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LA ETICA, LA MORALIDAD Y LOS PRINCIPIOS


Enviado por   •  28 de Marzo de 2012  •  Tesis  •  968 Palabras (4 Páginas)  •  700 Visitas

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LA ETICA, LA MORALIDAD Y LOS PRINCIPIOS

MANUEL FERNANDO SANCHEZ

LUISA FERNANDA BAYONA VELASQUEZ

Abogada.

FUNDACION DE ESTUDIOS SUPERIORES CONFANORTE

ETICA Y RESPONSABILIDAD SOCIAL

2012

LA ETICA, LA MORALIDAD Y LOS PRINCIPIOS

INTRODUCCION

Para nosotros hoy un principio es una afirmación o una norma que sirve de premisa en las argumentaciones. Para Aristóteles o Santo Tomás era eso, pero además y simultáneamente era aquello de lo que habla el principio. Ellos unían lo que nuestro lenguaje contemporáneo divide.

Hoy ningún principio es primero en cuanto tal; sólo es primero desde una determinada perspectiva que se adopte. El carácter primario de los principios es relativo a los contextos sociales y a las metas individuales. Los principios supremos del obrar humano no son otra cosa más que la traducción normativa de las metas últimas del vivir humano.

Los primeros principios sólo tienen sitio en un universo caracterizado en términos de determinados fines fijos e inalterables. Propiamente hoy ningún principio es primero como tal; sólo es primero desde una determinada perspectiva que se adopte. En la vida práctica es el telos el que proporciona el principio, el primer principio del razonamiento práctico. La justificación de los remite a los fines inscritos en el dinamismo de los deseos humanos.

En perspectiva ascendente los principios se invocan. En perspectiva descendente se “aplican”, o en otras palabras se ponen en práctica. ¿Cómo se justifican? Los principios se justifican en razón de su capacidad de articular y orientar las decisiones y actuaciones en conexión con el telos de una vida humana vivida en plenitud.

A lo largo de la historia, en condiciones de relativa estabilidad cultural y de valoraciones también estables, los principios éticos se entendían como axiomas evidentes en sí, con contenido normativo a partir de las cuales más o menos se deducían las aplicaciones concretas. Con el tiempo los principios se invocan como accesibles a una intuición; para evitar problematizaciones procedentes de las concreciones y aplicaciones que reclaman para ellos una mera validez, es decir mientras no entren en colisión con otros principios o su aplicación literal no traiga consecuencias inaceptables.

Por el contrario, cuanto más orientadores y aplicables por tener contenidos normativos precisos, más dependientes serán de las situaciones sociales y de las valoraciones culturales para los que son formulados y en las que son puestos en práctica. Por ejemplo: “obra el bien y evita el mal” ha sido en ocasiones enunciado como principio supremo de moralidad. Es difícil imaginar una actuación moral que no se atenga a este principio. Si alguien estuviese perplejo a cerca de qué camino tomar ante un dilema moral, no le ayudara ni mucho ni poco que le repitamos:”tu obra el bien

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