La Búsqueda De La Verdad

Universidad Regional del Norte

Nombre: Alan Valles Aguirre

Matricula: 7334

La Búsqueda de la Verdad

“Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres." (Juan 8:32)

El hombre siempre ha tenido una necesidad natural por conocer la verdad, un deseo constante por conocer más, por entender y poseer la sabiduría, de aquí la importancia de la filosofía: amor por la sabiduría.

La filosofía se dedica a buscar la verdad, sin embargo ¿Sabemos realmente lo que es la verdad? ¿Podemos afirmar que existe? Si afirmamos “que no existe la verdad”, afirmamos que al menos existe una verdad: “que no existe la verdad”. Es decir, indirectamente afirmamos que existe la verdad, al menos una verdad. Pero si negamos esta proposición tenemos que decir que “existe la verdad”. En cualquier caso el hombre no puede llegar a otra conclusión sino que existe la verdad.

¿Pero donde encontramos esta verdad? Numerosos han sido los movimientos filosóficos que han tratado de resolver las preguntas fundamentales del hombre.

Una corriente filosófica que buscó descubrir la verdad es la escolástica, un movimiento teológico y filosófico que utilizó la filosofía grecolatina clásica para comprender la revelación religiosa del cristianismo.

La escolástica fue la corriente teológico-filosófica dominante del pensamiento medieval y se basó en la combinación entre fe y razón, con el objetivo de descubrir la verdad. Pero ¿Qué es la verdad?

En Juan 18:37-38 Jesucristo le dice a Pilato: “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad?…” En este texto de la Biblia encontramos una verdad fundamental para el cristianismo, Dios es la verdad. Este argumento dota a la escolástica de una misión constante por buscar la verdad, ya que en esta verdad, encontramos a Dios.

Uno de los más destacados filósofos dentro de la escolástica es San Agustín de Hipona, teólogo católico considerado como Padre de la Iglesia Latina.

Nació el 13 de noviembre de 354 en Tagaste, pequeña ciudad de Numidia en el África romana. Su padre, llamado Patricio, era un pequeño propietario pagano cuando nació su hijo. Su madre, Santa Mónica, es puesta por la Iglesia como ejemplo de mujer cristiana. Mónica le enseñó a su hijo los principios básicos de la religión cristiana y al ver cómo el joven Agustín se separaba del camino del cristianismo se entregó a la oración constante en medio de un gran sufrimiento. Años más tarde Agustín se llamará a sí mismo "el hijo de las lágrimas de su madre". Fue en Milán en donde ocurre su conversión, luego de oír la predicación de San Ambrosio, Obispo de Milán, que le hizo abandonar el apego a los placeres y despertó en él ese entusiasmo por el Amor de Dios.

San Agustín nos comparte muchas afirmaciones acerca de la fe, como la creencia en una serie de verdades, pero también como algo que se vive.

San Agustín

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