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Jornadas Andaluzas sobre abusos y violencia sexual

Cecita7610 de Julio de 2015

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Servicio subvencionado por la Consellería de Bienestar Social de la Generalitat Valenciana.

Carbajo, E.

Psicóloga Clínica y especialista en Sexología.

Ponencia de las I Jornadas Andaluzas sobre abusos y violencia sexual. Sevilla, 1998

I.- Diagnóstico y Valoración sobre la posible ausencia o presencia de abusos sexuales en los menores derivados a nuestro servicio.

El Instituto Espill es una de las dos entidades que cubren los servicios de atención a los menores en los que se valora la posibilidad de haber sufrido abusos sexuales. Nuestra experiencia como entidad privada en este tema ha hecho que desarrollemos y llevemos a la práctica un proyecto de intervención donde se pueda llevar a cabo de forma rápida la intervención con el menor de forma que para el niño/a existan las menores consecuencias tanto a corto como a largo plazo tanto si realmente han existido abusos como si no.

Es importante para nosotros delimitar la vía a través de la cual el menor llega a nuestro servicio ya que en muchas ocasiones nos encontramos con problemas de custodia o enfrentamientos entre adultos donde lo que se pretende es manipular al menor. Por ello, no siempre nos llegan los casos en los que el niño/a ya ha revelado el abuso, o casos de denuncia sino que en ocasiones la madre pide una valoración para su tranquilidad ante distintas conductas del menor o sospechas sobre un adulto.

En nuestro caso se pretende realizar el diagnóstico en el menor número posible de sesiones pero rara vez se puede realizar en número inferior a cinco.

II.- Sesiones de Valoración y Diagnóstico.

El objetivo durante la primera sesión es simplemente empatizar con el menor de forma que se sienta cómodo. Para ello habitualmente no se hace una referencia inicial al hecho del abuso ni a nada que tenga relación con el tema. Simplemente se valoran aspectos puntuales como las relaciones en el colegio, en la familia, hobbies, ocio,...

En la sesión posterior el objetivo principal es conseguir la revelación si es que no se ha hecho en la primera. Es importante minimizar el impacto de la revelación y la preparación para una posible intervención judicial.

En sesiones posteriores se pretende confrontar la veracidad de los hechos y el realismo del testimonio del menor.

Finalmente nuestro objetivo es ofrecer apoyo psicológico y terapéutico, solo en aquellos casos en que sea necesario, sin caer en el error de terapeutizar al menor. En este caso se trabaja con el fin de restablecer las posibles consecuencias a corto y largo plazo que han podido suponer el abuso para el menor. A su vez se pretende mejorar el rendimiento escolar, capacidad de atención y concentración y trabajar en la mejora de autoestima y control de ansiedad.

III.- Intervención con la familia.

Nos parece relevante la intervención con la familia desde la primera sesión tanto si el abuso es intrafamiliar como si se lleva a cabo fuera del entorno familiar. Bien es cierto que el tipo de intervención es diferente y que el primer objetivo debe ser prevenir al menor del presunto agresor pero intentando que el niño/a sufran los menores cambios posibles en su entorno inmediato.

Es muy importante en aquellos casos en que el agresor permanece en el domicilio evitar que el abuso se vuelva a repetir, algunos terapeutas comentan sus experiencias al respecto y el elevado coste que esto supone para el menor.

IV.- Intervención con agresor.

Nuestro trabajo con los menores y en el tema de abusos sexuales no sería fructífero si no dedicáramos apoyo y atención a los presuntos agresores sexuales. Por ello, es interesante ofertar la posibilidad de ayuda terapéutica antes de iniciar la maquinaria judicial que habitualmente supone un coste para el menor y no necesariamente ayuda al agresor.

Programas de prevención de la agresión sexual a menores. Casaubón, A. I Jornadas Andaluzas sobre abusos y violencia sexual. Sevilla, 1998.

Casaubón, A.

Ponencia de las I Jornadas Andaluzas sobre abusos y violencia sexual. Sevilla, 1998

http://leo.worldonline.es/fess/Articulos/articulo_0-06.htm

Para poder hablar de prevención de violencia o abuso hemos de conocer algunas características personales del abusador, de su entorno social y de lo que podemos definir como el patrón de personalidad y/o de conducta de abuso.

A nivel básico, podemos decir, que los principales motivos que guían las vidas de estos sujetos entran en conflicto directo con los demás y que el conflicto entre la polaridad dolor-placer representa una transposición tal, que las experiencias que normalmente son agradables se ven como algo doloroso, y lo que es normalmente doloroso se experimenta como algo agradable. Generándose una disonancia psíquica entre las funciones de supervivencia del dolor y el placer.

Hablamos por tanto de una personalidad con un trastorno sádico.

Los comportamientos sádicos no se limitan a las acciones de los psicópatas encarcelados o de grupos marginales, a través de la sublimación muchos individuos con un componente sádico de conducta pueden vivir integrados en sociedad (padre abusivo y represor/ reverendo puritano que atemoriza a sus feligreses/ nacionalistas y xenófobos que justifican en sus creencias acciones de evidente violencia).

Nuestro tiempo es un periodo histórico en el que la crudeza y la falta de civismo no solo son un producto inevitable en nuestra sociedad, sino que a veces se potencian y admiran como si fuesen cualidades.

Como dice Erich Fromm: "los grupos sociales tienden a reforzar todos los elementos característicos que corresponden a (crueldades sádicas), mientras que los elementos opuestos no se potencian en absoluto"

La agresividad y brutales respuestas de adultos y niños tiene que ver con las experiencias vividas como objeto de violencia y va aparejado a una total capacidad de empatizar si no es a través de actos llenos de agresividad y/o violencia.

Los diferentes autores a lo largo de la historia de la psicología y la sexología han intentado profundizar en este modo de actuación y que de modo genérico definiremos como Patrón Abuso. Así :

Krafft-Ebing habla de "un deseo innato de humillar y herir", define el término sadismo como:

"la experimentación de sensaciones sexuales placenteras (incluido el orgasmo) producida por actos de crueldad y castigo físico, que se aplican a sí mismo o a otras víctimas, sean animales o seres humanos".

Havelock Ellis introduce un elemento novedoso, como no podía ser de otro modo, y habla de "sadismo como expresión de amor" y añade que " el sadismo y el masoquismo pueden considerarse como emociones complementarias y no estados opuestos. El sádico desea infligir dolor, pero a veces, la mayoría, desea que esto sea sentido como amor".

Freud habla de "sadismo y masoquismo como dimensiones bipolares del componente agresivo del instinto sexual" y considera que "la connotación de sadismo oscila entre, por un lado, los casos que se caracterizan por una actitud violenta y activa hacia el objeto sexual y, por otro, los casos en que la satisfacción depende exclusivamente de la humillación y el maltrato que se infringe al objeto".

Shapiro aporta un nuevo matiz, según mi opinión muy significativo, y es el de pensar que " el principal elemento del sadismo es el intenso deseo de degradar" y añade que " los objetivos del sadismo son no sólo causar sufrimiento a la víctima, sino en especial humillarla o degradarla para hacer que se sienta indefensa o débil, para "ponerla en su sitio y/o demostrarle quién es el jefe". En el supuesto más suave el sádico desea que su víctima se sienta ridícula y pequeña; en el más extremo desea abusar de ella de forma que su dignidad y su voluntad queden destruidas".

El otro es un ser indigno o un "no ser", no existiendo el más mínimo respeto por la otra persona y por su significación social y humana.

Si decidimos hacer un retrato robot de la personalidad agresiva (sádica) tendremos que se caracteriza por:

Afectividad Hostil (irritabilidad y facilidad para las respuestas coléricas)

Proyección Cognitiva (tienden a atribuir a los demás los propios motivos maliciosos)

Autoimagen Afirmativa ( se enorgullecen de su energía, su "realismo" y su rigidez).

Búsqueda de Venganza Interpersonal (son socialmente agresivos, intimidatorios y punitivos).

Tomando como referencia el trabajo de Millon podemos formular este patrón de personalidad de abuso del siguiente modo:

Las acciones de estas personalidades parecen proceder de su anticipación de que los demás serán hostiles. Su ira y sus comportamientos vengativos son como un contraataque previo, una defensa contra la maldad y la humillación que han aprendido a esperar. Con esto, buscan conseguir todo el poder que puedan para evitar que los demás, si lo poseen, lo utilicen para explotarles y herirles. Sin embargo, una vez en posesión de este poder, la violencia se incrementa. Utilizando su fuerza como medio para "ajustar las cuentas" a quienes consideran que les maltrataron y/o traicionaron en el pasado o lo harán en el futuro(?).

Las Características Clínicas de este Patrón Sádico de Abuso serían las siguientes:

NIVEL COMPORTAMENTAL:

Expresivamente Precipitado (ámbito funcional).

Muchas personas se distancian de estas personalidades, al sentirse intimidadas por las formas bruscas y beligerantes que tienen de actuar. Son percibidas

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