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Las Moscas. Jean Paul Sartre


Enviado por   •  4 de Abril de 2015  •  1.515 Palabras (7 Páginas)  •  1.033 Visitas

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“Las moscas”

Esta es una obra que recrea el mito de Electra y su hermano Orestes buscando vengar a Agamenón, su padre muerto en manos de Clitemnestra y Egisto.

Esta obra de teatro en tres actos, inicia luego de un largo destierro Orestes y su maestro (el Pedagogo) llegan a Argos la mañana del día de la fiesta de los muertos, el decimoquinto aniversario del asesinato de Agamenón, y se encuentran con la ciudad—donde un día su padre llegó a reinar— ofrece un panorama desolador: las calles están desiertas, la gente es arisca y se halla dominada por el sentimiento de culpa y hay una presencia abrumadora de moscas que pululan por doquier (según Júpiter, estas moscas son el castigo de los dioses por el crimen cometido por Clitemnestra y Egisto, que el pueblo calló). Egisto gobierna la ciudad después de haber asesinado a Agamenón, padre de Orestes, y de casarse con Clitemnestra, viuda de Agamenón y madre de Orestes. La culpa, el remordimiento y la consciencia del pecado unen al trono con el pueblo. Sólo hay una hereje, Electra, hija de Clitemnestra y hermana de Orestes, que es mantenida en esclavitud por su madre y por su padrastro. Electra trata de alertar al pueblo en cuanto a que su religión de mortificación y arrepentimiento es falsa, que los Dioses quieren que sean felices.

Júpiter, alarmado por esta irrupción sediciosa, derriba una columna del templo y pone al pueblo en contra de Electra; Orestes le promete a Electra que su sueño de que él regresara para vengar el asesinato de su padre se hará realidad. Entonces Júpiter le advierte a Egisto que Orestes quiere matarlo. Egisto le pregunta a Júpiter que por qué él, como Dios, no lo impide; y Júpiter le revela un secreto: debido a que los hombres tienen libertad, ni un Dios puede hacer nada. Orestes mata a Egisto y luego a su madre; Electra se impresiona, y Júpiter la convence para que se arrepienta. Orestes mantiene la autonomía de su ser contra la pretensión de Júpiter de que el universo pertenece a los Dioses. Aceptando su responsabilidad por lo que ha hecho, Orestes no acepta culpa y no cree haber hecho ningún mal, y abandona la ciudad con la frente en alto.

La escena crucial de la obra es el enfrentamiento cara a cara entre Orestes y Júpiter en el último acto. Júpiter ha reducido a Electra a lágrimas y remordimiento, y le ofrece a Orestes el trono de Argos si también él se arrepiente. Orestes lo rechaza, Júpiter lo acusa de ser “el más cobarde de los asesinos”, y Orestes responde: “El más cobarde de los asesinos es el que siente remordimiento”. Con voz grandilocuente, Júpiter le recuerda a Orestes que el universo todo se mueve de acuerdo a la ley de los Dioses, y le ruega para que obedezca. Orestes responde:

“Tú eres el Rey de los Dioses, Júpiter, el Rey de las Piedras y de las Estrellas, el Rey de los Mares. Pero no eres el Rey de los Hombres”.

Orestes reconoce que Júpiter lo ha creado como un hombre libre, y que como tal, el hombre dejó de pertenecer a los Dioses. “Yo soy mi libertad”, dice Orestes.

A consciencia de que debe encontrar su propio camino en la vida, como todo hombre, Orestes dice:

“Tú eres un Dios y yo soy libre. Estamos igualmente solos, y nuestra angustia es la misma”.

Júpiter le recuerda del sufrimiento que vendrá con tal descubrimiento, pero Orestes responde orgullosamente: “Los hombres son libres, y la vida humana comienza al otro lado de la desesperación”.

COMENTARIO Y ANÁLISIS PERSONAL.

Orestes me pareció un personaje complejo, ya que si bien al principio de la obra se mostraba sereno, tranquilo, humilde, “que no mata una mosca”, tuvo una especie de metamorfosis. De pronto aquél carácter sumiso, se convirtió en un temperamento de extrema fortaleza física y mental, con convicción, y con la valentía suficiente para matar a Clitemnestra –su madre- y a Egisto.

“¿Cómo se comporta un hombre ante un acto que ha cometido, del cual asume todas las consecuencias y responsabilidades aun cuando ese acto le inspire horror?”

Es obvio que el amor que su hermana le desató, no es amor filial, sino amor pasional, de pareja. Se ve a sí mismo como más allá del temor, del miedo, incluso a ser asesinado por las turbas, y paradójicamente esa falta de temor (que conlleva autoridad y certeza) le da la libertad total.

No sufre aparentemente de culpas ni

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