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“LO COMPLEJO DEL AMBIENTE”

jfca174Ensayo22 de Febrero de 2017

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Por: Dr. José F. Castillo A.

Octubre 2016

La complejidad como paradigma epistemológico de la posmodernidad, conlleva a la reflexión profunda sobre los orígenes mismos de la condición humana, los porqués de sus acciones, la prospección sobre lo venidero y las innumerables interacciones entre lo que somos y podemos llegar a ser como especie y como sociedad. Esta forma de analizar el mundo no es otra cosa que la posibilidad de desentrañar las raíces profundas y las ramas extendidas del árbol llamado historia de la humanidad, que se convierte en un verdadero bosque cuando se reflexiona en y desde los saberes necesarios para la educación del presente y del futuro. Para Morín (2002), la complejidad es más que concebir los componentes diferentes de un todo como parte de un tejido interdependiente, interactivo e inter-retroactivo.

La complejidad está asociada al orden y al desorden. El orden entendido desde una idea enriquecida que requiere del diálogo orden, desorden, interacciones, organización, se interpreta la manera fragmentaria de entender la condición humana que ha llevado a que ésta se vuelva invisible y se desvanezca; afirma entonces que hay que reivindicar la condición de lo humano ante la realidad de saberes disociados, parcelados, fragmentarios y el abismo entre éstos y los problemas cada vez más multidisciplinarios, transversales, multidimensionales, trasnacionales, globales y planetarios, por otra parte también llama a la necesidad de la reforma del pensamiento; a que la educación le asigna la responsabilidad de la construcción del pensamiento pertinente y el rescate de lo propiamente humano. La naturaleza esta deviniendo en artificialeza, el ámbito de lo natural se agota amplificándose bajo el impulso de una creatividad humana que más que eliminar construye una nueva realidad dentro de esta.

Los problemas ambientales al ser fundamentalmente problemas del conocimiento, del modelo de desarrollo, y de la educación globales o locales son propios de una “complejidad ambiental” como proceso de hibridaciones epistemológicas y ontológicas sobre la comprensión del mundo y del ser (Leff, 2000), en torno a la construcción de las relaciones sociedad naturaleza que requiere esencialmente de un Contexto Sistémico, que resitúa el conocimiento científico disciplinar en una unidad dialógica holismo y atomismo, y que como lo diría Garciandía (2005), requiere la articulación de varios campos como la complejidad visto como método de pensar sistémico, el constructivismo considerado como concepción de la realidad, la cibernética como causalidad circular, con la hermenéutica percibido dentro del lenguaje y arte de la interpretación, y adicionalmente ética y estética, entre otros aspectos que tendrían que ser tratados en las especificaciones propias de cada cultura.

Las concepciones sobre el conocimiento disciplinar se ajustan bastante bien a la solución de problemas, propios de sistemas simples que aunque pueden tener muchos componentes, sus interconexiones son uniformes y permiten la predictibilidad, pero cuando nos enfrentamos al actual mundo de la globalidad y de integración de la cultura planetaria y sus problemas, estas descripciones epistemológicas se hacen insuficientes, lo que requiere de nuevas perspectivas, una de ellas es el “paradigma de la complejidad” que se presenta como una opción de gran potencial para enfrentar los problemas socioambientales que desbordan los conocimientos y lógicas científico tecnológicos disciplinares, a favor de un conocimiento metadisciplinar y de una epistemología de mayor integración.

La perspectiva compleja es ante todo una forma de pensar y un método sin pretensiones de considerar como ciencia unitaria que no resuelve en sí mismo los problemas, pero se constituye en una ayuda para las estrategias que pueden resolverlo, y una concepción crítica, ética y sociopolítica que incorpora nuevos conocimientos acerca de los procesos irreversibles y no lineales, los sistemas caóticos, la ecología, etc., sobre este tema (Morin, 2002), hace frente a una crisis de percepción y actitud acerca de la realidad, entendida ésta de manera “…multidimensional, en la que distintos seres se entremezclan e interfieren en interacciones complementarias, concurrentes, antagónicas e inciertas”; por otra parte (García, 2008). Frente al paradigma de la simplicidad que aboga por los principios de disyunción donde separa lo que está ligado, reducción unificando lo que es diverso y abstracción, pretendiendo poner en orden al universo atacando el desorden, es así donde aparece el paradigma del pensamiento complejo, donde se pretende afrontar aquellos aspectos en el cual la simplicidad falla, sin conducir a la eliminación de la simplicidad misma (Morin, 2002). Una mirada compleja sustituye el paradigma de disyunción, reducción y unidimensionalización por un paradigma de distinción, conjunción que permite distinguir sin desarticular, asociar sin reducir, escapando a los dos extremos: a la unidad abstracta por lo alto calificado como holismo y por lo bajo indicado como reduccionismo, enlazando al pensamiento analítico reduccionista con el pensamiento global en una unidad dialéctica, complementaria, con nuevas alternativas que no destruyen la simplicidad o las alternativas clásicas objetivistas de la realidad y el conocimiento, y más bien asume que todas estas fronteras opuestas no existen y son siempre borrosas y superpuestas.

El pensamiento complejo según Morin se basa en tres principios identificados como distinción, conjunción e implicación. El primer principio llamado dialógico que permite mantener la dualidad en el seno de la unidad, asociando dos términos a la vez complementarios y antagonistas, como por ejemplo: orden y desorden unidad y diversidad, cantidad y calidad, sujeto y objeto, holismo y reduccionismo, determinismo y indeterminismo, consenso y conflicto.

El segundo principio es el de recursividad organizacional en el cual los productos y los efectos son, al mismo tiempo, causas y productores de aquello que los genera, así los individuos producen la sociedad que produce a los individuos, ésta rompe con la idea lineal causa y efecto, de producto y productor y se dirige hacia un ciclo autoconstructivo, auto organizador, y autoproductor.

El tercer principio es el hologramático, al igual que en un holograma físico el menor de los puntos de la imagen del holograma contiene la casi totalidad de la información del objeto representado, no sólo la parte está en el todo, sino que el todo está en la parte, así en una célula biológica o incluso social, contiene la totalidad de la información genética de ese organismo, la idea del holograma, trasciende al reduccionismo que no ve más que las partes, y al holismo que no ve más que el todo. Además de estos tres principios descritos, García (2008) nos dice que, Morin en su obra “La Mente Bien Ordenada” adiciona los siguientes elementos a la manera de principios del nuevo conocimiento.

Inicia con el principio sistémico u organizativo que liga el conocimiento de las partes con el conocimiento del todo; pues la organización del todo produce unas cualidades nuevas o emergentes, no reducibles a la suma de las partes. Considera el principio del bucle retroactivo, que, rompiendo con el principio de causalidad lineal permite el conocimiento de los procesos autorreguladores bien sea, la causa actúa sobre el efecto y el efecto sobre la causa. Añade el principio del bucle recursivo, que supera la noción de regulación por la autoproducción y autorganización; se trata de un bucle generador en el cual los productos y los efectos son ellos mismos productores y causantes de lo que produce.

Otro principio que considera es el de autonomía y dependencia también llamado autoecoorganización donde los seres vivos se auto producen gastando energía para mantener su autonomía y, como esa energía, información y organización la tienen que extraer de su entorno, resulta que su autonomía es inseparable de esta dependencia del entorno; por ello, son seres, autoecoorganizadores.

Otro de los que considera es el principio de introducción del conocedor en todo conocimiento. Es un principio que nos lleva al problema cognitivo central desde la percepción a la teoría científica, donde todo conocimiento es una reconstrucción y traducción por lo que llama espíritu-cerebro de una cultura y un tiempo dado. Adiciona además los principios de la complementariedad de la racionalidad universal con la racionalidad singular o local, bien sea ciencia de lo general y ciencia de lo particular, agrega la necesidad de relacionar el objeto y el sujeto, o sea de introducir el sujeto y el dispositivo de observación en toda investigación, visto como necesidad de una teoría científica del sujeto.

Además se incluye la imposibilidad de eliminar el ser y la existencia mediante la cuantificación y la formación; junto con la necesidad de reconocer científicamente la noción de autonomía y los límites de la lógica formal, aunado que las contradicciones y evidencias en los procesos de observación y experimentación, lejos de sus errores, son indicadores de un dominio desconocido y profundo de la realidad.

Por otra parte, las problemáticas en el contexto ambiental para ser estudiadas requieren de criterios de inter y transdisciplinarios, como pueden ser los casos de la juntura entre política ambiental, evaluación de riesgos, y la ecología en la salud pública; la producción de madera y la biodiversidad en la integración de la ecología y silvicultura, o sostenibilidad y modelos de educación ambiental, la ecología, la estadística, la oceanografía en los estudios atmosféricos. Estas articulaciones interdisciplinarias

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