ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

La Divina Comedia


Enviado por   •  14 de Octubre de 2014  •  2.359 Palabras (10 Páginas)  •  203 Visitas

Página 1 de 10

La Divina Comedia

El Infierno: Canto IV

Quebró el hondo sueño en la cabeza

un feroz tono, tanto que abrí los ojos

como quien por fuerza está despierto.

Reposada la mirada entorno recorrí,

erguido, levantado, y atento mirando

por reconocer el lugar donde me hallaba.

Verdad es que al borde me encontré

del valle, abismo doloroso,

que acoge el tronar de llantos infinitos.

Oscuro, profundo y nebuloso,

tanto, que aun fijando la vista al fondo

no discernía cosa alguna.

Descendamos ahora al ciego mundo,

comenzó palidísimo el Poeta;

yo iré primero, y tú segundo.

Y yo que advertí el color de su rostro

le dije: ¿Cómo iré si tú te espantas,

que sueles ser tú quien mi dudar conforta?

Y él a mí: La angustia de la gente

de allá abajo, tiñe mi rostro

de piedad, que de temor tú piensas.

Vamos que nos apremia la larga vía:

allí empezó a moverse y me hizo entrar

en el primer círculo que al abismo ciñe.

Aquí, según lo que escuchar podía

no había llanto, mas suspiros tantos

que el aire eterno estremecer hacían;

4: provenía de un dolor sin tormento

que la multitud tenía, que era de muchos e inmensa,

de infantes, hembras y varones.

El buen Maestro a mi: ¿Y no preguntas

qué espíritus son los que estás viendo?

Quiero que sepas, antes que más andes,

que estos no pecaron, y que si mérito tuvieron

no bastó, pues les faltó el bautismo,

que es parte de la fe en la que crees;

y si antes del Cristianismo vivieron

no adoraron a Dios como debieron

y entre estos tales estoy yo mismo.

Por tal defecto y no por otro mal

perdidos somos, y heridos sólo en esto:

que vivamos sin esperanza y con deseo.

Gran dolor entró en mi corazón al oírlo

pues gente de mucho valor

he conocido, que flotaban en aquel limbo.

Dime Maestro mío, dime señor,

comencé yo, por querer estar cierto

de aquella fe que vence todo error:

¿De aquí alguno acaso ha salido, por su mérito

o por el de otro, que llegara a ser bendito?

Y él que entendió mi habla encubierta,

Respondió: Era yo nuevo en este estado,

Cuando vi venir un Poderoso

De signo de victoria coronado.

Sacó de aquí la sombra del primer padre,

De Abel su hijo, y aquella de Noé,

4: la de Moisés, legislador y obediente;

Abraham patriarca, y David rey,

Israel y el padre, y sus nacidos,

y con Raquel por quien tanto hizo,

y a otros muchos; y beatos los hizo:

y quiero que sepas que antes de ellos

no hubo espíritus humanos que salvados fueran.

No dejábamos de andar mientras hablaba

pero íbamos siempre por entre la selva,

la selva, digo, de apiñados espíritus.

No estaba lejos nuestra senda todavía

de aquí a la cima, cuando vi un fuego

que al hemisferio de tinieblas vencía.

Lejos estábamos todavía un poco,

pero no tanto, que en parte yo no viera

cuán honorable gente ocupaba aquel lugar.

¡Oh tú que honras ciencia y arte!

¿Quiénes son estos cuyo honor es tan grande

que así de las demás gentes se parte?

Y él a mí: la honrada nombradía,

que de ellos resuena allá en tu vida,

gracia logra en el Cielo que así los adelanta.

Entonces oí una voz que decía:

¡Honrad al altísimo poeta,

retorna su sombra, que partida era!

Luego que la voz callada se detuvo.

Viniendo vi a nosotros cuatro sombras,

el rostro tenían ni triste ni alegre.

4: El buen Maestro comenzó a decir:

mira aquel de espada en mano,

que precede a los otros tres, como señor.

Ese tal es Homero, poeta soberano,

el otro que viene es Horacio satírico,

Ovidio el

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (11.9 Kb)  
Leer 9 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com