Interpretación Del Ion

Sócrates.- […] Hasta el momento de la inspiración todo hombre es impotente para hacer versos y pronunciar oráculos. Como los poetas no componen con merced al arte, sino por una inspiración divina, […] no nos quede la más pequeña duda de si bien estos bellos poemas son humanos hechos por la mano del hombre, son, sin embargo, divinos y obra de los dioses, y que los poetas no son más que sus intérpretes, cualquiera que sea el dios que los posea. Para hacernos conocer esta verdad, el dios ha querido cantar con toda intención la oda más bella del mundo por boca del poeta más mediano. ¿No crees tú que tengo razón mi querido Ion?

Ion.- Si ¡Por Zeus!, tus discursos, Sócrates, causan en mi alma una profunda impresión, y me parece que los poetas, por un favor divino, son para con nosotros los intérpretes de los dioses.

Sócrates.- ¿Y vosotros los rapsodas no sois los intérpretes de los poetas?

Ion.- También es cierto.

Sócrates.- ¿Luego sois vosotros los intérpretes de los intérpretes?

Ion.- Sin contradicción.

Sócrates.- […] Cuando recitas, como conviene, ciertos versos heroicos, y conmueves el alma de los espectadores, […] ¿te dominas o estás fuera de ti mismo? Llena tu alma de entusiasmo ¿No te imaginas estar presente en las acciones que recitas, y te encuentras en Ítaca o delante de Troya, en una palabra, en el mismo lugar donde pasa la escena?

Ion.- […] te aseguro que cuando declamo algún pasaje patético mis ojos se llenan de lágrimas, y que cuando recito algún trozo terrible o violento, se me erizan los cabellos y palpita mi corazón.

Sócrates.- ¡Pero qué, Ion! ¿Diremos que un hombre está en sano juicio cuando, vestido con un traje de diversos colores y llevando una corona de oro, llora en medio de los sacrificios y de las fiestas, aunque no haya perdido ninguno de sus adornos, o cuando, en compañía de más de veinte mil amigos, se le ve sobrecogido de terror, a pesar de no despojarle ni hacerle nadie ningún daño?

Ion.- No, ciertamente Sócrates, puesto que es preciso decirte la verdad.

Sócrates.- ¿Sabes tú si transmitís los mismos sentimientos al alma de vuestros espectadores?

Ion.- Lo sé muy bien. Desde la tribuna, donde estoy colocado, los veo habitualmente llorar, dirigir miradas amenazadoras y temblar como yo con la narración. Y necesito estar muy atento a los movimientos que en ellos se producen, porque si los hago llorar, yo me reiré y cogeré el dinero; mientras que si los hago reír, lloraré y perderé el dinero que esperaba.

Sócrates.- […] El rapsoda, tal como tú, el actor, es el anillo intermedio, y el primer anillo es el poeta mismo. Por medio de estos anillos el Dios atrae el alma de los dioses por donde quiere, haciendo pasar su virtud de los unos a los otros, y lo mismo que sucede con la piedra imán […] Porque no es en virtud del arte, ni de la ciencia el hablar tú de Homero como lo haces, sino por una inspiración y posesión divinas […].

1.- Platón nace hacia el 427 a.C. dentro de una familia aristocrática y adinerada de Atenas, la cual, vivió durante dos generaciones, en el periodo en el que la ciudad-estado logra el mayor esplendor económico, militar y cultural de toda su historia, esto es en el periodo gobernado por Pericles (en torno al S. V a.C.).

Debido al bienestar económico de la familia, Platón tuvo la mejor educación para su época; estudió a Homero, las técnicas de análisis de rapsodas y sofistas, además de haber estado siempre en contacto con la filosofía. Tuvo siempre dos intereses principales, la poesía, y la política, esta última quizás puede deberse a que su familia siempre estuvo involucrada en la vida política de Atenas, inclusive su tío Cricias fue parte de los treinta tiranos. En cambio la primera de sus aficiones citadas anteriormente, fue abandonada, aunque vislumbramos los vestigios de su amor por ella, ya que al leer los diálogos nos damos cuenta de la representación poética que posee cada uno; además habiendo estudiado a los poetas clásicos Platón adquiere un gran conocimiento sobre lo que simboliza en la tradición griega clásica y en los beneficios o desventajas que pueda tener, lo podemos notar en el diálogo del Ion y quizás sea también esto por lo que decidiese abandonar la poesía y dedicarse de lleno a la filosofía.

A la edad de los dieciocho años Platón comienza a estudiar filosofía dentro del circulo de los seguidores de Sócrates, quién influiría de manera muy importante en su pensamiento, esto se advierte principalmente en los primeros diálogos, es decir, los de juventud, más no se sabe a ciencia cierta sí todos los diálogos de juventud fueron escritos después de la muerte de su maestro o algunos los escribió mientras éste sostenía una conversación con alguno de los personajes citados, sin embargo, lo más aceptado es que los escribió en el viaje a Megara que tuvo con los demás condiscípulos envueltos en una gran tristeza y decepción, por la condena de su maestro ya que para ellos era el hombre más sabio de toda Atenas.

No obstante, del interlocutor de este diálogo no se ha encontrado referencia alguna, hay quien esté de acuerdo en que sea una invención del filósofo ateniense y quien niegue esta afirmación, sin embargo no tenemos algo que nos permita afirmar que Ion de Éfeso existió realmente, puesto que solamente tenemos referencia suya en este texto.

Esta obra es escrita a manera de diálogo, género que surge después de que en la cultura griega se tomara más consciencia del valor de la escritura, porque les permitía leer, releer, analizar, estudiar y no solamente entender los textos, quizás pudo haber sido esta la razón por la que el aprendiz de Sócrates quisiera escribir sus diálogos. Aunado a lo anteriormente dicho, en este texto de Platón, se denota claramente la influencia de su maestro, y a los varios diálogos de esta época como lo son la Apología de Sócrates, el Critón, Lisis, Cármides, Eutifrón, el propio Ion y el Protágoras; el predominio de la figura y filosofía socrática se encuentra en la forma de abordar los temas puesto que, se enfoca principalmente en cuestiones morales basadas en un método dialéctico enteramente socrático; Al principio trata de ironizar el supuesto conocimiento con el que cuentan sus interlocutores, y después, mediante un proceso mayéutico intentar concebir el camino

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