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La Felicidad. ¿Qué es en sí la felicidad?


Enviado por   •  15 de Agosto de 2018  •  Ensayos  •  2.068 Palabras (9 Páginas)  •  112 Visitas

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En la filosofía la moral es lo que nos permite definir y alcanzar el bien que es el máximo en nuestra actividad. Es un bien perfecto, acabado y que nos llena totalmente. Muchas personas concuerdan al decir que es preciso buscar cuál es el bien propio del hombre para poder hallar la felicidad. Pero, ¿Qué es en sí la felicidad?

La felicidad señala la perfecta satisfacción, la plenitud del hombre que ha alcanzado el completo desarrollo de su ser verdadero, en plena conformidad consigo mismo. La felicidad es lo mejor de la existencia humana, no es un don gratuito, es el fruto de toda una vida moral. El significado de moral es la perfección, y va acompañada del goce. Este es el rasgo principal de la tradición griega.

En Platón el bien está más allá de lo que podemos aprender. Además cita “mientras el hombre no viva según su verdadera naturaleza no podrá liberarse del estado de insatisfacción, de desgarramiento y de desdicha interior”.

La felicidad consiste en vivir en plena conformidad con el orden racional del mundo. Se entiende, entonces, por qué en la filosofía: el ideal de liberación y de felicidad no puede ser alcanzado más que por el conocimiento de lo que es verdaderamente. Si el hombre de bien encuentra su felicidad en el ejercicio de la virtud práctica, su felicidad es menos independiente que la del sabio entregado a la contemplación. No se basta a sí misma. A la virtud práctica le pueden hacer falta los medios o la oportunidad de ejercitarse.Además de la virtud práctica, la felicidad requiere de un conjunto de bienes exteriores.

La vida virtuosa no exige el adorno del placer: es placentera en sí misma. Aunque el epicurismo asimila placer y felicidad, conviene evitar el frecuente contrasentido que hace del epicureo un libertino. La verdadera felicidad no es placeres en movimiento, sino que es "el placer en reposo", aquél que resulta de la ausencia de deseo y de dolor, o sufrimiento. Epicureo9 distingue tres especies de placeres: (i) los que son "naturales y necesarios" — beber, comer y hacer el amor: hay que satisfacer las exigencias vitales del cuerpo humano—; (ii) los que son "naturales" mas no necesarios —las fantasías culinarias y sexuales y, de forma general, todo lo que depende del desenfreno de los deseos naturales y necesarios—; y, finalmente, (iii) la mayoría de los placeres "ni naturales, ni necesarios", que son el producto de opiniones vanas y vacías —los deseos sociales: los honores, la riqueza, el poder, la gloria, o la inmortalidad, y que debemos siempre evitar. El epicurismo es ascetismo que se funda en el rechazo de los placeres vanos, en el culto de la amistad, del arte, de la ciencia, y en el desprecio a la muerte: "Para quien ordena su vida según la verdadera sabiduría [escribe Lucrecio en De la naturaleza] la suprema riqueza es saber vivir contento con poco, es poseer la igualdad de alma. De este poco, en efecto, nunca se carece". Liberados de la angustia, que es el temor a Dios y a la muerte, podemos entregarnos a vivir el instante presente lo más intensamente posible. El poeta Horatio, discípulo de Epicuro, va aún más lejos: "Carpe diem", dice, "gocemos plenamente del instante", porque el presente solo es el tiempo de la pura felicidad de existir. En una concepción materialista del hombre, Epicuro enseña una felicidad basada en la razón y la voluntad libre.Aprimera vista, la sabiduría epicúrea parece ascética. Pero, si el sabio epicúreo no es el libertino que tan a menudo se pintó, tiene el mérito de reconocer la inocencia del deseo que se practica con moderación.

Como respuesta al silencio que se hace en el eudemonismo aristotélico cuando la fortuna da la espalda a los hombres, dejándolos así desahuciados desde el punto de vista de la vida moral, el estoicismo quiere ofrecer una actitud "filosófica" para preservar la capacidad personal aun en la mayor adversidad. El género de vida del sabio estoico, que se funda en una metafísica muy diferente, es muy próximo al del epicureo. Para el estoico, una ley imprescriptible y establecida para la eternidad rige el mundo y el destino del hombre: el fatum. Este orden del mundo es perfectamente racional y la sabiduría consiste en vivir "según la naturaleza"; es decir, según la razón. Para ello, es preciso hacerse dueño de sí mismo y no dedicarse más que a los bienes verdaderos, no temer a la muerte. La virtud consiste en distinguir "las cosas que dependen de nosotros" de "las que no dependen de nosotros "10 . El hombre debe ser capaz, merced a su voluntad racional, de dominar sus pasiones y alcanzar el más alto grado de libertad, en la paz perfecta del alma. Podrá entonces "contemplar la divinidad" con serenidad, ya que aceptó voluntariamente la necesidad racional del universo. ¿Qué podemos concluir de estas breves consideraciones acerca de las grandes éticas antiguas? El hombre es feliz cuando, gracias al conocimiento racional de un universo de valores y a una voluntad recta, llega a poseer los verdaderos bienes, o cuando logra en su quehacer, una armonía conforme con esos valores. Esta búsqueda de la felicidad da su sentido a la existencia humana: el sabio es aquél que ha entendido la unidad de la verdad, del bien y de la felicidad.

Pero, ¿conserva la felicidad el mismo sentido cuando definimos al hombre en virtud de la libertad, es decir, cuando afirmamos que el hombre crea libremente su orden de valores, y que depende de él, por medio de una acción libremente escogida, transformar el mundo y transformarse a sí mismo? Aparece ahora una conciencia cristiana desgarrada en su oposición al mundo: la naturaleza humana ha sido pervertida por el pecado original, su libertad es el principio de la aparición del mal y solamente la fe puede guiar al hombre hacia la salvación. Aunque el plan divino le es inasequible, el hombre es capaz de aprehender ciertas verdades; pero él está aislado en un mundo hostil. En la moral cristiana, la búsqueda de la felicidad persiste, pero la felicidad ya no pertenece a este mundo. El mundo temporal es sufrimiento y dolor y no es sino en la Ciudad de Dios donde todo está claro. El verdadero reino de Dios será asequible a aquellos que lo han merecido, optando por el bien mediante una libre elección de la conciencia moral.

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