LA VIDA Y EL IDEAL POLITICO DE PLATON
micklovingonzalo Tarea 27 de Abril de 2022
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IDEAS PRINCIPALES DE CADA SUBTITULOS
ELKIN ADRIAN GONZALEZ PARRA
COLEGIO CRISTIANO EL LIBERTADOR
GRADO DECIMO
FILOSOFIA
ANDRES PALACIOS
CAPITULO 9 CON CADA INVESTIGACION DE SUS SUBTITULOS
LA VIDA Y ELIDEAL POLITICO DE PLATON
Platón nació en Atenas el 428 a. Este año señala también una fecha decisiva en la vida de Platón. La Cana VII, que, al reconocerse su autenticidad, se ha convertido en el documento fundamental para la reconstrucción no sólo de la biografía, sino de la personalidad misma de Platón, nos permite echar una mirada sobre los intereses espirituales que dominaron esta primera parte de su vida. Cuando joven pensaba dedicarse ha la política como él siempre quiso en ha lo largo de su vida.
El régimen de los treinta tiranos, entre los cuales contaba con parientes y amigos, le invitó a participar en el gobierno. Entre otros hechos, mandaron a Sócrates que fuera con otros a casa de un ciudadano para matarle, y ello para complicar a Sócrates, de grado o por fuerza, en su política. Desde aquel momento, Platón no cesó de meditar sobre el modo cómo sería posible mejorar la condición de la vida política y la entera constitución del Estado, pero difirió su intervención activa para un momento oportuno. Después de la muerte de Sócrates, marchó a Megara, junto a Euclides y, más tarde, por lo que dicen sus biógrafos, se fue a Egipto y a Cirene.
Su primer viaje seguro, que es también el primer acontecimiento importante de su vida exterior, es el que hizo a Italia meridional. Viejo, tirano de Siracusa, temeroso de los proyectos de reforma política expuestos por Platón, le hizo vender como esclavo en el mercado de Egina.
EL PROBLEMA DE LA AUTENTICIDAD DE LOS ESCRITOS
Que los escritores antiguos hayan considerado auténtico un escrito es siempre una presunción fortísirna en favor del escrito, a menos que haya en los elementos positivos en contra. Este criterio, sin embargo, no es decisivo por sí solo. Los testimonios antiguos, debidos a escritores que han comentado o criticado las obras de Platón. Aristóteles, elevadas por algún historiador moderno a la categoría de prueba. Pero tampoco este criterio es decisivo, porque algún diálogo indudablemente platónico, por ejemplo, el Protágoras, no es citado por Aristóteles. Leyes y las Cartas. Puede resultar, sin embargo, decisivo cuando se encuentran en escritos platónicos elementos de doctrinas que pertenecen a escuelas posteriores como, Platón que es un artista porque cada cosa que el haga es poesía o una sinfonía de arte explotando en toda su verdad.
Pero naturalmente no se puede pretender que todos los diálogos alcancen el mismo nivel artístico. Todos estos criterios ofrecen una cierta seguridad únicamente si se confrontan unos con otros y si recíprocamente se confirman. En cuanto a las Cartas, después de haberse borrado casi por unanimidad del corpus platónico, la crítica moderna va reconstruyendo la misma unanimidad en aceptarlas como genuinas y, de hecho, aparte la primera, son documentos importantísimos para la vida y el pensamiento de Platón ya que era muy importante cada cosa de él,
carta VII llega a colocarse cerca de los diálogos fundamentales para la interpretación del platonismo.
EL PROBLEMA DE LA CRONOLOGIA SOBRE LOS ESCRITOS
Debido a motivos inherentes a su filosofía, Platón no quiso nunca escribir, ni siquiera en la edad más avanzada, una exposición completa de su sistema. Sus diálogos no son más que fases o etapas diversas, puntos de llegada provisionales, y por lo tanto más bien puntos de partida, de una investigación que, según considera, no puede detenerse en ningún resultado. Sabemos por otra fuente que las Leyes se dejaron sobre la cera y se copiaron después de la muerte de Platón, el primero es la confrontación de los diálogos entre sí para poder llegar a un término.
Alusiones menos claras, pero bastante transparentes, permiten advertir que el Menón es anterior al Fedón y ambos anteriores a la República, república y las Leyes, esto es, entre los dos diálogos cuyo orden de composición conocemos con certeza, hay notables diferencias de estilo que se han estudiado minuciosamente que los escritos del cuarto período son posteriores al segundo viaje a Sicilia y algunos, como el Críticas y las Leyes, posteriores también al tercero.
CARACTERES DEL PLATONISMO
Hemos citado, hablando de Sócrates, el pasaje del Fedro, en el cual, a propósito de la invención de la escritura, atribuida al dios egipcio Thot, Platón dice que el discurso escrito comunica, no la sabiduría, sino la presunción de la sabiduría. Ahora bien, entre los discursos escritos, el diálogo es el único que reproduce la forma y la eficacia del discurso hablado. Este es fiel expresión de la investigación, la cual, según el concepto socrático, es un examen incesante de sí mismo y de los demás, por lo tanto, un preguntar y contestar. Platón sostiene que el pensamiento mismo no es más que un discurso que el alma hace consigo misma, un diálogo interior en que el alma se pregunta y se contesta a sí misma. La expresión verbal o escrita no puede, pues, hacer otra cosa que reproducir la forma necesaria de la investigación, el diálogo. Sólo después de haberse familiarizado por mucho tiempo con estos problemas y después de haber vivido y discutido en común, su verdadero significado se enciende de improviso en el alma, como la luz nace de una chispa y crece después por sí sola. El diálogo era, pues, para Platón el único medio para expresar y comunicar a los demás la vida de la investigación filosófica se cuenta que una mujer, Axiote, después de la lectura de escritos platónicos, se presentó vestida de hombre a Platón, y que un campesino corintio, después de la lectura del Gorgias, dejó el arado y se fue tras el filósofo, estas anécdotas demuestran que los contemporáneos de Platón habían comprendido el valor humano de su filosofía.
SOCRATES Y PLATON
Frente a esta fidelidad, que nada tiene que ver con una concordancia de fórmulas doctrinales, pero que se manifiesta en la tentativa siempre renovada de profundizar una figura de hombre que, ante los ojos de Platón, ha personificado la filosofía como investigación, parece muy pobre el esquema en el cual se ha acostumbrado a encerrar la relación entre Sócrates y Platón. Veremos en seguida que Platón no fue nunca infiel a sí mismo ni a su doctrina de las ideas. En esta y en todo su pensamiento fue, al mismo tiempo, fiel a Sócrates. No quiso hacer más que encontrar los supuestos lejanos de la enseñanza socrática, los principios últimos que explican la fuerza de la personalidad del maestro y pueden, por tanto, iluminar el camino por el cual llegó a poseerse y a realizarse a sí mismo. Platón tiene el escrúpulo de no hacer intervenir a Sócrates como interlocutor principal en los diálogos que se alejan demasiado del esquema doctrinal socrático y que se enfrentan con problemas que no habían suscitado el interés del maestro.
ILUSTRACIÓN Y DEFENSA DE LA ENSEÑANZA DE SÓCRATES
Hipias menor, el cual tiende a demostrar que sólo el hombre de bien puede ser quien peca voluntariamente. El hombre de bien, y sólo él, pues, puede pecar voluntariamente. La absurdidad de esta conclusión da pie para sugerir que es imposible pecar voluntariamente y que peca sólo quien no sabe qué es el bien, esto es, el ignorante. La demostración de esta tesis es el objeto de un grupo de diálogos, más importantes que los primeros. En el Laques esta conclusión se logra mediante el examen de la valentía u hombría. Considerada la valentía como virtud particular, es preciso definirla como la ciencia de lo que se debe o no se debe temer, esto es, del bien y del mal futuros. En el Carmines se efectúa la misma investigación a propósito de la prudencia y conduce a la misma conclusión.
crítias, interlocutor principal del diálogo, define la prudencia como conocimiento de sí mismo, esto es, del propio saber y del propio no saber y, por lo tanto, ciencia de la ciencia. Pero a esta definición Sócrates opone que tal ciencia reclama un objeto propiamente suyo. Como no hay un ver que consista en no ver nada, antes bien, el ver tiene siempre por objeto una cosa determinada, así la ciencia no puede tener por objeto la ciencia misma, sino que debe tener un objeto propio determinado, sin el cual no sería ciencia de nada. El intento de definir la prudencia como ciencia de la ciencia fracasa, pues, dada la imposibilidad de que la ciencia se tenga por objeto a sí misma.
LA POLÉMICA CONTRA LOS SOFISTAS
Platón no sostiene ciertamente que el lenguaje sea producto de una convención y que los nombres se hayan impuesto arbitrariamente. Como cada instrumento debe adaptarse al fin para el cual se construyó, así el lenguaje debe adaptarse a hacernos discernir y enseñar la naturaleza de las cosas. No hay duda, pues, que cada nombre debe poseer una cierta justeza, esto es, debe imitar y expresar, en cuanto es posible por medio de letras y sílabas, la naturaleza de la cosa significada. Y en todo caso no se puede sostener, como hace Crátilo, que la ciencia de los nombres sea también ciencia de las cosas, que no haya más camino para indagar y descubrir la realidad que el de descubrir los nombres, y que no se puedan enseñar más que los nombres mismos. Así pues, el criterio para entender y juzgar el valor de las palabras nos lleva a buscar, más allá de las palabras, la naturaleza misma de las cosas. ° la tesis, propugnada por Platón, de que el lenguaje es la selección inteligente del instrumento que sirve para acercar al hombre al conocimiento de las cosas. La retórica aspiraba a ser una técnica de la persuasión para la cual resultase completamente indiferente la tesis a defender o el tema tratado. Al concepto de este arte Platón opone que todo arte o ciencia resulta verdaderamente persuasivo sólo respecto al objeto que le es propio. Pero contra este crudo inmoralismo, Platón observa que, no siendo el intemperante el hombre mejor, tampoco es el más feliz, ya que pasa de un placer a otro insaciablemente y es semejante a una cuba horadada que no acaba de llenarse nunca. Pero el bien y el mal, por el contrario, no van juntos, sino separados, de modo que no pueden identificarse con el placer y dolor. El alma buena es el alma ordenada, que es sabia, templada y justa a la vez. La polémica contra los sofistas desarrollada en este grupo de diálogos, esclareciendo la naturaleza de la enseñanza de Sócrates, ha hecho surgir los problemas que esta enseñanza planteaba.
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