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La Busqueda Del Alma Cornelio Fabro

german19876 de Febrero de 2014

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TRABAJO PRÁCTICO DE ANTROPOLOGÍA FILOSOFICA

Resumen del capítulo “La búsqueda del alma” del libro de Cornelio Fabro “Introducción al problema del hombre”.

1.1 Origen del problema del alma

El término psicología proviene de C.Wolff (1679-1754), que por primera vez distinguió una “psicología racional” y una “psicología empírica”. La primera procedía, según él, a priori en cuanto parte de los principios de la Metafísica y constituye una especie de “metafísica especial”, es decir, aplicada a la realidad psíquica. La segunda, en cambio, procede a posteriori, en cuanto se funda únicamente en la observación de los procesos y de los contenidos de experiencia.

1.2 El problema de la Psicología como ciencia.

Desde el punto de vista analítico y sistemático, la Psicología constituye un ámbito particular de la reflexión filosófica, es claro que desde el punto de vista sintético la investigación psicológica es a la vez el comienzo, el medio y el fin de la orientación de la conciencia humana, en cuanto que en el hombre todo parte, se desarrolla y va a parar al núcleo ontológico que es el alma.

a). Existe, en primer lugar, la relación del alama con la naturaleza.

b).En segundo lugar, la relación del alma con el cuerpo en el que habita y que mueve a las operaciones de la vida.

c).Como consecuencia de los dos primeros existe también el problema de la relación del individuo con los otros hombres.

d).Finalmente el problema del origen y fin de la vida y, por tanto, la relación del hombre con la divinidad.

El enigma propio de la Psicología está, en su condición paradójica, constituido por los siguientes momentos:

.La certeza fenomenológica, primordial y no deducible, que el alma en su actuar tiene de su existencia, en cuanto no se puede dar ningún acto, tanto en la esfera cognoscitiva como en la esfera práctica y objetiva, sin la conciencia concomitante por parte del sujeto concreto (el yo, el alma individual) que conoce y opera.

.La distancia ontológica insalvable y a la vez la íntima pertenencia entre la actividad del alma y su esencia: en primer lugar, las operaciones son “muchas” y el alma debe ser “una” para garantizar la unidad del ser; en segundo lugar, las operaciones son “diversas” y hasta contradictorias, mientras que el alma debe ser una en sí, “simple” e indivisible.

.La oposición metafísica de alma y cuerpo en cuanto que el alma es el primer principio moviente inmóvil e invisible y (en el hombre) de naturaleza espiritual, mientras que el cuerpo es una realidad visible, movida por los impulsos del alma y posee una naturaleza material; no se comprende cómo dos elementos que están en los extremos opuestos del ser pueden convenir en la unidad de naturaleza.

1.3 Esbozo histórico sobre el desarrollo de la Psicología

En la primera filosofía griega, el alma era considerada prevalentemente como “principio del movimiento” de los fenómenos del Cosmos; faltaba, por tanto, la preocupación de fundar y desarrollar una psicología, ya que la consideración del alma, aunque no coincide del todo, sí está mezclada con la del ser y de la naturaleza. En Heráclito se manifiesta un interés particular por el alma en sí considerada: este filósofo ha señalado su profundo misterio Fr. 45 “No conseguirías alcanzar las fronteras del alma por ningún camino, aun recorriendo todas las sendas; ¡tan profundo es su logos!”. Sin embargo la Psicología como construcción metafísica ha tenido su desarrollo en la línea ontológica con Anaxagoras, Platon y Aristoteles. Los tres libros de “De anima”, de Aristoteles, son el primer tratado sistemático de Psicología que se conserva de la antigüedad. La historia de la Psicología en el período helenístico, durante todo el Medioevo y hasta el Renacimiento, gira en torno al de “De Anima”, de Aristoteles. En la psicología medieval se enfrentan dos tendencias: la escuela agustiniana avicebronizante por una parte, en el cual S. Buenaventura defiende el llamado platonismo cristiano, y la escuela aristotélico-tomista por otra, que se atiene a los principios del Filósofo. Los principales puntos de divergencia se refieren a: 1) la estructura metafísica del alma, que la escuela agustiniana consideraba compuesta de materia y forma. 2) La relación del alma con sus facultades: identidad real para los primeros, distinción real según Sto. Tomás. 3) el modo de conocer: la escuela agustiniana, siguiendo la doctrina de S. Agustin, acepta la distinción de ratio inferior y ratio superior.

En el Humanismo y el Renacimiento, aun ensalzando el primado del hombre en el cosmos, agotan su investigación en algunos puntos particulares (inmortalidad del alma, libre arbitrio, providencia, cfr. Pomponazzi) y no ofrecen ninguna psicología constructiva digna de mención. En la filosofía moderna se ha dado la vuelta a la situación de la Psicología. Precedido del escepticismo de la escuela nominalista, gran parte del pensamiento moderno ha identificado “verdad” y “certeza”. La certeza a su vez ha sido reducida a “conciencia” (el llamado cogito o principio de interioridad). El empirismos inglés, que culmina en el fenomenismo de Hume, reduce la psicología al análisis de los “elementos” psíquicos de la conciencia. Finalmente con Kant y especialmente los sistemas idealistas que se describen en él, la “conciencia” se convierte en la “autoconciencia universal” y la psicología es absorbida por la nueva metafísica del Yo trascendental. Hegel ha querido distinguir entre “Fenomelogía” y “Lógica”, como dos momentos de presentarse el Yo, pero esa distinción, por el continuo variar de su pensamiento, no ha quedado clara. El error fundamental de la psicología moderna ha consistido en dividir la naturaleza del hombre en “pensamiento” y “extensión” dando lugar a la alternativa forzosa del idealismo y el materialismo. Sin embargo, se le puede reconocer a esta filosofía moderna el mérito de haber estimulado la búsqueda de la interioridad individual y el conocimiento del concreto para aferrar aquel sentido de la existencia temporal del hombre.

En la cultura contemporánea, la Psicología se ha fraccionado en dos direcciones principales: la psicología experimental propiamente dicha y la antropología filosófica. La psicología experimental se ocupa del análisis, la descripción y la búsqueda de las leyes de las diversas clases de hechos psíquicos para llegar a una concepción del comportamiento del hombre desde un punto de vista estrictamente científico y objetivo. El verdadero comienzo de la psicología experimental se da con W. Wundt en 1879. Entre las direcciones más recientes de la Psicología, hasta la segunda guerra mundial, se debe mencionar la “psicología de la forma” (Gestaltpsycologie). Otra tendencia afín es la “psicología de la totalidad” (Ganzheitspychologie). Otra dirección que ha alcanzado rápidamente la supremacía en la psicología americana es la teoría del “comportamiento” (Behaviour), que excluye de la conciencia todo factor propiamente psíquico. Un modo original de tratar la psicología es la antropología filosófica, disciplina rigurosamente teorética; su origen se puede situar en la distinción hecha por W. Dilthey entre la “psicología descriptiva y psicología explicativa”. Objeto peculiar de la nueva investigación no es sólo el conocimiento de las propiedades objetivas del hombre como “ser natural”, sino, sobre todo, el análisis de sus inclinaciones interiores por las que “opera por sí” en su ambiente y se forma su “concepción del mundo”. A diferencia de la psicología objetiva, que pretende ser una ciencia exacta, la antropología tiene la intención de registrar el ritmo original de la vida del espíritu en cuanto “no es únicamente la verdad que respecta a la naturaleza del hombre lo que es buscado por la “decisión” en torno a lo que la verdad en general puede significar”.

2. Conciencia y análisis de la psique

La investigación humana acerca de la naturaleza de la psicología representa el comienzo de aquella penetración en la “subjetividad ontológica” constitutiva que acaba en la actividad ética y religiosa en la que el yo de cada uno se estructura en las dimensiones de la propia libertad y existencia con respecto al último fin que se ha elegido. Debe quedar sentado que la conciencia no puede partir más que de ella misma como percepción que incluye, afirma y se repite a sí misma. Esto no es ni psicologismo ni subjetivismo, sino conciencia indispensable de la identidad de la presencia de sí a sí mismo es decir del yo que se afirma a sí mismo en el acto de sentir, imaginar, recordar, pensar, querer, amar, desesperarse…si la conciencia no es, en primer lugar, esto, no es nada, y para nosotros no significa nada. La conciencia es, por tanto, sobre todo, “conocimiento consciente” de la existencia de algo en todo el ámbito de la vida superior, tanto cognoscitiva como afectiva, tanto de la sensibilidad como del espíritu. La conciencia implica, pues, en su actuarse, un cierto juicio primitivo y una aprensión sintética de “pertenencia” de tales estados, actos, objetos, etc., a un sujeto de inhesión y de atribución; por medio de este juicio tales estados consiguen una cierta estructura al mismo tiempo en el orden perceptivo y ontológico, con lo cual adquieren un significado. En este terreno se habla sobre todo de conciencia moral, que es la advertencia del bien y del mal en concreto, es decir, el juicio de moralidad que cada uno debe emitir sobre sus actos particulares. Lejos de identificarse con el ser, como pretende el idealismo, la conciencia no se identifica

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