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La Lectura


Enviado por   •  4 de Noviembre de 2013  •  2.754 Palabras (12 Páginas)  •  265 Visitas

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SOBRE LA LECTURA

Estanislao Zuleta

(Se le ha colocado negrita a algunas partes sólo con intención didáctica)

FRAGMENTO

Voy a hablarles de la lectura. Me referiré a un texto escrito hace unos años. Espero que lo comentemos en detalle para que logremos acercarnos al problema de la lectura. Comencemos con un comentario sobre Nietzsche. Nietzsche tiene muchos textos sobre este tema, pero por ahora les recomiendo sólo dos: el prólogo a la “Genealogía de la moral” y el capítulo de la primera parte de “Zarathustra” que se llama “Del leer y el escribir”; hay otros muy buenos en el “Ecce Homo” y en “Consideraciones intempestivas”, particularmente en la que lleva por título “Shopenhauer educador”. En ellas se habla de lo que significó Shopenhauer para Nietzsche en su juventud y en qué sentido fue para él un educador. Además, les recomiendo que se lean “Sobre el porvenir de nuestros institutos de enseñanza”, pues en él, Nietzsche, hace una crítica de la Universidad como pocas veces se ha hecho, incluso hoy.

Vamos a leer el texto sobre la lectura; lo comentaremos y contestaré las objeciones, críticas o insatisfacciones que ustedes me manifiesten.

Acaso ningún escritor haya hecho tan conscientemente como Nietzsche de su estilo, un arte de provocar la buena lectura, una más abierta invitación a descifrar y obligación de interpretar, una más brillante capacidad de arrastrar por el ritmo de la frase y, al mismo tiempo, de frenar por el asombro del contenido. Hay que considerar el humorismo con el que esta escritura descarta como de pasada lo más firme y antiguamente establecido y se detiene corrosiva e implacable en el detalle desaparecido; hay que aprender a escuchar la factura musical de este pensamiento, la manera alusiva y enigmática de anunciar un tema que sólo encontrará más adelante toda amplitud y la necesidad de sus conexiones. Este estilo es la otra cara, el reverso de un nítido concepto de la lectura, de un concepto que a medida que se hace más exigente y más quisquilloso libera la escritura de toda preocupación efectista, periodística, de toda aspiración al gran público y de esta manera abre al fin el espacio en que pueden consignarse las palabras del Zarathustra y elaborarse la extraordinaria serie de obras que lo continúan, comentan y confirman. Al final del prólogo de la “Genealogía de la moral”, Nietzsche dice que requiere un lector que se separe por completo de lo que se comprende ahora por hombre moderno.

El hombre moderno es el hombre que está de afán, que quiere rápidamente asimilar: “por el contrario, mi obra requiere de lectores que tengan carácter de vacas, que sean capaces de rumiar, de estar tranquilos”. Nietzsche dice que existe la ilusión de haber leído cuando todavía no se ha interpretado el texto. Y esa ilusión existe por el estilo mismo en que escribe.

Pero él va más lejos, el texto que viene más a la mano es el “Zarathustra” y se encuentra en el primer discurso de Zarathustra. Dice Nietzsche que va a contar la manera como el Espíritu se convierte en primer lugar en camello, el camello se convierte en león y éste se convierte finalmente en niño. Nietzsche dice que primero el Espíritu se convierte en camello, es el Espíritu que admira, que tiene grandes ideales, grandes maestros, por ejemplo, en el caso de Nietzsche: Shopenhauer, y una inmensa capacidad de trabajo y dedicación: el camello es el Espíritu sufrido, el Espíritu que busca una comunidad con cualquier cosa. Es un aspecto que se refiere al pensamiento, todo el “Zaratustra” es una teoría del pensamiento. Si no se logra leer así, no se entiende nada; pero el Espíritu es también crítica, oposición y entonces dice que el Espíritu se convierte en león. Como león, se hace solitario casi siempre y en el desierto se enfrenta con el dragón lleno de múltiples escamas y todas esas escamas rezan una misma frase: tú debes. Entonces el Espíritu se opone al deber, es el Espíritu rebelde, el que toma el tú debes como una imposición interna contra la cual se rebela, que mata todas las formas de imposición y de jerarquía, pero que todavía se mantiene en la negación. Y dice Nietzsche que el león se convierte finalmente en niño y explica así: el niño es inocencia y olvida, un nuevo comienzo, y una rueda que gira, una santa afirmación. Eso ya no es rebelión contra algo; la rebelión contra algo sigue siendo determinada por aquello contra lo cual uno se rebela, de la manera en que por ejemplo el blasfemo sigue siendo religioso, porque para pegarle una puñalada a una hostia hay que ser religioso como para tragársela; es inocencia y olvido; olvido en Nietzsche es una fórmula muy fuerte, una potencia positiva. Nuestra capacidad de olvidar es nuestra superación del resentimiento. Ahora, el pensamiento funciona con las tres categorías: capacidad de admiración: idealización, trabajo o labor; capacidad de oposición: crítica, rebelión; y otra capacidad de creación: sin oponerse a nada, de juego, de inocencia, de rueda que gira. El Espíritu es las tres cosas; si esas tres cosas no se combinan en una sola, son una determinada frustración, una filosofía sombría, un dogmatismo o una idealización de cualquier tipo, o una filosofía rebelde que no es más que rebelión o es también una filosofía que no tiene ni apoyo en aquello a lo que busca integrarse, ni en aquello contra lo que lucha sino que se predica sólo como juego y que como juego sólo es anarquismo vacío.

En un libro más tardío, “La Voluntad de Dominio”, Nietzsche retoma estas ideas y las da como historia de su vida; ese mismo juego de oposiciones contiene una filosofía que nos impone un trabajo: interpretar; si no, no entendemos nada. Nietzsche dice comentando algunos artículos sobre su obra: “Creo que la incomprensión que tienen hacia mí, es en el fondo alejada de la lengua que yo hablo; todavía no puede llegar a mis textos ya que cuando uno no oye nada, puede tener la ilusión de que allí no se dice nada, entonces, hace falta un tiempo para que me oigan. En todo caso los que me elogian están más lejos de mí, incluso que los que me critican”.

Es al primer discurso del “Zaratustra” al que Nietzsche se refiere cuando dice que la lectura requiere la interpretación en el sentido fuerte. Es precisamente por eso que su estilo logró imponer la necesidad de interpretar. El “Zaratustra” es por eso un libro curioso; casi no existe hoy entre nosotros un libro alemán más famoso que el “Zaratustra”. Es difícil encontrar en Colombia un zapatero que no se haya leído el “Zaratustra”;

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