LA DIALECTICA Y SUS LEYES

LA DIALECTICA Y SUS LEYES

ANTECEDENTES

El término “dialéctica” estuvo en estrecha relación con el vocablo dialogo puede definirse primariamente como “arte del dialogo”. Lo mismo que el dialogo, en la dialéctica hay así mismo dos “razones” o “posiciones” entre las cuales se establece precisamente un dialogo. En este caso, continúa en la dialéctica una confrontación, pero no tiene lugar necesariamente entre dos interlocutores, sino, por así decirlo, dentro del mismo argumento. En este sentido más preciso el “arte dialectico” fue usado por Parménides para probar que como consecuencia de “Lo que es, no es. Cuando es no cambia, pues si cambiara se convertiría en otro, pero no hay otro, excepto el que es”. Este tipo de argumento consiste en suponer lo que ocurriría si una proposición dada, declarada verdadera, fuese negada.

En Platón encontramos dos formas de dialéctica. Se ha observado a menudo que mientras en ciertos diálogos Platón presenta la dialéctica como un método de ascenso de lo sensible a lo inteligible, en algunos de los llamados “diálogos últimos“ la presenta como un método de deducción racional de las formas. Como método de ascenso a lo inteligible, la dialéctica permite discriminar las ideas entre si y no confundirlas. Pero subsiste el problema de como relacionarlas. La cuestión es como la dialéctica hace posible una ciencia de los principios fundada en la idea de la unidad. Una de las soluciones más obvias consiste en establecer una jerarquía de ideas y principios. En todo caso, la dialéctica no es nunca en Platón ni una mera disputa ni un sistema de razonamiento formal. Aristóteles contrasta la dialéctica con la demostración, por las mismas razones por las cuales contrasta la inducción con el silogismo. La dialéctica es para Aristóteles una forma no demostrativa de conocimiento: es una “apariencia de filosofía”, pero no filosofía misma. De ahí que tienda a considerar en un mismo nivel: disputa, probabilidad y dialéctica. La dialéctica es disputa y no ciencia; probabilidad y no certidumbre; inducción y no propiamente “demostración”. Y hasta sucede que la dialéctica es tomada por Aristóteles en un sentido peyorativo, no solamente como un saber de lo meramente probable, sino como un saber de lo aparentemente tomado como real.

El sentido positivo de la dialéctica resurgió con el neoplatonismo que entendió por ella el modo de ascenso a realidades superiores, al mundo inteligible. También entre los estoicos la dialéctica era un modo positivo del conocimiento. En la edad media la dialéctica formo con la gramática y la retórica, el trívium de la artes liberales. Como tal era una de las artes que se refiere al método y no a la realidad. Por otro lado constituyo una de las partes de la lógica que se propone elaborar la demostración probatoria. Finalmente constituyo el modo propio de acceso intelectual a lo que podía ser conocido del reino de las cosas creíbles. En el renacimiento se rechazó con frecuencia la dialéctica que representa el mero contenido formal de la lógica aristotélica.

El sentido peyorativo de la dialéctica fue común en el siglo XVIII. Así, Kant considero la lógica general como una lógica de la apariencia es decir, dialéctica, pues nada ensena sobre el contenido del conocimiento y solo se limita a exponer las condiciones formales de la conformidad del conocimiento con el entendimiento.

Muy importante es el papel desempeñado por la dialéctica en el sistema de Hegel. Sin embargo, las dificultades para comprender el significado preciso de la dialéctica en este filósofo son considerables. En efecto, dialéctica significa en Hegel por lo pronto el momento negativo de toda realidad. Se dirá que, por ser la realidad total de carácter dialéctica-en virtud de la previa identidad entre la realidad y la razón, identidad que hace del método dialectico la propia forma en que la realidad se desenvuelve-, este carácter afecta a lo más positivo de ella. Y si tenemos en cuenta la omnipresencia de los momentos de la tesis, de la antítesis y la síntesis en todo el pensamiento de Hegel, y el hecho de que solo por el proceso dialectico del ser y del pensar pueda ser absorbido

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