no

denotan tan sólo una serie de mutaciones dentro de un mismo referente (época de

cambios

), sino destacan una verdadera transformación en los referentes de los

significados en la sociedad (cambio de

época

). Es la novedad de una cultura

emergente

que conlleva el desafío de repensar y re-significar el tejido social acorde este nuevo

contexto.

Todo cambio, al ser novedad, es percibido como

amenaza

y

oportunidad

. El

protagonismo humano es el factor

decisivo

en esta disyuntiva. El rumbo del camino es

decisión humana. Un

progreso

en la civilización (condiciones materiales) llega a ser un

desarrollo

cultural (condiciones de significación) cuando lo

mejor

es definido por la

posibilidad de dar respuesta a la pluridimensionalidad del ser humano.

2

Sin embargo, el gran desafío actual es justamente recuperar esta

confianza

en el

protagonismo humano, sobre todo cuando el individuo se percibe arrollado por los

cambios y marginado frente al otro en una sociedad cada día más impersonal. La prueba

de los números y de las estadísticas contrasta con la percepción subjetiva; los éxitos

objetivos proclamados son contradecidos

por la satisfacción subjetiva expresada.

1

2.- El desafío de la fragmentación ética

La fisura entre lo objetivo (modernización/oferta) y lo subjetivo (percepción/acceso) se

agudiza por la presencia de

ruptura

entre los propios sujetos. La razón pragmática

condena el sueño a la irrelevancia, predominando la racionalidad instrumental que reduce

al otro en beneficio propio. Cuando lo público se cosifica en términos del

tener

(consumo,

poder, fama), el individuo se refugia en lo privado para poder

ser

lo que uno realmente es

(esposo, padre, amigo). Lo objetivo (modernización/oferta) coloca al sujeto en función del

ser

para

tener

, donde el

poseer

en sí mismo es la fuerza direccional, en contraposición

con el tener para ser donde el

encuentro

define las necesidades.

Asimismo, la sociedad actual, caracterizada por la ausencia de un paradigma común, crea

mayor soledad y hace de la convivencia un desafío de mutua tolerancia, pero muchas

veces sin horizontes compartidos. De esta forma, el debilitamiento de la narración que

une a la sociedad abre el camino a la inseguridad colectiva. El pluralismo se nos abre

como oportunidad y posibilidad para intentar reparar la ruptura y lograr integración,

mediante la complementariedad.

Pero el

pluralismo

, tan propio del ethos universitario, puede ser también una amenaza.

La riqueza de la diversidad llega a ser un peligro cuando no conduce a la

complementariedad sino a una fragmentación disociadora. Las distintas perspectivas

requieren de un horizonte común en un camino dinámico para ir construyendo un

paradigma ético compartido. Así como el pluralismo busca una unidad en la diversidad, el

relativismo ético quiebra el tejido social porque la búsqueda comunitaria se disuelve en un

individualismo narcisista negando el talante social de la persona humana. Entonces, el

vivir deja de ser convivir y se transforma en un dividir la sociedad en bloques

irreconciliables, debido a una auto-referencia excluyente de una preocupación

comunitaria.

En esta misma dirección, el creciente secularismo (ausencia de un referente divino) y el

supermercado de ofertas religiosas (surgimiento de movimientos religiosos más allá de las

religiones históricas) han dejado a la sociedad sin un horizonte religioso compartido.

Además, la vida política está polarizada o simplemente ignorada. En este estado de

anomia, la ética se erige como un posible referente común capaz de comprometer a los

individuos en sociedad a redactar una historia compartida de un presente que posibilita el

futuro para todos.

La sociedad, así como toda universidad, precisa de un

horizonte valórico

compartido

que promocione equitativamente la auto-realización en la auto-trascendencia, de otra

manera se imponen otros criterios discriminat

orios (poder, riqueza, salud, educación) que

parten de la desigualdad. La categoría de lo

humano

(

ser

) une e incluye a todos los

1

Ver Informe PNUD, Desarrollo Humano en Chile (1998)

, pp. 15 – 31.

3

miembros de la sociedad, pero cualquier otro criterio (

tener

) que no asuma esta categoría

divide y excluye creando privilegiados y marginados.

La pregunta consiste, entonces, en ¿cómo

construir

un marco ético compartido en el

contexto de una sociedad pluralista? ¿cómo llegar a un acuerdo ético como carta

fundamental de la sociedad? La necesidad de compartir valores se impone por sí misma,

porque de otra manera la sociedad se degeneraría en una dinámica de la ley de la selva

donde el poder lo decidiría todo.

Por lo menos, se pueden señalar dos procesos que conducen a la misma meta. El

primero es

negativo

, delineando los límites críticos que deben respetarse para evitar la

ulterior fragmentación de la sociedad y recuperar la confianza básica constructora de la

ciudadanía. El segundo es

positivo

, despertando el sueño de ideales que yacen en el

corazón humano resistente a todo discurso que se limita tan sólo a lo pragmático.

La medida del mínimo moral (límites) o el horizonte del máximo ético (ideales), quizás no

son caminos excluyentes, sino más bien complementarios y evolutivos atendiendo a la

condición humana. La necesidad de sobrevivencia (debido a la interdependencia) subraya

límites que deben ser respetados; la aceptación del talante social (auto-realización en la

auto-trascendencia) proyecta un paradigma ético desafiante de lo presente y encamina

las decisiones personales hacia un desarrollo

humano

del progreso.

Atendiendo al pluralismo, respetuoso del otro en la dimensión del encuentro con él, es

posible sugerir un perfil ético como condición de auténtico desarrollo humano, partiendo

de la realidad del presente pero con miras a un futuro inmediato capaz de devolver el

protagonismo al sujeto social en la construcción de la narrativa nacional.

3.- Cultivar un corazón solidario

Los lazos

interpersonales

no se pueden construir sobre la tolerancia ni la indiferencia

sino como resultado de una opción por el otro. La solidaridad no es un sentimiento

efímero sino una decisión de asumir la interdependencia como un dato antropológico y,

por ello, una correspondiente tarea de responsabilidad ética.

2

Amar y ser amado es la clave de la vida humana porque crea identidad y alteridad

...

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